Antes, el cerebro del atentado contra la AMIA era el exagregado cultural de Irán en la Argentina, Mohsen Rabbani, y en la operación misma estaban involucrados el jefe de Rabbani, el exembajador de Irán, Hadi Soleimanpour, y el tercer secretario de la delegación diplomática, Ahmad Asghari. Antes, Carlos Telleldín, el entonces armador de autos con partes robadas, era cómplice y participó del plan del atentado. Ahora, el informe del servicio de Inteligencia de Israel, el Mossad, publicado por The New York Times (NYT), con algún detalle más de Infobae, dicen que ningún argentino colaboró “en el terreno”, es decir en Buenos Aires, de la operación del atentado y tampoco menciona que hayan participado los iraníes de la embajada. O sea, desvincula a los cuatro: Rabbani, Soleimanpour, Asghari y Telleldín. Es más, en la versión de antes, la embajada misma funcionó como centro de operaciones de los atentados. Ahora, “se hizo un seguimiento de la embajada de Irán en Buenos Aires y no se percibió ninguna actividad fuera de lo común”, dice el Mossad. Antes, los ataques a la Embajada de Israel y la AMIA tuvieron como móvil que el presidente de aquella época, Carlos Menem, incumplió compromisos con Irán de provisión de tecnología nuclear o que Menem mandó naves al Golfo Pérsico para atacar a Irak o que Menem, siendo de origen árabe, visitó primero Israel antes que los países árabes. Ahora, el móvil fue mucho más chico: la respuesta de Hezbollah -considerado por Israel como brazo armado de Irán- a dos ataques de Israel en el Líbano, uno en 1992 y el otro en 1994. Aunque funcionarios israelíes y dirigentes de la comunidad judía llevan casi una semana tratando de bajarle el precio al informe del Mossad, lo cierto es que lo que se conoce de ese texto, con algunos adicionales en Infobae, produce cierto impacto en una causa judicial que no se nutrió de pruebas sino, en forma casi exclusiva, de informes de inteligencia. Es imposible saber qué es verdad, porque las narraciones no se fundamentan en evidencias: es un informe de inteligencia corrigiendo y hasta diciendo lo contrario que el anterior y el anterior y el anterior.

Irán

El texto del Mossad del NYT no le quita responsabilidad a Irán, pero le baja el tono: afirma que el régimen de los ayatolas aprobó, financió y hasta entrenó al comando operativo que vino a Buenos Aires, aunque estuvo totalmente integrado por libaneses.

Tras la publicación en el diario estadounidense, se trata de disimular que el informe le cambia el papel a Irán: de autor material, “en el terreno”, pasa a ser autor intelectual. Los atentados dejaron de tener móviles iraníes, para pasar a tener móviles libaneses.

Es una transformación significativa que podría producir alteraciones judiciales, aunque no se trata más que de informes de inteligencia.

SIDE

El NYT menciona que, después del ataque a la Embajada, los israelíes marcaron de cerca a la embajada de Irán en la Argentina y es por eso que concluyeron que los diplomáticos no participaron. El texto de Infobae habla poco del ataque contra la AMIA y directamente están ausentes los acusados de la delegación diplomática iraní en Buenos Aires.

Ninguno relata que la SIDE también estableció una vigilancia, al punto que el humor interno de los espías denominó Brigada Bomba, al grupo que se ocupaba del seguimiento y las escuchas telefónicas a los diplomáticos de Teherán. Horas y horas de trabajo no se transformaron en pruebas, salvo en un único caso.

Sucede que la SIDE, haciéndole el seguimiento a Rabbani, le sacó una foto cuando concurrió a una concesionaria de autos usados, en la Avenida Juan B. Justo, a preguntar precios por una camioneta. Fue en noviembre de 1993 y el agregado fue vestido con los hábitos religiosos islámicos. Aquella foto fue adoptada como prueba de que Rabbani estaba involucrado en el atentado. Parece inconsistente que alguien que piensa usar un vehículo para un ataque, concurra a preguntar el precio personalmente, vestido de manera tan llamativa y con una larguísima barba. Pero la justicia argentina lo adoptó como evidencia.

De todas maneras, la existencia de la Brigada Bomba y de la foto, confirman lo que dice el Mossad: los iraníes --al menos los de la embajada-- estaban marcados de cerca y no se habría producido nada extraño.

Página/12 fue el único medio que le preguntó a un funcionario israelí por Rabbani, Soleimanpour y Asghari. Fue este sábado a Lior Haiat, director de Diplomacia Pública del Estado de Israel, una oficina que depende directamente del primer ministro Yair Lapid. "Dos cosas --dijo Haiat--. Primero, Israel nunca mencionó a Rabbani y a esos diplomáticos en un papel operativo. Segundo, no es lo mismo tener responsabilidad que haber actuado en el terreno". O sea, el vocero del primer ministro reconoció lo que transcribió el NYT, que no hubo iraníes en la operación misma. 

Consecuencia

Por supuesto que el fiscal AMIA, Sebastián Basso, no se puede guiar por la publicación de la nota de Ronen Bergman en NYT y de Román Lejtman en Infobae. Por lo tanto, evalúa pedir el informe a Israel, aunque la cuestión es dudosa --dicen en la fiscalía-- porque no tiene rango de documento oficial.

Lo cierto es que, objetivamente, el informe le pondría debilidad a la acusación contra Rabbani, Soleimanpour y Asghari. El primero y el último tienen órdenes de captura con alertas rojas de Interpol. La unión internacional de policías no aceptó, en cambio, la orden de captura contra Soleimanpour porque un juez de Londres dijo que no había evidencias en su contra. Fue cuando estuvo detenido en la capital británica en 2003 y, tras recibir 2.600 páginas del expediente que le envió el juez de entonces, Juan José Galeano, consideró que la acusación no tenía respaldo en pruebas.

A Telleldín tampoco le cambia nada el informe porque ya fue absuelto en diciembre de 2020, tras el juicio que encabezó el Tribunal Oral Federal número 3, y en el que no se encontró ninguna evidencia de que haya participado del atentado. La DAIA apeló y esa apelación quedaría ahora debilitada.

Pruebas

Por supuesto que el problema es que el expediente se nutre de informes de inteligencia a los que se suman otros informes de inteligencia que dicen cosas distintas y así sucesivamente. Y, para colmo, no se trata de los textos de esos informes sino de las versiones recogidas por periodistas u otras fuentes.

Una cuestión que no parece casual es que los informes no aportan elementos que se puedan traducir en pruebas judiciales. Por ejemplo, se dice que enterraron explosivos o detonadores en Parque Centenario, en la Capital Federal, un evidente disparate porque se trata de un lugar público en el que hay gente caminando y corriendo a toda hora. Se menciona incluso que enterraron una parte cerca de la pileta artificial. Pero no se da una sola dirección donde haya estado el supuesto grupo y mucho menos se menciona con qué documentos falsos entraron a la Argentina o estuvieron en Brasil.

Suicidas

El Mossad, en el NYT y en Infobae cuenta que el suicida en la Embajada de Israel fue un joven libanés llamado Muhammad Nur al-Din, que se fue a vivir a Brasil al final de la década de los 80. No hay ningún detalle sobre el nombre que usó en el país vecino y con qué documento entró a la Argentina. Pero los más llamativo de lo publicado es que parece no decir nada sobre el suicida en la AMIA.

Cualquier persona mal pensada sugeriría que no es casualidad. No hay perfiles de ADN de los cuerpos de las víctimas de la Embajada de Israel y en cambio sí hay perfiles en el caso AMIA. O sea, no hay forma científica de identificar al suicida de la Embajada y sí existe posibilidad genética de identificación en el atentado de la calle Pasteur.

Es más, Alberto Nisman protagonizó un grave hecho: viajó a Chicago, Estados Unidos, y le tomó declaración a Abbas y Hassan Berro, hermanos de Ibrahim, que el fiscal decía que fue el suicida. Cuando volvió a Buenos Aires sostuvo que los hermanos confirmaron que Ibrahim fue el suicida. La declaración judicial tomada en Chicago dice exactamente lo contrario y Abbas y Hassan hablaron con los medios al día siguiente para desmentir a Nisman. Pero lo más categórico fue que el FBI, en 2017 hizo una prueba de ADN y descartó a Berro como suicida. Al menos en el informe que reprodujeron el NYT e Infobae no se menciona quién fue el que supuestamente condujo la camioneta-bomba.

Preso

El texto del Mossad tiene un informante excluyente: Hussein Suleiman Abu Abbas, libanés, de Hezbollah, preso en Jordania desde 2001. Según el informe, Abu Abbas vino a Buenos Aires y trajo unos cuatro kilos de explosivos plásticos --TNT y C4-- que después se utilizaron en la AMIA. Es ese preso el que revela que enterró los cuatro kilos de explosivos en el Parque Centenario.

Página/12 le preguntó al fiscal Basso, a los anteriores fiscales de la Unidad AMIA, a los extitulares de la Unidad AMIA del Ministerio de Justicia --incluyendo a Mario Cimadevilla, que en su momento fue designado en el cargo por Juntos por el Cambio-- y a voceros de la Corte Suprema cómo es posible que no haya declarado ante la justicia argentina alguien que está detenido hace 21 años. Por ahora, este diario no obtuvo respuesta.  

Hay algo todavía más difícil de entender. Se ve que el máximo tribunal, responsable de la investigación del atentado contra la Embajada, recibió algún dato de servicios de inteligencia sobre Abu Abbas. Así lo consigna en un informe firmado por el secretario penal, Esteban Canevari, el 4 de marzo de 2015. A raíz de ello, la Corte ordenó, el 15 de octubre de 2015, la captura internacional del individuo, que supuestamente ya llevaba 14 años preso en Jordania. No se entiende quién lo tenía preso, ante quién confesó, por qué no declaró en la causa de la Embajada y por qué tampoco Nisman exigió que se lo ponga a disposición para el expediente AMIA. 

Ahora aparece como principal fuente del Mossad y sucede que tampoco es demasiado creíble: no se puede descartar que haya dicho lo que le pedían que diga. La sospecha se hace fuerte a raíz del disparate del entierro de detonadores explosivos en Parque Centenario.

El Reda

Otro episodio que tiene pocas explicaciones es que en el informe israelí se menciona que Samuel Salman El Reda fue operativo en el atentado contra la embajada de Israel. Se trata del hombre que en la causa AMIA figura como coordinador.

Sin embargo, la Corte Suprema --en su informe de 2015, después de la muerte de Nisman-- no lo considera un participante de la operación del atentado y, en cambio, pidió la captura de un hermano, José Salman El Reda.

Nada

Las causas Embajada y AMIA están expuestas, desde el primer día, a los informes incomprobables de los servicios de inteligencia, en especial de la CIA y el Mossad. Lo que viene ocurriendo desde el viernes pasado, cuando el NYTimes publicó la nota de Ronen Bergman, es más de lo mismo, con sucesivas adecuaciones producto de las presiones de las autoridades políticas, diplomáticas y comunitarias.

Todas estas movidas no hacen más que darle la razón a los familiares de las víctimas que siempre sintieron y siguen sintiendo que los usan para la geopolítica y que la verdad no parece importarle a nadie. Salvo a ellos.