Mis canciones salen de varios lugares. Me encantaría decir que “las encuentro” o “vienen a mí”, como lo hacen tantos artistas con ese don fascinante. ¿Cómo será? ¿Así como dicen? Algo mágico. Lo explican y no comprendo bien. O entiendo un ratito y después pienso “¡qué divague!”.
Tori Amos contó que soñó su canción “Hey Jupiter”, se despertó y salió corriendo a grabarla. ¡Qué fantástico que te pase algo así! Imaginate. Un gran poder de decisión entre otras tantas destrezas. Es de mis preferidas. No todo el mundo escribe letras de canciones. Podrían hacerlo pero no. O escriben dos o tres y ya está. Es una práctica extraña porque nadie te pide que lo hagas. Es pura voluntad, salga de tu cabeza o yendo a la nube de la inspiración a buscarla.
Crear es tomar decisiones. Yo duermo muy mal y no es que no sueñe melodías. He tenido raptos creativos somnolientos pero la mayoría de las veces pienso que deben ser canciones que ya existen. Es un temor muy común, no solamente mío. ¿Lo inventé o ya existe? ¿Estoy loco? ¿Por qué está en mi mente? ¿Alguien ya tomó esta decisión antes? ¿Qué es esta trampa? ¿De dónde sale? De varios lugares. Pienso mucho en los duendes. Últimamente me autopercibo como tal. Contrario a la musa, que es una inspiración que está en el aire y te susurra, el duende está en la tierra, salta, te atraviesa y propone un acertijo, un juego, una trampa. Son dos formas de crear. Hay muchas otras, por supuesto.
Mi formación musical fue a base de hits, internacionales o locales, siempre canciones populares, compartidas entre varios. Lo de tomar una canción como un amuleto personal lo viví más de grande. Las canciones buenas están compitiendo con otras canciones buenas para ser escuchadas. Pienso en los hits como superhéroes. Me encanta que últimamente hagan esos documentales sobre canciones populares y las tomen como epopeyas, hazañas impresionantes. Las imagino como imanes. Algunas atrapan montañas de metales, otras tienen un solo alfiler adherido. Lo del amuleto personal. Las distintas siempre tienen una canción favorita que casi nadie conoce. Escuchan atractivos que otros no ven. Entre esa canción y esa persona hay una vibra tremenda que los vuelve extremadamente egoístas y repelentes. Uno siente que esa canción es para uno y nadie más, es nuestra, sólo nosotros la escuchamos. Hay personas que quieren ser las más distintas de todas y gustan de canciones que no parecen canciones. Una canción popular ya tiene demasiada gente chupándole la energía. Por eso los DJs tapaban las etiquetas de sus discos cuando tener una canción tenía valor.
En este libro están las letras de las canciones que grabé y algunas que escribí para otras artistas como “Cosecha” para Lavial, “Just like lycra” para Padyjeff o “Vos me llamás” para Sima. Me encanta escribir para otras personas. Me gustaría hacerlo más seguido. Algunas de mis canciones originalmente fueron escritas para otros artistas, no gustaron y las rearmé para mí. Hace unos años me pidieron canciones para la cantante mexicana María José. Como con la Marica Mala (Juan Cruz Roa Raffo) somos fans de ella, hicimos un montón, muy inspiradas. Lamentablemente ninguna gustó al sello editorial, entonces tomamos algunas de esas melodías y las adaptamos literariamente a mi imaginario. Una de ese grupo es “La yuta” que originariamente se llamaba “La noche”. Hasta el día de hoy cuando la canto me pongo medio María José en el escenario. Por eso llego tan alto con la voz. Tiene algo de ella aunque la canción se haya convertido en otra cosa. Puede que ella nunca la haya escuchado. La industria es muy cruel.
Generalmente las retoco, las voy cambiando, que queden lindas pero no tanto. Me sorprende encontrar manuscritos originales y ver que las modificaciones son mínimas. Trato de que no parezcan muy tallereadas y, simultáneamente, que sean barrocas, que desborden, ¡qué bonito esos dorados! Más es más porque incluye a más gente, amplía el público. Muchas trampas. Lo ideal es decir más de tres cosas a la vez pero, con suerte, digo dos. Aunque sólo una persona escuche tu canción, tenés que pensar que es un hit. Eso es algo que hacen mucho los rockeros. Aunque fallen, escuchás un disco de rock y decís “cada canción lo da todo”. Lo dan todo. Es increíble. Es una manera de pensar, una actitud. Puedo reconocerla pero no puedo hacerla. Tengo una cosa más de cantautor.
Como soy uruguayo es inevitable que te cruce el cancionero nacional. Durante mucho tiempo renegué de eso. Me parecía lo menos y quería ser muy distinta. Viviendo en Argentina me di cuenta de lo uruguayo que soy. ¡Muy fuerte! Recontra uruguayo. Uno de mis sueños máximos es que Fernando Cabrera cante alguna canción mía. No creo que sea posible pero lo dejo acá escrito porque nunca se sabe. Es una persona muy criteriosa. Uruguay está lleno de compositores bárbaros y lo mejor es que lo descubrí de grande superando un prejuicio tremendo. En mi primera juventud yo era súper snob. No es algo que me pase sólo a mí. Es muy común entre los putos uruguayos tener una relación rara con la música uruguaya. Aún no me doy cuenta si es generacional. Por momentos pienso que sí y en otros, que no. No conocí muchos músicos uruguayos putos. Tortas sí, pero putos, no.
¿Es muy pronto para escribir un libro así? No sé. Por momentos me da algo de vergüenza. Pienso que pueden ser canciones que tengan un estilo. ¿Cómo será? No quiero ni saber. Es un estilo un poco mostra. Me encantan las mostras. Siempre quise ser una de ellas. Ahora estoy más en eso del duende, me entusiasma más. Ya se me pasará. Son etapas. Por eso mezclé todas las letras y las ordené alfabéticamente, para que no se note lo de las etapas, que quede más mostra y más duende al mismo tiempo.
Una cosa muy rara que me pasó con “Mi Charles Manson”, que fue de las primeras canciones que escribí, fue que ni bien la terminé me dije “esto no va para mi primer disco, tiene que quedar para el segundo”. ¡Qué mostra y qué duende a la vez! Me autosorprendo. No había ni escrito una canción y ya pensaba en un segundo disco. ¿Por qué tuve ese pensamiento? Se ve que cada canción tiene que salir en un momento, en un orden. Lo digo a modo de psicoanálisis. No soy tan espontáneo como desearía. A veces eso juega a favor. Ojalá este libro sea una de esas veces.