Desde Roma
Para el primer ministro Justin Trudeau, la visita del papa Francisco a Canadá tuvo un “impacto muy fuerte”, sobre todo en sus varios encuentros con los pueblos originarios que era el objetivo principal del viaje. Francisco quiso encontrarse con los pueblos indígenas en sus propias tierras y pedirles perdón por los malos tratos que recibieron de parte del colonialismo y de miembros de la Iglesia en las “escuelas residenciales”, en las que los niños indígenas fueron obligatoriamente internados y donde muchos fueron abusados sexualmente. Su pedido de perdón lo repitió muchas veces en estos encuentros.
Pero el Papa no se limitó a esto. Francisco advirtió también sobre otros peligros, que podrían tener efectos negativos sobre los pueblos indígenas como la “colonización ideológica”. “La colonización no se detiene, sino que en muchos lugares se transforma, se disfraza y se disimula», dijo. También destacó que esta colonización ideológica impone “la cultura de la cancelación” del pasado, como si la historia no valiera nada y sobre todo la de los pueblos indígenas originarios, cuando conocer la historia es la base para la construcción de un futuro mejor, según los expertos.
Las palabras del Papa en todos estos encuentros fueron el resultado de un detallado análisis histórico y sociológico que como primer Papa jesuita de la historia, le rinde honor. La sensibilidad de los jesuitas hacia estos problemas se remonta al menos al siglo XVIII o más atrás. Sus hermanos de la Compañía de Jesús, en efecto, fueron expulsados de América Latina y no sólo de allí, en la época de la colonización, por haber estado cerca de los indígenas, tratando de respetarlos y de ayudarlos, aunque otros los acusaron de conspirar y haberse enriquecido ilegalmente. Por eso los reyes de Portugal (en 1759) y de España (en 1767) que dominaban América Latina, los expulsaron. La Compañía de Jesús pudo regresar sólo cuarenta años después, por decisión del papa Pio VII.
La sensibilidad de Francisco hacia los indígenas se había demostrado también antes, entre otras cosas en su Exhortación Apostólica “Querida Amazonia” de 2020. En Canadá insistió en reivindicar lo que fueron, lo que son y lo que pueden ser y significar las comunidades indígenas para la sociedad y para la Iglesia. Y también a nivel ecológico, ya que él los considera especiales cuidadores del ambiente. Y por eso se encontró con las comunidades métis, inuit, cree, dene y blackfoot, entre otras.
Al despedirse de los indígenas en Quebec, el viernes subrayó: “Quisiera decirles, ya próximo a la conclusión de esta intensa peregrinación, que si he venido animado por estos deseos, regreso a casa mucho más enriquecido, porque llevo en el corazón el tesoro incomparable hecho de personas y de pueblos que me han marcado; de rostros, sonrisas y palabras que permanecen en mi interior; de historias y lugares que no podré olvidar; de sonidos, colores y emociones que vibran fuertes en mí. Realmente puedo decir que, durante mi visita, fueron sus realidades, las realidades indígenas de esta tierra, las que visitaron mi alma; entraron en mí y siempre me acompañarán. Me atrevo a decir, si me lo permiten, que ahora, en cierto sentido, yo también me siento parte de vuestra familia, y me siento honrado”.
De todas maneras hay que decir que no todos los indígenas estuvieron de acuerdo con el proceder del Pontífice. Algunos lo criticaron por no hablar en inglés, el idioma principal de Canadá. Pero Francisco sólo habla castellano e italiano y sus mensajes son traducidos a los demás idiomas o hay traducción simultánea cuando habla. Otros indígenas subrayaron que el Papa nunca habló específicamente de los abusos sexuales que sufrieron muchos de ellos.
A las autoridades canadienses
Y todos estos impulsos para seguir adelante, para “caminar juntos” como él había dicho en un principio, no los difundió sólo ante las comunidades indígenas con las que se encontró previamente en el Vaticano en marzo y abril y ahora en las distintas ciudades que visitó, desde Edmontons a Maskwacis, Citadelle de Quebec e Iqaluit, sino también ante las autoridades canadienses y los miembros de la Iglesia.
“La Santa Sede y las comunidades católicas locales mantienen una voluntad concreta respecto a la promoción de las culturas indígenas, con caminos espirituales específicos y apropiados, que incluyan la atención a sus tradiciones culturales, sus costumbres, sus lenguas y sus procesos educativos propios, en el espíritu de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas”, dijo Francisco a las autoridades canadienses en Quebec.
Pero el papa sabe, como él mismo lo dijo, que este viaje no es el final de los dolores y las distancias, sino sólo el principio del camino, porque todavía queda mucho por hacer.
En el santuario de Sainte Anne de Beaupré, donde el Papa estaba por empezar la celebración de una misa, un grupo de indígenas puso un gran cartelón dentro de la iglesia que pedía cancelar la “Doctrina del descubrimiento”, una controvertida bula o documento papal del siglo XV que permitía a los exploradores apropiarse de las tierras de países no cristianos con total impunidad. Algunos de los pueblos indígenas de Canadá sienten que los europeos utilizaron la doctrina como una excusa para robar sus tierras.
El jueves, el primer ministro canadiense Justin Trudeau, que se encontró con el Papa varias veces, aparte de encontrar impactante la visita del Pontíifice, declaró que Francisco tendría que tomar medidas concretas para “abordar la Doctrina del Descubrimiento" y para que se pueda “acceder a la documentación relativa a las escuelas residenciales”, que podría estar en los archivos vaticanos o en los obispados, y así “asegurar justicia a los que sobrevivieron”.
Las “escuelas residenciales” de Canadá fueron creadas en torno al 1860 y la última duró hasta 1996. Se habla de más de 140 escuelas en todo el país que frecuentaron unos 150.000 niños indígenas. Se descubrió después, gracias en parte a la creada comisión “Verdad y reconciliación” que terminó sus trabajos de investigación en 2015, que miles de niños murieron allí por malos tratos y violencias (entre 4.000 y 6.000 pero las cifras no son definitivas). Muchos fueron enterrados en fosas comunes en torno a esos lugares.
¡Nunca más!
A los obispos y sacerdotes que encontró el jueves en la Iglesia de Notre Dame de la Citadelle de Quebec, refiriéndose a los abusos sexuales y malos tratos que sufrieron los niños indígenas en las “escuelas residenciales”, Francisco les repitió “Nunca más”. “El dolor y la vergüenza que experimentamos debe ser la ocasión para la conversión. ¡Nunca Más!” (…) No se dejen contaminar nunca más por la idea de que existe una cultura superior a otra”, enfatizó.
Y “Nunca más” trajo a la memoria las palabras que usan organizaciones de derechos humanos cuando se refieren a poner fin a los crímenes de lesa humanidad y otros. Pero también recordó el título del informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas de Argentina que en 1984 informó sobre los miles de desaparecidos y asesinados por las dictaduras argentinas de los años 70-80.
Por la tarde del viernes el Papa partió en avión a Iqaluit, situada a casi 1900 km de Quebec. Allí Francisco visitó una escuela primaria donde se encontró con un grupo de ex alumnos de las “escuelas residenciales” y luego se reunió con jóvenes y ancianos. Después de estos encuentros, el Papa partió hacia Roma donde llegará el sábado por la mañana.
En ocasión de la visita del Papa a Canadá, la RAI (Radio y Televisión Italiana) difundió esta semana un documental que hablaba de las “escuelas residenciales” y donde algunos testigos, hoy personas de una cierta edad que cuando eran niños de 9 y 10 años vivieron allí, contaban los abusos que recibieron. Impresionantemente desgarrador...