Situar a Antonio Gramsci como protagonista de selfies, entre congéneres como Trotski, Marx, pero también Jesús de Nazareth y Baby Etchecopar –además de situaciones más o menos habituales como la cárcel, el fútbol y el bar– hacen de Instagramsci un disfrute imprevisto, para quien lee y para el propio autor: el dibujante Maxi Falcone. El origen estuvo en las redes pero el sello editor Rabdomantes supo entender que allí había un libro. “Las redes tienen una cosa interesante, te dan motivación para escribir, te invitan a trabajar algo que sería una obra general. Pero a Instagramsci nunca lo pensé como libro ni obra general, es un meme hecho y derecho. Decir que es chiste, historieta o humor gráfico, como historietista y humorista gráfico que soy, no le hace justicia. Es un meme porque tiene un dibujo y debajo un mensaje breve, para que se lea rápido, mientras uno está scrolleando”, explica Maxi Falcone a Rosario/12.

Humorista del colectivo Alegría, diseñador gráfico y digital de Revista REA, con Instagramsci el dibujante rosarino agrega un paso más, diferente y complementario, del que significó Esquizomedia (Rabdomantes, 2020). Según cuenta, “siempre tengo problemas para recordar nombres y apellidos, así que inventé algunas técnicas que me permiten recordarlos. Me pasó que al querer citar a Gramsci no lo tenía en la punta de la lengua, así que empecé a asociarlo con palabras conocidas. Ahí surgió ‘Instagramsci’, a partir del juego con palabras cercanas, y el título me sonó de lo más gracioso. Dicho sea de paso, se le ocurrió a mucha gente antes, pero de esto me enteré después. En ese momento me fui rápido a un bar a dibujarlo, lo subí a las redes y pegó. Sumé un montón de seguidores en la fanpage, porque esto era en Facebook (risas). Por el efecto que tuvo, hice un par más, funcionaron bien y empecé a hacer una serie. Y lo usé también como un recurso para bajar línea, cuando en el 2018 estábamos muy a flor de piel con el clima político, que no era tan aburrido como ahora. Queríamos protestar y decirnos cosas y estábamos muy divididos”.

-Un proceso creativo que responde a cierta intuición, tus trabajos son muy vivenciales.

-Me pasa que cuando hago algunos de los dibujos lo primero que me viene a la cabeza es el momento en que estaba haciéndolos. Lo del bar fue así, literalmente. En todas las historietas que hice previas a Instagramsci y que se resuelven en el libro anterior (Esquizomedia), el personaje y protagonista soy yo. Siento que vengo de alguna escuela donde la gente escribe sobre sí mismo. No sé, probablemente a fines de los ’90 y principios del 2000, éramos muchos los lectores de (Robert) Crumb y hacíamos eso. Nos poníamos a nosotros como personajes. Yo lo desarrollé incluso en la época de los blogs, siempre escribí de esa manera. Pero acá el personaje no soy yo, y el primero que se me vino a la cabeza fue un adolescente. Hoy por hoy las redes sociales como IG no la usan sólo los adolescentes pero en ese entonces era más fuerte la presencia de los jóvenes. Me lo imaginé a un adolescente sacándose fotos diciendo “Acá con mis amigos Karl Marx y Lenin”. Me pareció gracioso y ése fue probablemente el disparador.

-En el prólogo referís tu experiencia política con Ciudad Futura, y con una mirada fuertemente crítica.

-En ese momento era parte de Ciudad Futura, no sólo como militante sino que trabajaba como asesor. Y esto me agarra en el momento en que me estoy yendo del partido. Me voy y muy enojado, bastante mal. No podía no hacer referencia a lo que estaba haciendo y viviendo, y sentí la necesidad de contarlo en el prólogo, porque era algo que releía después en los dibujos, en los memes. De hecho, en un principio pensé en quién me podía hacer el prólogo, si algún artista o conocido, pero me pareció que estaba tan fuerte la vivencia de lo que había hecho que quería hacerlo yo, para darle un poco de orden a todo eso que estaba ahí. Así que conté mi experiencia en el partido y de alguna manera en la política, porque ni antes ni después fui partícipe de otro movimiento o partido. No sé si podía pasarlo por alto.

-Recuerdo un posteo donde contaste que durante la presentación del libro en Buenos Aires, alguien te comentó que de ser editor no te hubiera publicado el libro con este prólogo.

-Alguien se me acercó y creo que fue atinado, lo entiendo desde su perspectiva, diciendo: “qué pena que agarraste por este lado, que contaste esto, cuando es un accidente, a diferencia de todo lo que podés decir sobre Gramsci y la historia de la izquierda”. Pero yo no soy un militante, soy un artista, y no puedo dejar de lado lo personal, lo que se siente y lo que se piensa. No puedo pensar desde los intereses y decir “a lo mejor no me conviene contar esto porque me ganaría tal o cual enemigo”, tengo que ir adelante y ganarme los enemigos que sean. Ya fue.

-De hecho, en el libro hay toda una reflexión de época, con Gramsci en un contexto contemporáneo. ¿Cómo no pensar en lo que pasa con la izquierda, más aún en el caso rosarino?

-Lo más impresionante es la presencia de la derecha como nunca la tuvimos en nuestros 40 o 50 años de vida. Creo que nunca hemos visto a alguien, como sucede hoy, decir abiertamente: “soy de derecha, quiero el libre mercado, quiero que el estado desaparezca, que se termine el gasto público, cuando llegue al gobierno voy a hacer una reforma laboral y previsional y todos se van a morir excepto el grupito de las familias que tenemos los medios de producción”. Es impresionante cómo ese discurso tan duro está tan presente, fuerte, moderno y tan cool, porque son como gente copada.

-El libro permite una variación en el abordaje de los temas y de a poco se aleja del uso de “selfies”.

-Cuando ya estaba produciéndolo, dispuesto a hacer no sé si uno por semana, quise que hubiera un mensaje optimista, lo cual siempre es algo muy difícil. Quería que el chiste fuera gracioso, gramsciano y de actualidad. ¡Horrores me costaba! Pero pasaron algunas cosas interesantes que me hicieron zafar un poco. Me acuerdo cuando casi se aprueba la ley del aborto, las revueltas en Latinoamérica, y otras cosas de la actualidad que fui reflejando. Cuando fue el golpe de estado en Bolivia no pude decir nada porque me pareció tristísimo y horrible. Por otro lado, lo que veo como llamativo es la evolución del dibujo y fundamentalmente de la tipografía, sobre las últimas tiras aparece una tipografía que es mía, a la que desde entonces estoy trabajando. Lo del estilo es siempre perseverar en el error, el camino es ése y creo que excede al dibujo mismo. Pero se nota una mejoría en los últimos chistes, que fueron en el 2020, con la pandemia y el aparecimiento de la política por los medios digitales. Era algo que ya sucedía con los debates por las redes, pero con las calles desiertas ahora los debates con una perspectiva más global estaban las redes, y eso empecé a reflejarlo; así como a hablar de las nuevas derechas, un fenómeno de lo más interesante y creo que aparecido en las redes y los medios digitales.

Por estos días y entre otras tareas, Falcone pergeña con el Colectivo Alegría una novedad: “Estamos trabajando en una nueva versión en papel de Revista Cancelado, de la que hasta ahora salió un único número. Va a ser más chiquito y rápido, con 16 páginas formato tabloide”. El último chiste/meme/cuadro de Instagramsci muestra a su personaje alejándose, como un alter ego del autor pero también de quienes leen. ¿Hacia dónde seguir? ¿Eh? Algo bastante parecido con lo que por estos días se respira.