Sergio Massa está convencido de que el tipo de cambio oficial necesita una corrección. El nivel actual quedó desbordado por la crisis y sin nuevos estímulos será difícil superar las presiones del mercado y de actores económicos que los reclaman y los esperan. Además, el escenario internacional empuja en la misma dirección. El aumento de las tasas de interés en Estados Unidos está fortaleciendo al dólar frente a las monedas de países que comercian y compiten con Argentina y eso tiende a complicar más las cosas. Ese diagnóstico abre distintas opciones, que son las que discuten economistas del gobierno a partir de la oxigenación política que suponen los cambios de gabinete, bajo el entendimiento de que todas las patas de la coalición esta vez están alineadas. Todos parecen tener claro que no pueden malgastar la bala de plata, que fue empoderar a uno de los jefes del espacio para que juegue las fichas que quedan.
Devaluar
"Tuvimos los efectos negativos de una devaluación sin devaluar", es una de las premisas sobre la mesa para la definición de las nuevas medidas económicas. Lo ideal sería ahora invertir los términos para capturar los beneficios. Es decir, devaluar sin pagar costos. "Si pudiéramos llevar el tipo de cambio mayorista desde los 131 pesos actuales a 150, una corrección del 15 por ciento, o lo que sería en el oficial de 138 a 160 pesos, y al mismo tiempo contener el impacto sobre precios, con la fuerza política que nos da la llegada de Massa, con sus contactos con el empresariado, en el marco de un acuerdo social, el camino que sigue resultaría más fácil de transitar", analiza uno de los economistas involucrados en el debate de las próximas acciones.
El tipo de cambio real multilateral, es decir la competitividad cambiaria de Argentina en relación a países que son socios comerciales, se degradó hasta 93 puntos en comparación con el momento base, que fue después de la devaluación de Alfonso Prat Gay en diciembre de 2015, al inicio del gobierno de Macri. Si se corrigiera ese desfasaje e incluso quedara algún margen, los sectores productivos tendrían mayores incentivos para liquidar las divisas y elevar las exportaciones. Eso ayudaría a estabilizar la situación cambiaria. Despejar factores de incertidumbre operaría como un incentivo a la actividad económica.
Por otra parte, el escenario internacional genera más presiones devaluatorias por la suba de tasas de interés en Estados Unidos, el fortalecimiento del dólar y la pérdida de valor del euro, el real y otras monedas. Ese proceso seguramente seguirá los próximos meses y el atraso del peso en relación a sus socios sería más significativo.
Sin embargo, a pesar de todos esos elementos que forman parte del debate entre los economistas del gobierno, el salto cambiario a lo Fábrega, el ex presidente del Banco Central que propició la devaluación de 2014, se visualiza como una opción de máxima, en caso de contar con apoyo de organismos multilaterales que acerquen divisas para fortalecer las reservas.
Sin un respaldo amplio, tanto del Frente de Todos, como externo y de actores del poder económico y financiero, los riesgos de devaluar y no poder contener la situación son demasiado elevados, reconocen en el oficialismo. Incluso con esos eventuales apoyos, el desafío de contener la inflación, no ya aspirar a bajarla rápidamente, sería mayúsculo.
"El mercado siempre se puede preguntar si la devaluación va a seguir, como le pasó a Macri en 2018 y 2019. Para ajustar el tipo de cambio hace falta mucha fuerza política, mucha coordinación, un programa sólido que lo enmarque, y por ahora no es el caso", asegura uno de los economistas que desalienta la alternativa de una corrección cambiaria más veloz, aunque sea acotada.
Desdoblar
“Necesitamos construir un sendero hacia la unificación cambiaria. Un desdoblamiento temporario entre un dólar comercial y otro financiero es un camino posible. Para eso hace falta presentar un plan de estabilización con tasas de interés positivas y un programa antiinflacionario potente. Ahora con Massa hay más posibilidades porque tiene poder político. No es lo mismo que convoque a las grandes industrias formadoras de precios un secretario de Comercio que dura quince días a que las llame Massa”, evalúa el economista Sergio Chouza, de la Consultora Sarandí.
La idea de desdoblar el mercado de cambios para que exista un dólar comercial, por donde pase el grueso de las operaciones de la economía real, la compra de insumos, las importaciones y las exportaciones, y otro financiero, libre, para atesoramiento y turismo, es considerada como una estrategia gradualista para descomprimir las presiones hacia una devaluación y ayudar a bajar la brecha con los tipos de cambio financieros. Daría tiempo a acumular reservas, por la mayor liquidación de exportaciones al despejar la incertidumbre, y avanzar después con una reunificación a un solo dólar que resulte competitivo y confiable.
Este esquema está bajo análisis, pero también hay detractores en filas del gobierno a una jugada así por las dificultades de administración que presentan los sistemas de tipo de cambio desdoblado. El peligro es que el Estado no sea capaz de evitar maniobras de filtración de un tipo de cambio a otro, perdiendo efectividad la medida, y en lugar de ser un tránsito amortiguado hacia una corrección cambiaria termine propiciando una devaluación brusca con costos muy superiores.
Estimular
Cuando el Banco Central presentó los beneficios para la liquidación de soja, hasta el 31 de agosto, Massa propuso en el gobierno extender la medida al resto de la economía: industria, minería, producciones regionales, todos los rubros que generen exportaciones e ingreso de divisas. La propuesta de quien ahora es ministro de Economía fue darles a todos ellos la posibilidad de comprar dólares a la cotización del solidario -238 pesos este viernes- por el equivalente al 50 por ciento de sus ventas al exterior menos las retenciones.
Grandes industrias que son productoras de insumos difundidos para el sector fabril, como chapas, hierro, acero, vidrio o cartón, que generan presiones inflacionarias, se verían favorecidas por una medida de ese tipo, mientras que el gobierno podría reclamar a cambio un freno en las remarcaciones que ayude a regenerar expectativas en materia de precios.
Massa tiene preparadas quince medidas económicas para anunciar a partir del miércoles. Las más fuertes serán sobre dólar e inflación, en este último caso, con la búsqueda de un acuerdo social que baje la espuma de aumentos del último mes, en el cual la mayor parte de la economía ajustó precios a un ritmo de una vez por semana. También analiza recomposiciones puntuales de ingresos para sectores populares, como se hizo esta semana con el plan Potenciar Trabajo.
En relación al dólar, la decisión es establecer una suba del tipo de cambio oficial para la producción, mediante alguno de los esquemas mencionados anteriormente: apurar el ritmo de devaluación -aunque no parece la primera opción si no, eventualmente, una alternativa para cuando haya mayor poder de fuego con las reservas-, disponer un desdoblamiento cambiario formal o, lo más probable, empezar con estímulos al estilo del dólar soja.
La política
"Unificar la conducción económica es positivo. Genera un esquema de confianza. Se toman las riendas de la situación. Se recupera iniciativa que se había perdido de manera estrepitosa. Pero hay que mostrar que los cambios no son parches, sino parte de un programa integral, sólido y con respaldo. Es evidente que hay una decisión conjunta de la fuerza para esto. Eso configura un mensaje bastante potente", analizan el nuevo escenario en el Ejecutivo.
Cerca de Cristina Kirchner interpretan que sin la entrada de Massa, la gobernabilidad estaba en riesgo y que las chances de un estallido devaluatorio e inflacionario mucho más grave del que se produjo eran significativas. Si las cosas salen bien, el tigrense será candidato a presidente en 2023. Si salen mal, la vicepresidenta podría aceptar ser la que asuma ese lugar, aunque se afirma que no es lo que busca en este momento. La apuesta, ahora, es que la crisis se disipe y el Frente de Todos tenga una nueva oportunidad.