Desde el inicio de la campaña de vacunación Argentina recibió 128.192.630 dosis. De ese total informado por el Ministerio de Salud, los laboratorios domésticos participaron en la elaboración de más de 30 millones. En un momento de excepción, el país se ubicó como un destino deseado por las grandes compañías extranjeras por sus capacidades tecnológicas instaladas y la tradición de los recursos humanos de excelencia. Como ya pasó la emergencia, aunque Richmond y mAbXience actualmente no elaboran nuevas partidas de Sputnik V y AstraZeneca, podrían retomar la fabricación si el escenario epidemiológico así lo obligara. Según lo aseguran desde ambas firmas, garantizar el autoabastecimiento y la exportación a los vecinos de la región ya no sería una tarea titánica ni mucho menos.
Por otra parte, una mala y una buena: al mismo tiempo que el acuerdo entre la doméstica Sinergium y el Institute of Biological Products de China para producir la Sinopharm en suelo local avanza a paso lento; los ensayos de la Arvac Cecilia Grierson, la fórmula ciento por ciento de bandera, promete estar lista en 2023. Los acuerdos que el Gobierno realizó para la adquisición del resto de tecnologías (Pfizer, Moderna, CanSino) permitieron inmunizar a toda la sociedad y, en el presente, Argentina es uno de los países de la región que mejor han protegido a su población. En el continente americano, solo se ubica detrás de Cuba y de Chile, con el 83 por ciento de la sociedad inmunizada con esquema completo.
Sputnik V: clave en la expansión regional de Richmond
El Centro Gamaleya de Rusia fue el primer socio de Argentina, al facilitar la llegada de las Sputnik V. Desde que se inició la pandemia, el Estado recibió 14.683.210 vacunas: 10.490.055 dosis del componente 1 y 4.193.155 del 2. A nivel local, Laboratorios Richmond, liderada por Marcelo Figueiras, fue la firma que participó del proceso productivo y, en concreto, se encargó la de la finalización: el filtrado, el llenado y el envasado de la fórmula. Desde su planta en Pilar elaboró nada menos que 7.696.195 dosis, de las cuales el 80 por ciento correspondieron al segundo componente. La compañía tuvo un desempeño clave para completar el esquema inicial de dosis, ante los retrasos en las entregas previstas desde Moscú. Operó como rueda de auxilio en un contexto epidemiológico complejo.
Hacia fin de este año, Richmond culminará la construcción de una nueva planta biotecnológica, con capacidad para fabricar 500 millones de vacunas contra la covid y expandir la cartera de productos sanitarios contra otras enfermedades. Figueiras lo explica de este modo: “No estamos elaborando Sputnik V en este momento, terminó la emergencia. Hoy seguimos trabajando en la planta de biotecnología que va a producir vacunas de diversas plataformas, entre ellas las de covid, dentro de una gama de productos. Es un hub de vacunas regional multiplataforma que trabajará para toda América Latina”.
Luego, en exclusiva con Página 12, comenta: “Haber participado de la elaboración de un bien tan fundamental y necesario para la gente es un orgullo enorme. Se trató y aún se trata de la campaña de vacunación más grande de la historia. Las vacunas para la covid pasarán a constituir un producto más de todos los que vamos a fabricar. La voluntad de Richmond sigue siendo contribuir en pos de la independencia sanitaria”, sostiene el empresario.
En el presente, la compañía cierra contratos con otros grupos privados para diseñar productos biotecnológicos y terapias para atender diversas patologías, como HPV y gripe. Si el coronavirus así lo obligara, Richmond estaría en condiciones de realizar buena parte del proceso productivo de las vacunas para prevenir el Sars CoV-2 en territorio doméstico.
AstraZeneca, el acierto inicial
Como durante el primer tramo de la pandemia el laboratorio anglosueco no tenía la capacidad para afrontar la demanda mundial de la vacuna elaborada junto a la Universidad de Oxford, realizó alianzas con firmas de diferentes naciones.
A nivel local, la sustancia activa fue fabricada por el laboratorio mAbxience, que pertenece a Grupo Insud (del empresario local Hugo Sigman) y desde marzo también al grupo alemán Fresenius Kabi. Aunque la planta en Garín había sido inaugurada con otros objetivos en febrero de 2020, un mes más tarde el contexto de excepción obligó a un golpe de timón. A partir de un acuerdo con AstraZeneca, mAbXience se encargaría de la elaboración de la fórmula y Liomont, la firma mexicana, completaría el circuito haciéndose cargo del envasado y la producción. En la práctica, como México tuvo problemas para completar su parte por falta de insumos, el resto del procedimiento también se realizó en Estados Unidos.
Asimismo, según el proyecto original, ambas naciones latinoamericanas se proponían fabricar 150 millones de dosis, para ser repartidas en la región con excepción de Brasil. Como resultado, mAbxience fabricó 210 millones de dosis y Argentina obtuvo 22.5 millones. En total, arribaron al país 29.643.700 dosis de AstraZeneca: a las elaboradas en suelo local hay que sumar 580 mil de AstraZeneca-Covishield; 3.040.800 provistas por el mecanismo Covax de la OMS; 2.202.800 donadas por España; 811.000 donadas por México y 549.600 por Canadá.
Según comentaron a este diario fuentes de mAbxience, en el presente ya no se fabrican dosis de AstraZeneca. De la misma manera que con Richmond, si la situación lo ameritara, las capacidades biotecnológicas podrían dar respuesta a nueva crisis con mayor celeridad.
Lo de Sinopharm, todavía muy frío
De la vacuna china llegaron en total 31.672.800 dosis: 30 millones a partir del contrato bilateral entre los gobiernos y la cantidad restante a través del mecanismo Covax. Desde hace meses, el objetivo es elaborar la vacuna china en Argentina; para ello, el Gobierno avanzó en un acuerdo con el Institute of Biological Products y Sinergium Biotech (de Sigman). En teoría, estaría en condiciones de producir un millón de dosis semanales y una de las principales ventajas que entusiasman es que cuenta con contactos regionales para la exportación hacia naciones como Uruguay, Paraguay, Bolivia y Ecuador.
A la fecha, si bien se firmaron acuerdos entre los países, todo se encuentra en tratativas técnicas. Restan saber detalles fundamentales relacionados a qué se fabricará y cómo; es decir, si llegará el principio activo desde aviones provenientes del gigante asiático, o bien, si toda la fabricación correrá por cuenta de manos locales. Todavía no realizó la transferencia tecnológica. Desde la cartera sanitaria argentina aguardan que ese vínculo comercial que se generó con Beijing a partir de la pandemia pueda habilitar a la realización de más acuerdos científico-tecnológicos relacionados con el diseño de fármacos.
A las cifras mencionadas de las dosis de Sputnik V, AstraZeneca y Sinopharm, deben sumarse las 20.649.060 de Moderna, las 1.704.000 de CanSino y las 22.118.610 de Pfizer.
Cecilia Grierson: el refuerzo más esperado
A fines de marzo pasado, el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Daniel Filmus, en conjunto con la titular de la cartera sanitaria, Carla Vizzotti, anunciaron que el proyecto para desarrollar una vacuna anticovid ciento por ciento argentina superó con éxito la fase de estudios preclínicos y logró la aprobación por parte de Anmat para avanzar hacia los estudios de fase 1. Hoy en día la iniciativa autóctona, bautizada Arvac-Cecilia Grierson (en homenaje a la primera médica del país), realiza la evaluación de seguridad, tolerabilidad e inmunogenicidad en el marco de estudios clínicos en humanos. Es desarrollada por un equipo científico de la Universidad Nacional de San Martín liderado por la Investigadora del Conicet Juliana Cassataro. Según se prevé, en 2023 será utilizada como refuerzo eficaz contra las variantes que circulen en el futuro.
Además de la tecnología creada en el Instituto de Investigaciones Biotecnológicas de la UNSAM, se halla la fórmula monodosis diseñada desde el Instituto Leloir; la Argenvac, del Conicet y la Universidad Nacional de La Plata; así como también, una vacuna de segunda generación, elaborada a partir de la participación de diversas instituciones como el Conicet, el INTI, el INTA y el Instituto Leloir.
Las cuatro líneas recibieron apoyo del Gobierno y del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, a través de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación. A partir de la covid y con otras epidemias tocando la puerta –la viruela del mono ya provocó la declaración de emergencia sanitaria internacional– contar con tecnologías propias puede significar una enorme ventaja en el mapa geopolítico mundial. Y no solo una ventaja, sino también un alivio.