Leda Berlusconi estudió periodismo "casi por descarte". Así lo confiesa en su libro Bolivia, el Che y una historia no contada, de editorial Marat. Se recibió de licenciada en Comunicación Social en 1987. La recuperación democrática la encontró estudiando cuando las aulas se llenaron de historia: desapariciones, violencias y resistencias. "Faltaba gente, faltaban hermanos, hijos, amigos. Nuestra generación debía hacerse cargo de eso", rememora en la página 60. El derrotero la llevó desde APDH, a las largas charlas con el cura Santiago Mc Guire (cuyo secuestro en 1978 comienza a juzgarse mañana en la causa Guerrieri IV), a la colaboración con Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. El interés por el pasado candente la hizo investigar sobre el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y en esas estaba cuando conoció a Luis Mattini, en 2006. Desde entonces fueron amigos "inseparables". Por un deseo de él buscó con denuedo al mayor Rubén Sánchez Valdivia, que había sido militar boliviano, luego revolucionario y exiliado. Fueron a visitarlo a Cochabamba en 2013 y escuchó una historia de primera mano sobre el Che en Bolivia. Así nació el libro que se presentará este jueves, a las 19, en Distrito Siete (Ovidio Lagos 790), con la presencia de Quique Pesoa y el guitarrista Marcelo Stenta.
“Yo venía trabajando y colaborando en investigaciones referidas a la historia del PRT con la intención de armar algún material de archivo. Algo venía removiéndose en mí en referencia a todo el material que había logrado archivar y que alguna vez debía ser volcado en algún formato. Y venía acompañándolo mucho a Luis Mattini en otras cuestiones, como los juicios, el acompañamiento que requiere la gente que está tratando de recordar cosas que han provocado situaciones de tortura en todos los sentidos, no solo física", cuenta Leda sobre los antecedentes del libro. Estaban recorriendo Zárate, cuando Mattini le dijo "acá estuve con el mayor Sánchez". La pregunta de Leda fue la más lógica: quién era el mayor Sánchez. "Él me dice que era un militar boliviano con el que trabajó mucho, que quedó a su cargo y al que ayudó a salir al exilio, con la que se reencontró en Italia, los dos exiliados. Creía que estaba muerto, porque nunca más se habían visto", sigue el relato de Leda que es frondoso como uno de los árboles de su casa en San Marcos Sierra.
Leda es también productora. Lo ha sido en muchos programas que condujo y conduce Pesoa, su compañero de vida. Emprender una búsqueda era un desafío. "Empecé a desandar los caminos de él, dónde estuvo, hasta que lo localicé en su casa de Cochabamba y Luis dijo que viajáramos a verlo. Y bueno, viajamos". Sánchez tenía entonces 88 años.
El libro está escrito en primera persona, por momentos es un diario de viaje, en otros recupera la historia de Bolivia o de las organizaciones revolucionarias, siempre con un tono cercano, donde la curiosidad lleva el relato. Y además de Sánchez, el otro protagonista del libro es su amigo Mattini, quien fue dirigente del PRT y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), autor de muchos libros que revisan esa historia, como Los perros: memorias de un combatiente revolucionario y su continuación Los perros 2. Memorias de la rebeldía femenina de los ‘70.
Leda subraya el rol protagónico de Mattini en el PRT/ERP. "Cuando lo matan a (Mario Santucho), Luis ya tenía la consigna de que era el sucesor y queda a cargo de todo el partido, no solamente para continuar la militancia, sino para tomar, en un momento, la decisión de darle fin a esa lucha", define Leda.
Esa es la relación con Sánchez, quien, tras conocer al Che, siendo mayor del Ejército de Bolivia, tomó decisiones revolucionarias. Así lo cuenta su hija Loyda en la contratapa del libro. "La guerrilla del Che generó en él y en sectores del ejército el interrogante de por qué debía ser gente de fuera la que viniera a luchar por los de adentro. Esto cambiaría para siempre su perspectiva del rol de un Ejército Nacional, por lo que en adelante estuvo al lado de los generales (Alfredo) Ovando y (Juan José) Torres", cuenta Loyda y retoma palabras de su padre: "Luché porque mi conciencia me conciencia me señala que primero está el pueblo". Con el avance de las dictaduras latinoamericanas, Sánchez queda a cargo del PRT de Bolivia, y tiene que tomar, también, la decisión de disolverlo.
"Entonces, ellos dos son las dos figuras que definen esa especie de final de capítulo de la historia", resume Leda, que iba a acompañar a su amigo en un reencuentro. "Yo realmente pensé que iban a hablar todo el tiempo del PRT", continúa el relato. "Hasta que en un momento, Luis me dice... 'Bueno, Sánchez te puede contar como capturaron al Che porque él fue el encargado'. Entonces yo le pregunté", sigue la historia Leda, que cuenta los pormenores de esa charla en el libro.
"Él empieza el relato con mucha calma y explica toda la situación, que en realidad no lo mandaron a capturar al Che, sino que la dictadura que gobernaba en ese momento creía que había unos bandidos que habían tomado una zona de muy difícil acceso y que él por su entrenamiento podía acceder. Lo mandan a él, que estaba entrenado Casa de las Américas, era un militar de alto rango que llega a ser mayor. Por su propia condición de boliviano venido de una familia humilde y por su entrenamiento como militar, sabía leer todo el paisaje, tenía un conocimiento exhaustivo de la región", precisa Leda. El relato de Sánchez paró en el momento en que comunicó a su jefe que le parecía que ahí había hombres del Che Guevara.
Allí decidió parar, y llamar a su hija. Loyda nunca lo había escuchado hablar del tema, así que faltó a trabajar para escucharlo. Leda y Loyda grabaron todo. "Esta historia me hace replantearme por qué todos creemos que el Che fue a Bolivia a generar un foco revolucionario para armar la revolución desde ahí, si no fue realmente a eso. Entonces, me planteo que tengo una información importante y que tengo que pensar qué voy a hacer con esa información", cuenta ahora Leda, que siguió con su vida varios meses, hasta que Loyda le escribió porque su padre había muerto. En esa conversación, la animó a escribir lo que había escuchado.
En la desgrabación, Leda se dio cuenta "de toda la información que había en referencia a la historia de quiénes entregaron al Che". Supo que debía publicarlo. "Eso me convocó a sentarme a pensar en un material que pudiera llegar al común de la gente, que no fuera un ensayo periodístico, sino que fuera algo que pudiera leer una persona que no tuviera nada que ver con el tema". Y lo que logró.
Sin detenerse tanto en la historia del Che, sino profundizando "en el legado que deja el Che en esa generación, que son Luis y Sánchez, y también en una serie de preguntas que te podés hacer a lo largo de este relato sobre por qué el Che no interpretó que la lucha armada estaba caduca". Lo que dice Leda -y ejerce en su libro- es que hace falta contexto, para no entrar en la mitología. "Me parece que parte de la situación en la que estamos a nivel sociopolítico tiene que ver con que el repaso que hacemos de esa historia es siempre superficial, efímero, quedándonos en los mitos. No se trabajan las doctrinas, las ideas, las enseñanzas, los replanteos. En este caso, cuando el Che decide bajar a Bolivia, a empezar de nuevo y ese es el punto clave que yo intento rescatar", resume la autora.