En las provincias del noroeste argentino se rinde culto a la Pachamama con la realización de ceremonias milenarias, en las que se ofrendan a la Madre Tierra todo tipo de comidas, bebidas y hojas de coca.
Pachamama, o Madre Tierra, es la diosa femenina de la tierra y la fertilidad, una divinidad agrícola y ganadera benigna concebida como la madre que nutre, protege y sustenta a los seres humanos.
El rasgo maternal de la Pachamama pareciera ser una construcción sobrevenida en el periodo colonial, en asociación con la Virgen María, construcción que ha sido interpretada como sincretismo cultural, por ello en Catamarca la Pachamama se puede identificar con la Virgen del Valle, de la Candelaria/Copacabana, o bien de Urkupiña.
Este culto en el altiplánico Aymara se remonta a 6000 años antes de Cristo, en cambio en el NOA, se remite a 2000 años antes de Cristo, con el asentamiento de las poblaciones agrícolas/ganaderas.
En la tradición de los pueblos andinos, la Pachamama es la deidad de la agricultura comunal, fundamento de toda civilización. Es la más popular de las creencias que aún sobrevive con fuerza en las provincias del noroeste argentino.
También, la divinidad Pachamama representa en su conjunto a la Tierra (como los vientos, los rayos, las montañas sus cimas, etc.) así como a la naturaleza.
Al estar vinculada con fenómenos naturales, no es una divinidad solamente, sino que es una conjunción de múltiples divinidades, presente en todos los lugares. No está localizada en un lugar específico, pero se concentra en ciertos lugares como manantiales, vertientes, o apachetas.
Para los pueblos andinos, la Pachamama es una deidad cercana y cotidiana, que actúa directamente y por presencia, y con la cual se dialoga permanentemente, ya sea pidiéndosele sustento o disculpándose por alguna falta cometida en contra de la tierra y todo lo que nos provee.
Según las creencias no solo propicia la reproducción del ganado, sino que también orienta al arriero, cuida sus rebaños, le ayuda a encontrar a los extraviados, en suma Pachamama es un ser vivo que si se respeta proveerá de alimentos y vida.
Es una divinidad protectora y proveedora; cobija a los seres vivos, posibilita la vida y favorece la fecundidad y la fertilidad. A cambio, ésta ayuda y protege al pastor, al agricultor y a todos aquellos que viven de ella, por ello están obligados a ofrendar a la Pacha parte de lo que recibe, no sólo en los momentos y sitios predeterminados para el ritual sino, particularmente, en todos los acontecimientos culturalmente significativos, configurándose así una suerte de reciprocidad.
Las principales ceremonias en honor a esta celebridad se realizan al inicio de la siembra y cosecha, y en las marcadas y señaladas de la hacienda denominándose Corpachada, que significa el “pago a la Pachamama” o “darle de comer a la Pacha”.
Por ello, cada 1 de agosto o durante todo este mes (inicio del año agrícola) es cuando se alimenta a la Pachamama, para lo cual se hace un hoyo o se entierra una olla de barro con comida cocida, junto a hojas de coca, alcohol, vino, cigarros y chicha, entre otras cosas. También es costumbre que los festejantes usen cordones blancos y negros –atados en los tobillos, muñecas y cuello- confeccionados con lana de llama hilado hacia la izquierda (hilado zurdo).
Esta celebración festiva a la Pachamama, con elementos diversos que la hacen un ritual complejo que va de lo andino a lo evidentemente mestizo, propicia el convivir con lo cotidiano y no cotidiano, dado que a partir de agosto el aumento de la temperatura nos predispone estacionalmente a la felicidad de los sentidos que se expresan a través de la danza y al música.
*Arqueólogo