En Lemonade, su último disco de estudio hasta hace unos días, Beyoncé compartía con Kendrick Lamar un incendiario tema titulado "Freedom" ("Libertad"). En ese entonces era 2016 y el crecimiento de Donald Trump aparecía como una amenaza para la comunidad negra estadounidense; entonces, la diva pop se plantaba fuerte en el final de un disco principalmente dedicado al camino que va de la sospecha al enojo y de allí perdón (por una infidelidad de su marido, el rapero Jay-Z). "Formation", otro de los tracks de ese álbum, llamaba a las mujeres a encolumnarse ante la posibilidad de la pérdida de derechos.
Seis años después, ese panorama cuasi distópico que Beyoncé (y Kendrick Lamar también) podían intuir ya está instalado: no hay más que mencionar a George Floyd y a la Corte Suprema revocando Roe vs Wade para recordarlo. Pero el rapero de Compton ya se desmarcó del rol (nunca reclamado) de vocero de la comunidad negra con Mr. Morale & the Big Steppers, aparecido en mayo. Y entonces Queen Bey anunció un álbum llamado Renaissance y en la lista de temas aparecía el título "America Has a Problem" ("Estados Unidos tiene un problema").
Claro que Beyoncé no es Joan Baez y no hacen falta más que unos segundos de "I'm That Girl", el tema que abre el álbum, para entender a qué renacimientos parece referirse. En el disco, Beyoncé se mete en la discoteca y no está dispuesta a salir de ahí hasta que medio planeta entienda de una vez que bailar también puede ser un acto político. En lugar de preguntar enojada dónde está la libertad, aquí Bey decide ejercerla y, de paso, convidar a toda una comunidad a compartirla. Las 16 canciones del álbum vienen pegadas (aunque no mezcladas), lo cual constituye otro mensaje para el oyente: no pares de moverte hasta que el cuerpo se imponga a la mente, porque entonces el enfoque de tu pensamiento habrá cambiado.
El álbum está repleto de referencias / homenajes a la música negra bailable, desde el funk y el disco de los '70 hasta el house de fines de los '90, aunque también se cuelan el trap, el soul y el hip hop. Ella se encargó de hacer saber que el álbum era una suerte de tributo a su tío Johnny, quien la introdujo a la cultura discotequera queer antes de morir de una enfermedad relacionada con el sida: "El tío Johnny me hizo el vestido / Ese Spandex barato / parecía un desastre", canta en "Heated", donde desborda sensualidad.
A los 41, Bey está que arde también en "Virgo's Groove", donde se mece en un track que por momentos recuerda a Everything But The Girl y suelta: "No hay nada que quiera como te quiero a vos / una psíquica acertó, me dijo que tenemos cosas que hacer / No tenemos tiempo como antes / Pero todavía brillamos como antes / Y todavía rechinamos como antes / Y cortamos lazos cuando lo necesitamos / Pero te necesito más en mí y a mí en vos".
Aunque en otro tono, el resto del álbum también es sensual y sexual, y una celebración del amor en diversas formas. "Dominar es el mejor modo de ganarte / Perdón por lo de ayer, ahora vamos más dulce / Sos un pastel dulce, vení y dejame que te coma", incita en "Summer Renaissance ", antes de entregarse a la melodía que Giorgio Moroder y Pete Bellote crearon para Donna Summer en el inmortal himno disco "I Feel Love".
Grace Jones, otro icono de la era de las bolas de espejos, aparece en "Move", al igual que la "recién llegada" Tems. "Cuff It" también remite al dancefloor de fines de los '70, por lo que no extraña leer el nombre de Nile Rodgers en los créditos. El guitarrista de Chic, entre otras cosas, fue productor del primer álbum de Madonna, cuyo aura en la época de "Vogue" sobrevuela en parte de "Alien Superstar". Ahí Bey se presenta como la vara de medición para las "perras sexies" y plantea que ni vale la pena competir con ella. "U-N-I-C-A", dice de sí, con ese empoderamiento que ya había transmitido en "Cozy" y "I'm That Girl".
En "All Up in Your Mind" y "America Has a Problem", Bey visita una discoteca más contemporánea, la de la era del trap. Claro que lo hace a su manera: en el primer caso, la canción parece remixada por un Aphex Twin de buen humor; en el segundo, el bendito hihat a hipervelocidad, algún efecto vocal, los graves bestiales y el rapeo conviven con una melodía que le habría encantado componer a Moroder.
A veces a Bey se le va la mano con lo de integrar géneros. Claro, con semejante talento vocal se anima a cualquier cosa y no hace falta entender la letra para saber qué sensaciones la atraviesan. Pero "Summer Renaissance " y "Virgo's Groove" no dejan de sonar como un par de temas metidos en una licuadora. Y aunque "Pure / Honey" también suena como dos temas distintos, el mismo título sugiere que... en realidad son dos temas distintos.
Por el contrario, cuando todo está en foco, aparecen gemas como el single "Break My Soul". Allí la referencia es el bounce, una variante del hip hop surgida en Nueva Orleáns, y Bey la pone en primer plano al samplear a la rapera y productora trans Big Freedia. Y no se detiene allí: en la producción de "Cozy" cuenta con otra referente del género, la DJ trans Honey Dijon. El mensaje del tío Johnny dio sus frutos y, como decía otro personaje influyente, "mejor que decir es hacer".
Ah, y con respecto a "America Has a Problem", la letra no tiene nada que ver con el terremoto social, político y económico de los Estados Unidos de hoy. En realidad, toma el nombre de una canción (de Kilo Ali) a la que samplea, cuyo título también incluye la palabra "Cocaine" entre paréntesis. La letra, en la que se plantea a sí misma como adictiva, no es de lo más brillante del álbum. Pero no puede negarse que Beyoncé se siente empoderada y queda claro desde el mismo arte de tapa de Renaissance : Bey es una generala en bikini arriba de un caballo de hielo, dispuesta a ir a la batalla... en Studio 54.