El socialismo en Estados Unidos está viviendo su mayor auge en más de un siglo impulsado por movimientos de protesta social como el Occupy Wall Street de 2011, la irrupción de Bernie Sanders en el escenario de la política nacional en 2015 y por los impulsos sindicalistas en grandes corporaciones como Amazon o Apple. Todos ellos fenómenos que tienen como telón de fondo años de crisis económica e incremento de las desigualdades. El principal partido de esta ideología en el país, los Socialistas Democráticos de América (DSA, por sus siglas en inglés) celebra este año el 30º aniversario de su fundación y avanza ya hacia los 100.000 miembros, unas cifras que un partido socialista no conocía desde hace un siglo. El DSA tiene cuatro congresistas en la Cámara de los Representantes del Congreso de Estados Unidos y otros cien en los diferentes congresos de los 50 estados que componen el país.
Sanders, que a pocos meses de cumplir 81 años continúa sin estar adscrito a ningún partido, fue, sin embargo, el gran revulsivo del DSA y del socialismo en general en Estados Unidos. El senador por Vermont dio el salto a la política nacional en los años en que la onda expansiva de la crisis de 2008 aún causaba estragos. Todo había comenzado con el 15-M español de 2011, que cruzó el charco en septiembre con el Occupy Wall Street de Nueva York. En 2015, el último año de Barack Obama en la Casa Blanca, empezaban las primarias demócratas y el senador y exalcalde de Burlington en la década de los 80, dio el salto y se postuló como candidato frente a Hillary Clinton. El resto es historia conocida: Sanders perdió frente al establishment demócrata, pero reavivó una ideología que estaba muerta.
"Sin Sanders, el DSA no se habría convertido en la organización de masas que es hoy, más de 90.000 miembros, frente a los apenas 6.000 que tenía en 2015, antes de que él se postulara para las primarias demócratas", explica a Público el historiador de la Universidad de Georgetown de Washington Michael Kazin, que acaba de publicar en Estados Unidos una historia del Partido Demócrata (What It Took To Win, aún sin traducir al castellano).
Aunque Sanders no era un miembro del partido, "el DSA decidió apoyar su candidatura a las primarias del Partido Demócrata en 2016 y 2020", dice Ashik Siddique, miembro del Comité Político Nacional del DSA. "Lo hicimos sobre todo porque, aunque es un político formalmente independiente, eso mismo le ha permitido poder abogar, dentro del Partido Demócrata, por políticas más progresistas y contra el poder de las grandes corporaciones".
Siddique celebra que "Sanders ha logrado articular un discurso vertebrado en torno a las clases sociales, y él mismo, aunque no forma parte del DSA, se autoproclama socialista, lo cual es algo rarísimo si uno mira la historia de las últimas décadas en este país".
"Sanders desde luego se ha convertido (desde entonces) en el líder más popular de la izquierda de un modo en que ésta no lo había tenido yo creo que desde su héroe, Eugene Debs (1855-1926)", añade Kazin. "La diferencia es que Debs fue un socialdemócrata, pero también un socialista revolucionario, mientras que Sanders no lo es. En sus discursos tiene unas posturas no muy diferentes de las de Franklin Roosevelt [en los años 30 y 40], Lyndon B. Johnson (en los 60) o Martin Luther King, una corriente convencional del progresismo estadounidense".
El político de Vermont es el único socialista que forma parte del Senado. En la cámara baja hay cuatro miembros del DSA: Alexandria Ocasio-Cortez, Jamaal Bowmen (ambos diputados por Nueva York), Rashida Tlaib (por Michigan) y Cori Bush (por Misuri). Los cuatro forman parte de la llamada La pandilla (The Squad), el nombre oficioso que se le ha dado al grupo de los seis congresistas considerados más de izquierdas de la Cámara de los Representantes. Los otros dos serían Ayanna Presley (por Massachussets) e Ilhan Omar (por Minesota).
Según el libro de Kazin, el Partido Socialista de Eugene Debs tuvo su récord de miembros en 1912 con 118.000 afiliados. El padre del socialismo americano se llegó a presentar cinco veces a las elecciones para presidente de Estados Unidos. Precisamente en las de 1912, describe Kazin, Debs apostó sin ambages por abolir la empresa privada y el sistema de salarios y obtuvo un 6% de los sufragios. "Es la cima de votos que cualquier candidato marxista a la Casa Blanca ha recibido jamás", afirma el historiador.
Fueron años, no por casualidad, de un sindicalismo que empezaba a ser fuerte y que se consolidaría en los años de New Deal. Una situación muy diferente a la actual, que podría estar cambiando tras experiencias como las de Amazon y Apple. Con todo, el nivel del sindicalismo en Estados Unidos está bajo mínimos (sólo siguen siendo importantes en el sector de la educación pública). Según la Oficina de Estadísticas Laborales, la tasa de trabajadores asalariados afiliados a un sindicato fue del 10,3% en 2021; si se contempla sólo el sector privado, el porcentaje cae aún más hasta el 6,1%. En 1983, el primer año del que se dispone de datos comparables, la tasa fue del 20,1%. Y entonces, los años de Ronald Reagan en la Casa Blanca, ésos ya eran datos bajos. El país venía de los años 50 y 60, los años del desarrollo industrial americano, cuando la tasa de afiliación era superior al 30% y algunos estados industriales como Michigan y Washington llegaron a tener en 1964 unos porcentajes de afiliación sindical del 44,8% y 44,5%, respectivamente, unas cifras que hoy serían utópicas.
Sin embargo, esta tendencia podría estar empezando a cambiar después de la creación de los primeros sindicatos en grandes corporaciones como Apple y Amazon. La compañía de Jeff Bezos, la ahora segunda persona más rica del planeta, vio cómo el pasado 1 de abril se creaba un sindicato en una de sus plantas de Staten Island, en Nueva York, una iniciativa impulsada por un extrabajador de la firma, Chris Smalls, que ya es un hombre de moda y una especie de héroe nacional para un cierto sector de la clase obrera.
De momento, la envergadura de estas iniciativas es pequeña, pero los sindicatos mayoritarios del país confían en que sean los primeros destellos de un futuro auge sindical. El incremento de afiliados del DSA es otro indicador a favor de eso, puesto que desde su nacimiento el 20 de marzo de 1982, el DSA ha estado intrínsecamente unido a los movimientos sindicales.
* De Público