Pocas cosas cambian entre el primer y el último episodio de la primera temporada de Desparejado (Netflix), en la que Michael Lawson, un atribulado gay neoyorquino de cuarenta y pico de años interpretado por un atlético Neil Patrick Harris, debe asumir que su pareja de largo plazo con Colin (un también atlético Tuc Watkins) ha terminado.
Dos fiestas –la del festejo por los cincuenta años de Colin y la boda gay-judía de los Jonathans (amigos de la expareja)– enmarcan esta fantasía gay ideada por el exitoso productor Darren Star (Beverly Hills, 90210, Sex and the City y la más reciente Emily in Paris) y Jeffrey Richman (Modern Family). Con levedad, parpadeos de glamour y fugaces momentos eróticos, la nueva comedia sentimental de Star vuelve a los escenarios de Manhattan, aún más despoblados de conflictos políticos, raciales y sociales que en Sex and the City, lo que no es poco decir. En algunos episodios, como cuando Michael conoce casualmente a un millennial que quiere tener relaciones sexuales sin preservativos (pero con PrEP), se alude a un brumoso pasado de luchas y reivindicaciones colectivas entrevisto en comedias musicales de Broadway y películas.
La situación que plantea Desparejado es interesante: ¿qué hace un gay que orilla los cincuenta años y al que de un momento a otro, y sin darle razones claras, su pareja abandona? “Seguir adelante con una pequeña cicatriz”, le dirán los dos amigos, Billy (un meteorólogo televisivo narcisista y siempre a la caza de jóvenes en Grindr, interpretado por Emerson Brooks) y Stanley, el melancólico galerista de arte contemporáneo, solitario y encarnado maravillosamente por Brooks Ashmanskas. También Suzanne (Tisha Campbell, cuyo personaje crece de episodio en episodio), compañera de Michael en la agencia inmobiliaria. “Hombres, ¿los amamos por sus penes o por las citas?”, se pregunta filosóficamente Suzanne mientras escucha los lamentos de su socio.
Pese al estado de afligida perplejidad en que vive tras el alejamiento de Colin, Michael no se toma descanso. Gracias a Grindr y su buena estrella, no le cuesta casi nada encontrar nuevos compañeros sexuales e incluso candidatos a ocupar el lugar vacante, como el intenso maestro de escuela primaria que al quinto día pretende mudarse con él. Todos los cuerpos desnudos de la serie –esbeltos, depilados y blancos– parecen salidos de un sueño erótico de Eva Braun. A veces, en la soledad de su departamento, el personaje de la serie de Netflix ve series de Netflix.
Además de este cuarteto –que evoca inmediatamente al de Sex and the City– y entre el elenco de amantes ocasionales de Michael se destacan otros dos personajes, tanto que merecerían su propia serie. Claire, una desdeñosa millonaria del Upper East Side, es otra reciente “desparejada”. Después de años de matrimonio, el marido la ha dejado por una instructora de Pilates de la edad de su hije no binarie; en revancha, quiere deshacerse del lujoso departamento e iniciar una vida alocada que, en su guion mental, incluye besar a mujeres sin previo consentimiento, tomar éxtasis y subir imágenes de escenas atrevidas a redes sociales (para que las vea su ex). Marcia Gay Harden compone a otra antológica heroína “pasivo-agresiva” elitista, autocompasiva y muy, muy enojada. El segundo personaje que hace brillar la pantalla cuando aparece es Jack, un gay viudo de setenta años interpretado por una leyenda de Broadway, el coreógrafo, actor y bailarín André De Shields.
Desparejado demuestra una vez más el talento de Star, de 61 años, para moldear tramas elegantes y no muy complejas con personajes urbanos, neuróticos, sexis y pendientes del estatus. Aunque se trata de una comedia con un elenco poblado de gays y mujeres entre los cuarenta y los cincuenta años, todos solteros, un espíritu juvenil y enérgico se apodera de ellos y los hace circular, heridos y vivos, por gimnasios, fiestas de patín y de esquí, vernissages, cenas benéficas, jacuzzis, noches de póker y restaurantes al ritmo de canciones de Whitney Houston, Sam Smith y Brenda Lee.