Ayer, a los 92 años, murió la directora del Grupo Clarín, Ernestina Herrera de Noble. Su trayectoria no puede leerse al margen del proceso de transformación que tuvo el diario, pasando de ser un medio periodístico a la usanza tradicional a una fuerte y consolidada maquinaria de poder que utilizó todos los recursos mediáticos para condicionar la vida política del país y acrecentar su patrimonio. Para ello confluyeron una serie de factores que van desde la crisis de las organizaciones políticas hasta el traslado de la lucha política al escenario mediático, favorecido también por el vertiginoso desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación.
Ernestina Herrera de Noble asumió la dirección de Clarín en 1969. Bajo su conducción, el diario dejó de ser apenas un medio de prensa para convertirse en un conglomerado multimedial –entre los más importantes del mundo– y desde ese lugar actuó de manera permanente como un grupo de presión que usó los más diferentes arbitrios para acrecentar su poder económico, aprovechar su capacidad de lobby con la finalidad de condicionar personas, organizaciones políticas, al poder judicial y hasta gobiernos.
La historia de Clarín, como medio de comunicación y aun más como Grupo, se emparenta de manera directa con los factores de poder en diferentes épocas y circunstancias de la historia argentina. Abundan las denuncias de complicidad del diario con la dictadura cívico militar.
La relación con el kirchnerismo -mediada fundamentalmente por el CEO del Grupo, Héctor Magnetto- atravesó por disímiles etapas, comenzando por un vínculo aceitado con Néstor Kirchner y finalizando con duros enfrentamientos a partir del conflicto con el campo en torno a la 125, en 2008, y después de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual sancionada en el 2009. Clarín leyó la norma aprobada por mayoría abrumadora en ambas cámaras legislativas como un ataque directo a su poder y, usando al Poder Judicial, trabó la aplicación de la misma hasta el triunfo de Cambiemos en las elecciones de 2015. Una de las primeras medidas de la alianza hoy gobernante fue desarticular por decreto la ley y, también por decreto, darle vía libre a Clarín para seguir ampliando sus negocios en las industrias de los medios de comunicación.
En su recorrido como empresa y como grupo Clarín también generó maniobras de todo tipo para eliminar o ahogar a la competencia en el mundo de la comunicación. Sin duda el caso más emblemático y aún pendiente de justicia es la apropiación que Clarín hizo de Papel Prensa en alianza con la dictadura cívico-militar, siendo esta una causa aún pendiente de resolución judicial y a la que, en las circunstancias actuales, será difícil arribar a la verdad de los hechos. La familia Graiver, que fuera principal accionista de la papelera, continúa denunciando hasta hoy que fue obligada a entregar sus activos mediante coacciones en las que no faltaron torturas, detenciones y asesinatos.
A contramano de muchas de sus prácticas, con Herrera de Noble a la cabeza, Clarín nunca abandonó el frontispicio discursivo de “la libertad de expresión” y el “respeto a la democracia y a las instituciones”. Para el presidente Mauricio Macri –quien le debe al Grupo haberlo respaldado con todos los medios de que dispone en la campaña electoral que lo condujo a la presidencia– con la muerte de Ernestina Herrera de Noble se fue “una figura clave del periodismo y la defensa de la libertad de prensa”.
En el perfil institucional distribuido con motivo del fallecimiento, el Grupo Clarín homenajeó a su máxima accionista como quien despide a una heroína de la libertad. “Su compromiso con la libertad de expresión, su reivindicación de la independencia editorial y económica de los medios, y su defensa del periodismo profesional, le valieron logros y reconocimientos en el país y el mundo”, señaló. Y para terminar de cerrar la imagen del personaje tampoco faltó la condición de víctima supuestamente perseguida por sus ideas. Porque –dicen– su defensa del periodismo y la libertad de expresión “le significaron ataques y persecuciones en distintos momentos de su vida”.
Dentro del escenario de estos presuntos ataques a su persona el Grupo incluye también que su directora haya sido investigada por el supuesto delito de apropiación y la sustitución de identidades de dos bebés durante la dictadura. Las pruebas de ADN que, después de años de debate judicial, se le realizaron a Marcela y Felipe Noble –hoy principales herederos de la fortuna de Ernestina– no dieron resultados positivos. En el 2015, la jueza federal de San Isidro, Sandra Arroyo Salgado, fue la encargada de dictar el sobreseimiento de la directora de Clarín en la causa sobre este tema que había sido promovida por Abuelas de Plaza de Mayo. No obstante, el caso no está totalmente cerrado para la Justicia, porque el Banco de Datos Genéticos que sirvió para contrastar las muestras está en construcción permanente. Y, en todo caso, se encontraron importantes irregularidades en los trámites de adopción que hacían que las sospechas de las Abuelas de Plaza de Mayo tuvieran fundamento.
La muerte de la directora encuentra al Grupo Clarín en una posición muy consolidada y profundizando la línea que ella y su equipo más cercano supieron construir y afianzar. Con el fallecimiento de Herrera de Noble desaparece un ícono del poder en la Argentina, sin que ello afecte de manera significativa el accionar del Grupo que opera por sí mismo como un actor poderoso, con autonomía y dinamismo propio, y más allá de las figuras que circunstancialmente lo representen.