Hace apenas cinco días Gustavo Béliz renunciaba a la secretaría de Asuntos Estratégicos del Gobierno nacional, el área que el presidente Alberto Fernández creo para su amigo político maneje las relaciones con los organismos internacionales, bilaterales y multilaterales de crédito. Sin éxitos para exhibir sobre sus ambiciosos proyectos, Béliz redactó su renuncia sin agradecimientos y con una cita religiosa para quienes en la coalición decidieron que su etapa en la gestión estaba terminada: “Dios los guarde”. No es la primera vez que el miembro de Opus Dei ata su desempeño político al pensamiento religioso. Ayer, el exfuncionario volvió a mostrarse en la Basílica de Luján, junto a los movimientos sociales alineados con el Gobierno –conocidos como “Los Cayetanos”— que arrancarán desde allí su peregrinación hasta el centro porteño para celebrar al patrono del trabajo bajo la consigna enarbolada por el Papa Francisco de “Paz, Pan, Tierra, Techo y Trabajo”.

Béliz llegó a Luján junto a su hijo, en zapatillas y cargando una mochila. Participó de la misa junto a dirigentes sociales para pedir contra la pobreza y la inflación que jaquea al Gobierno. “Gustavo es un hermano de la fe”, dijeron sobre la presencia del exfuncionario cerca de Esteban “El Gringo” Castro, el secretario general de La Unión Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), el gremio que forjaron Los Cayetanos (el Movimiento Evita, Somos Barrios de Pie y la Corriente Clasista y Combativa) junto a otros movimientos territoriales que adhirieron al Frente de Todos.

En su condición de “peregrino” y sin tarea de gestión que desempeñar, Béliz acompañaría la peregrinación que demandará cinco días desde Luján al centro porteño, con componentes religiosos y políticos. Tras la misa en la Basílica, los peregrinos caminaron hasta la ermita del Negro Manuel, una pequeña capilla que venera al esclavo africano considerado el “cuidador inseparable de la Virgen de Luján”. Mañana, la peregrinación continuará hasta la Iglesia San Martín de Tour, de General Rodríguez, donde pasarán la noche. El jueves llegará a Moreno –el municipio que gobierna la referente del Movimiento Evita, Mariel Fernández--; y el viernes harán un alto en Castelar y caminarán hasta Liniers, donde descansarán en el sindicato de Ladrilleros.

El domingo 7 (el día del Patrono del Pan y del Trabajo), los movimientos sociales se plegarán a los peregrinos en la Iglesia de San Cayetano, donde emprenderán la última etapa de 20 kilómetros hasta el centro porteño, en el cruce de las avenidas De Mayo y 9 de Julio, y que podría extenderse hasta Plaza de Mayo. Los organizadores estiman que reunirían a medio millón de personas, para reclamar una mayor y mejor distribución de la inversión del Estado en políticas sociales y otras demandas como la baja en inflación.

Una extensa caminata y una multitud empobrecida, que ayudará a reflexionar a Béliz sobre su opaca gestión en el Gobierno nacional, al que llegó para diseñar políticas de consenso y largo plazo para el país. Aunque unos de sus anhelos centrales –y tal vez plegarias-- estaba puesto en llagar a ocupar la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo en representación de Argentina. Con ese objetivo y juego propio, se alineó con los deseos del Departamento de Estado de Estados Unidos y pisaba los expedientes de créditos negociados con China, que bloquearon el desarrollo de la central eléctrica de Atucha III y la represa hidroeléctrica Néstor Kirchner.

Pero el expresidente Donald Trump, impuso como despedida de su mandato al estadounidense Mauricio Claver Carone al frente del BID y frustró los deseos de Béliz. Como coletazo de la disputa por ese sillón, Claver Carone pisó el crédito de 500 millones de dólares que esa entidad multilateral había concedido con anterioridad en medio de la sequía de divisas del Banco Central.

Unos de sus últimos actos de gestión, Béliz recurrió al representante chino en el BID para que interceda por la liberación de ese crédito, pero ya era tarde: sus días en el Gobierno ya estaban contados. Ahora, el exfuncionario de Carlos Menem, Néstor Kirchner y Alberto Fernández retoma su peregrinar religioso y político desde el llano.