Todavía existen muchos mitos en torno a la fertilización asistida, y el sexado de los embriones es uno de los principales puntos de atención. Recientemente, un estudio del Servicio de Medicina de la Reproducción de Dexeus Mujer de Barcelona, confirmó que en la fertilización asistida nacen más hombres que mujeres —algo que también sucede en los nacimientos producto de fecundación humana—; pero lo que aún no tiene una respuesta concluyente es el por qué.
A nivel global, la Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que la proporción es de 105 hombres cada 100 mujeres en los nacimientos de reproducción no asistida. En la investigación, liderada por la embrióloga Beatriz Carrasco, y que analizó 2637 embriones, demostró que son más los embriones masculinos que se desarrollan hasta la fase de blastocisto (previa a la embrionaria) que los femeninos.
En Argentina, a pesar de no haber estadísticas oficiales sobre los nacimientos de reproducción asistida, también se observa esto. “Hay una cifra estimada que de cada 51 varones nacen 50 mujeres, al igual que en embarazos naturales”, dijo a GO Noticias Stella Lancuba, directora del Centro de Investigaciones en Medicina Reproductiva, advirtiendo que "casi no hay diferencia".
En ese sentido, Lancuba, quien además preside el Comité Científico de la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva, sostuvo que “el tema del sexado siempre nos ha fascinado, es un tema muy misterioso en la ciencia y muy difícil de investigar", ya que "requiere un estudio del embrión de evolución muy lenta y muy complejo”.
Y explicó que “la mayor teoría sobre la diferencia levemente favorable en la generación de embriones masculinos (XY) se basa en que el cromosoma X (que compone los embriones femeninos, XX) sería más lábil a cuestiones de temperatura y metabolitos dentro del cultivo”. Es decir, los embriones femeninos tienen menos posibilidad de desarrollarse.
¿Por qué nacen más niños que niñas? Otras teorías
A lo largo de los años, la ciencia intentó encontrar una respuesta concluyente a por qué nacen más bebés de sexo masculino que de femenino. La hipótesis principal es la ya expuesta: durante el embarazo, la mortalidad fetal en niñas es mayor, aunque es muy difícil precisar exactamente qué ocurre y por qué.
Otra teoría, basada en la evolución, sostiene la existencia de una tendencia natural al equilibrio. Es decir, como los hombres tienen una esperanza de vida más corta que las mujeres, es necesario que nazcan más hombres para mantener una proporción balanceada.
Hay, además, otras teorías, de variada credibilidad, sobre cuáles son los factores que influyen en que el óvulo sea fertilizado por un cromosoma Y (masculino) o uno X (femenino), como la que indica que las chances de tener una niña aumentan si la relación sexual se da varios días antes de que la mujer ovule (seguida de un período de abstinencia). Así, el esperma con el cromosoma X, que sobrevive por más tiempo, pero se mueve lentamente, le "ganaría" al Y.
¿Se puede elegir el sexo de un embrión en la fertilización asistida?
Una pregunta incómoda, pero que se reitera en consultas médicas y debates sobre el tema, tiene que ver con si existe la posibilidad de elegir el sexo del embrión que, aclara Lancuba, “es diferente al género autopercibido por cada persona”.
Nicolás Neuspiller, fundador y director médico del Instituto Fecunditas y subjefe de fertilidad del Hospital de Clínicas, confirmó que algunas personas acuden a la consulta con el deseo de elegir el sexo con el que nacerá su bebé. La pregunta es si esto es posible y, además, legal.
“En el caso de la fertilización in vitro (FIV), con un estudio de los embriones, se puede elegir el cromosoma Y (masculino) o el X (femenino)”, aseguró Neuspiller, que fue el primer médico en realizar una fertilización in vitro en el país. Y sostiene que la elección del sexo del embrión no solo es posible, sino que se realiza en ese tipo de técnicas, aunque reconoció que “puede haber un debate moral al respecto”.
Por su parte, Lancuba sostuvo que “el estudio genético preimplantatorio (TGP) permite estudiar el ADN del embrión antes de transferirlo al útero materno. Entre los 23 pares de cromosomas que se analizan, están los sexuales. De esta manera se puede determinar sexo del embrión”. Pero aclaró que “eso puede seleccionarse únicamente para prevenir o tratar enfermedades ligadas al sexo, como por ejemplo la hemofilia, que está vinculada al cromosoma X. Se podría hacer una selección únicamente en caso de presentar antecedentes o potenciales riesgos”.
“Desde lo técnico y la práctica se puede elegir el sexo, el tema está en el debate ético de sí eso está bien o mal”, aportó la ginecoobstetra especialista en Medicina y Genética Reproductiva, Pamela Nicotra. “Si durante el ciclo de estimulación todos los embriones considerados normales son masculinos y la persona busca uno femenino, surge la controversia de qué hacer con esos embriones”, es decir, si corresponde o no desechar los embriones e iniciar un nuevo ciclo de fecundación hasta obtener el sexo deseado.
“Hoy en día hay un fuerte debate respecto al descarte de embriones ‘normales’ o ‘sanos’. Por ejemplo, hay muchas parejas que vienen a hacer el tratamiento, pero no por infertilidad, sino para hacer un ‘balanceo familiar’, familias que tienen muchas nenas y vienen a buscar un embrión masculino. El resultado termina dependiendo del asesoramiento que reciben”, agregó.
En 2014, a menos de un año de la promulgación de la Ley de Fertilidad Asistida, un grupo de diputados presentó un proyecto de ley para regular las técnicas, y uno de los principales artículos contenía la prohibición de seleccionar el sexo del embrión por motivos sociales, por fuera de lo expresamente terapéutico o aconsejado para la gestación. El proyecto obtuvo media sanción, pero nunca la aprobación completa, por lo que la definición sobre la legalidad de la selección de sexo quedó en suspenso y la práctica suscripta a la ética de cada profesional.
Argentina: fertilización asistida, pero ¿inclusiva?
Si bien no hay datos oficiales, la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva estima que en los últimos 30 años nacieron en el país 8 millones de bebés gestados por reproducción asistida; que en la última década la demanda del banco de esperma creció del 6% al 40%; y que, solo en el último año, la ovodonación se incrementó en un 524%.
“En estos tratamientos hay criterios de inclusión: resuelven problemas de patologías, infecciones que a una persona le pueden causar infertilidad; también permiten que una persona con una enfermedad, mida y reduzca el riesgo de transmitirlo en la descendencia. Además, tienen el potencial de preservar la fertilidad en el esperma fértil de un hombre o en los óvulos de las mujeres, idealmente menores de 30 años, que es lo que más ha crecido en los últimos años, permitiendo que decidan no ser madres en ese momento, preservando proyectos personales, pero sin perder la posibilidad de hacerlo en un futuro”, destacó Lancuba.
En esa línea, Nicotra remarcó que “un punto fundamental vino junto con la ley de matrimonio igualitario. Una pareja homosexual antes tenía que viajar al exterior para gestar hijos. Hoy dos mujeres pueden hacer un método ropa —en el que una aporta el óvulo, y la otra lo gesta en su vientre—; o bien la gestación por sustitución, mediante la cual se accede a un vientre subrogado para gestar al embrión con el esperma de uno de los dos varones (o el de ambos mezclado) en una pareja gay u hombres solteros”.
“Para los médicos que hacemos fertilidad es moneda corriente sentarnos en el consultorio con todo tipo de familias, monoparentales, homoparentales, incluso personas trans que deciden dejar de hormonarse para poder gestar”, sumó.
“La fertilidad asistida en Argentina mantiene estándares mundiales, igualables a centros de primera línea, tenemos centros de muy alta calidad, reconocidos internacionalmente. Pero la pregunta siguiente es si esto es alcanzable a toda la población o no, la respuesta en ese caso es no, porque hay una ley, pero es solo una ley de cobertura que muchas veces tiene una larga lista de espera, es necesario que las clases más bajas puedan elegir un tratamiento sin tener hacerlo en hospitales que no cuentan con especializaciones o tratamientos de alta complejidad y muchas veces tienen que esperar en largas listas”, completó Nicotra.