Al segundo de sonar el tema que abre el disco (“Cococho”), emerge una influencia clarísima: Eduardo Mateo. Tiene vuelo, tiene un toque de bossa nova, tiene ganas de romper límites. Lo mismo pasa con el que sigue (“Corazones musicales”) y así. Tienen –casi– todo lo que el creador de “Príncipe azul” tenía. Pero el que los toca, los canta y los compuso es otro uruguayo llamado Alberto Wolf, y que no solo piensa en Mateo cuando habla de sí. También en Jaime Roos. “Es uno de los compositores más sólidos que conozco. Su cosmovisión es tan certera que da miedo, además de ser un gran productor, guitarrista y bajista. La murga canción es antes y después de Jaime”, dice Wolf a PáginaI12, a punto de reestrenar el disco que contiene las piezas mencionadas (Primitivo), hoy a las 21 en el CAFF (Sánchez de Bustamante 772). De Roos, Wolf salta a Hugo Fattoruso, Rubén Rada y Martín Buscaglia, que lo tienen casi como un dios. “Sí, bueno, es muy lindo que unos colegas tan capos hablen tan bien de ti, pero todos somos de la misma familia y nadie habla mal de su propia familia”, se ríe este notable cantautor al que le dicen Mandrake, y carga a la fecha con 55 años, doce discos y la suerte de haber compuesto “Amor profundo”, tema que popularizó Roos.
–Le falta hablar de Mateo. Canciones de Primitivo como “Ella va”, “Mi cardenal colorado”, “El temporal” y sobre todo “La de al lado” también están profundamente influidas por su impronta.
–Otro maestro, Mateo. Nombro Beatles, Dylan, Stones, Who, Hendrix, Miles Davis y lo nombro a él... Es el antes y después de la música uruguaya.
El aludido verbo reestrenar no es caprichoso. Primitivo, el disco que Mandrake viene a mostrar por primera vez a la Argentina, es el cuarto de su trayecto y se publicó en 1993, solo en su país y en cassette. La buena nueva es que el sello Los Años Luz se acordó de él y lo reeditó en CD, saldando una vieja deuda con la música uruguaya. “Es un poco raro volver a tocarlo, pero lo tomo como una aventura; es decir, viajar al pasado y reencontrarme con todos los personajes que son estas canciones. Tengo la sensación de que el tiempo no las deterioró y hasta les dio una impronta novedosa, aunque parezca contradictorio”, señala Wolf, cuyo debut discográfico se produjo en 1984 junto al Cuarteto de Nos, y cuyo devenir, desde 1985 a esta parte, lo mantiene semi ligado a Los Terapeutas, grupo cultor de candombe beat, y la murga con aires de rock. “Con ellos estamos en un impasse ahora, el primero en treinta años de carrera. Mientras tanto, ando en un nuevo proyecto que se llama Mandrake y los Druidas. Terminamos de grabar un disco estos días, estamos en fase de mezclas y estoy muy copado con esta banda nueva”, anuncia el hombre, que pide que a la 18 de Julio (la avenida principal de Montevideo) le pongan Rubén Rada.
–¿Cómo ha sido el tiempo que separa ambas etapas en su vida artística, la de hoy y el del momento de la edición de Primitivo? ¿Le cambiaría algo al disco o está bien así?
–Bueno, veinticinco años es toda una vida. Han pasado una cantidad de cosas lindas y feas en todo este tiempo. Es decir, era casi otro hombre en aquel momento. De todas formas, la inocencia y el sentimiento profundo para con la música es el mismo. Claro que la tecnología actual haría sonar a Primitivo más correcto y seguro aplicaría eso, pero también me gusta el aire desprolijo y hasta alguna desafinada que en estos tiempos es casi impensable. Creo que todas esas cosas hacen que sea un trabajo bastante natural y salvaje
–Es ideal entonces el nombre, como si hubiese pensado lo de hoy en el momento que lo publicó.
–Bueno, sí (risas). La verdad es que esa época yo estaba muy metido con toda la cuestión de la naturaleza, fue como mi pico místico. Sentía el mundo panteísticamente y creía que la gran evolución de la humanidad era volver a un estado más salvaje, sin tantos conservantes.