El viernes (siguiendo una decisión de 1999 de la Asamblea General de las Naciones Unidas) será un nuevo "25N", Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Y el domingo cierra la 27º Muestra Anual de Fotoperiodismo Argentino, organizada por la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (ARGRA).

Esa fecha y esta muestra tienen mucho en común. Inaugurada el 11 de este mes en el Centro de Expresiones Contemporáneas (bajada Sargento Cabral y Los Inmigrantes, frente al río Paraná), la inmensa exposición toma el pulso en imágenes de un año electoral en el que la Argentina fue dos países posibles, y el eje de la lucha política más visible se fue desplazando desde la memoria de la dictadura hacia la situación actual de las mujeres. Los reporteros gráficos no sólo registraron la historia en tiempo presente, sino que en parte la construyeron. Véase la instantánea que Martín Zabala tomó al cierre del debate en el salón de actos de la Facultad de Derecho de la UBA, con Mauricio Macri abrazándose a su esposa Juliana Awada, junto a la soledad contra un fondo oscuro de Daniel Scioli, el futuro perdedor.

Awada: una mujer, fetiche anticipadamente triunfal, ¿decisiva? Cristina Fernández de Kirchner: otra mujer, entonces presidenta de la Nación, abrazada con otra mujer más (Hebe de Bonafini, Madre de Plaza de Mayo) en una postal que ya no se ve. María Eugenia Cerutti las unió para siempre en el Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex ESMA).

 

Andres Macera
Secuencias del original reportaje gráfico de Matías Sarlo.

 

Mujeres que se reconstruyeron: el número tatuado en el brazo de Eugenia Unger, polaca, 90 años, sobreviviente del genocidio nazi, en un reportaje fotográfico por Pablo Cuarterolo. Otro tatuaje en otro brazo, por propia decisión: las fechas y coordenadas geográficas de los nacimientos de los hijos de Alika Kinan, rescatada de una red de trata, y actual querellante de sus captores. El fotorreportaje por Emiliana Miguelez la destaca sobre el majestuoso paisaje fueguino.

Mujeres emblemáticas: Evelia Murillo, heroína y víctima, docente salteña asesinada por defender a una alumna aborigen de la violencia de género, recordada por su hija Sofía en una foto de Javier Corbalán; Juana Meller, una de las primeras Madres de Plaza de Mayo, sus manos y su lucha retratadas a los cien años de edad por María José Malvares; Martina Palacio, wichí súper longeva, lidiando con la tuberculosis y la desnutrición a sus 116 años, en un fotorreportaje de Pablo Barrera.

 

Andres Macera
La mirada del espectador aporta a la construcción narrativa.

 

La visitante sale de la muestra con cuatro postales en la mano, cuatro retratos de cuatro mujeres rosarinas. Una es una niña: Damaris Cuenca, alumna de la Escuela Orquesta de Barrio Ludueña, reflejándose orgullosamente en un espejo junto a su arco de violín. La foto integra un original reportaje gráfico de Matías Sarlo. Otra es una escritora: Angélica Gorodischer, posando serenamente ante Celina Mutti Lovera con las rosas impresas en el empapelado del restaurante Tomasa como fondo. Otra es una militante encabezando la marcha del Orgullo Lésbico Gay Bi y Transexual, en un gesto de amazona que captó Franco Trovato Fuoco.

La cuarta postal duele: Lorena Serrano ante la cámara de Marcelo Manera. Su mirada firme la devuelve al lugar de sujeto, mientras ella muestra las marcas en el cuerpo de una violencia que no llegó a ser del todo femicida porque su compañero eligió suicidarse en vez de cumplir su amenaza de matarla. Esto fue el 19 de diciembre de 2015, en medio de un tratamiento mediático que fue de la "relación tóxica" a la "superación personal". Pocos medios registraron el contexto político, dado por la cercanía de la fecha que encabeza la nota. Podrían haberse contado en cualquier otro orden, porque todas tienen que ver entre sí. Resta a cada espectador armar el rompecabezas por un mundo más justo.