Parias, obra basada en Platónov, de Anton Chéjov, con dramaturgia de Guillermo Cacace y Juan Ignacio Fernández y dirección del mismo Cacace, es el espectáculo con el cual se reabrirá hoy la sala Casacuberta del Teatro San Martín. Se trata de una versión libre realizada sobre la traducción del original, obra de Alejandro González. El elenco está integrado, entre otros, por Lorena Vega, Javier Lorenzo, Laura Nevole, Horacio Acosta, Esteban Kukuriczka, Georgina Rey, Iván Moschner y Agustina Groba. La puesta, que cuenta con música original de Patricia Casares interpretada en vivo, resignifica la historia de un maestro rural que visita una casa de campo en busca de descanso, donde se reencuentra, entre otras presencias, con un antiguo amor. 

Escrito alrededor de 1878 cuando Chéjov –médico, narrador y dramaturgo nacido en Taganrog, en el sur de Rusia– tenía poco más de 19 años, el texto de Platonov, fue destruido por el autor, al parecer, luego de que la actriz María Ermolova se negara a interpretar el personaje de la dueña de la finca. Hacia1920 se encontró un borrador de la obra sobre la que se basaron las versiones posteriores, entre ellas la del inglés David Hare, la misma que utilizó Hugo Urquijo cuando en 2003 realizó su puesta en la misma sala Casacuberta.

Ambientada en la Rusia zarista, con escenografía de Félix Padrón y vestuario de Magda Banach, la puesta de Cacace retrata a su modo la reunión de un grupo de aristócratas en decadencia y comerciantes en pleno ascenso económico, centro de la cual es el propio Mijail Vasilevich Platonov, reflexivo y seductor, aunque desencantado de aquel “mundo degenerado, bestial, ebrio, engendrado por una madre estúpida y un padre borracho”. Cacace se refiere al carácter inacabado de la obra: “Hay una zona de lo imperfecto,de lo inconcluso –dice–, que se me torna funcional a una forma de concebir toda obra de arte: pensar la obra como algo que se está haciendo todo el tiempo en presente más que salir a cubrir sus defectos y mostrarla como algo terminado”, sostiene.

–¿Cuáles son los cambios que efectuó respecto del original?

–La versión intenta sostener la anécdota evitando dispersar el eje de la acción en digresiones que hacen que el original –si se pone en escena tal y como llega hasta nosotros– dure más de seis horas. Sostengo sus dos líneas de conflicto centrales. La más pregnante y que se relaciona con las peripecias de Platónov en relación a su vida amorosa. Línea que por otra parte opera como metáfora de un problema más existencial. Y la segunda línea narrativa que tiene que ver con la crisis económica que se pone en juego con la pérdida de los bienes materiales de la familia que momentáneamente los aloja a todos en la fiesta con la que comienza la pieza.

–¿Qué universo plantea este espectáculo? 

–La puesta abre el universo de los múltiples atravesamientos que nos ayudaron a tramar este espectáculo. Transforma las preguntas que nos tomaron durante los ensayos en lo que hoy se puede ver en funciones como material constitutivo de su poética. Por un lado, estamos contando una historia en su devenir clásico y por otro lado estamos convidando todos los interrogantes que nos plantea poner hoy en escena un clásico. Lo ruso, lo universal, lo argentino, el pasado, el presente… todo puesto a traducir Chejov y más particularmente Platónov a una sala de teatro porteña del circuito de salas oficiales. Hay un diálogo o una discusión con la tradición y con los contemporáneos que produce también parte del universo de esta concepción.

–¿Cómo es, socialmente hablando, ese mundo?

–Es un mundo capturado por principios morales que asfixian las existencias deseantes que podemos suponer como más genuinas. Lo cultural instituido como bloqueo a cualquier impulso instituyente. La matriz de las relaciones amorosas que atormentan al protagonista son solo el reflejo de una operación mayor: aquella que controla los destinos de una sociedad en su conjunto. Una trama sumamente compleja. Como en todo, las responsabilidades en el orden de las cosas son mayores en unos que en otros… pero los nudos más difíciles de deshacer desde entonces y hasta acá son aquellos que carecen de un enemigo tangible, la condición destructiva opera encarnada hasta en aquellos que caminan más cerca de uno y dicen quererte o adherir a tu visión de mundo. 

–Respecto del personaje del maestro, Chéjov decía que no debería ser considerado un paria sino un enamorado de su tarea. El título que le puso al espectáculo es muy elocuente... 

–Chéjov titula esta obra Los sin padre u Orfandad. Luego, Parias me pareció la denominación más cercana para esa condición. El andar sin padres como una situación ligada al fin de las certezas, de ciertas figuras totémicas a las que quedar sujetados. Platónov es un maestro particular y posiblemente esté tan enamorado de su tarea como imposibilitado de ejercerla tal como él quisiera, debido los límites que le impone su entorno. 

–¿Cuál es la lectura general que el espectador de hoy podría realizar sobre este material?

–Una lectura general sucede cuando el procedimiento de la puesta guía hacia la no diseminación de sentido. Pasa incluso con obras de enunciados muy “libertarios” que, al tener puestas que intentan controlar lo que debe leerse, contradicen en la operación de la enunciación eso que el texto parece decir. Pretendo que la gente quede casi inhibida de construir rápidamente una interpretación racional de lo que pasa. Pretendo que asista a una experiencia sensible que por esa misma vía aporte niveles de comprensión y composición cuya puesta en palabras resulte siempre insuficiente. Porque estoy bastante convencido que ni el mismísimo Chejov confiaba en la palabra como uno situación de eficacia comunicativa y no obstante lo denunciaba con palabras. Porque me gusta trabajar para que el público sea artista por un rato y arme la pieza con nosotros más que sentarse a hacer lecturas.

–¿Qué significado tiene para usted abrir la temporada de la sala Casacuberta?

–En esta sala he visto mi primer Discépolo, autor al que le he dedicado parte de mi primera producción. En esta sala he visto a Kantor, a Brook, y conocí a uno de mis mejores amigos… Soy padre desde hace siete meses y no me gustaría que cuando mi hija empiece a ver teatro, un sitio como este esté cerrado durante dos años… Es una sala que pertenece a los que vivimos la ciudad, los espacios públicos propician encuentros y experiencias significativas en la vida de los ciudadanos que por allí pasan… espero estar a la altura de las circunstancias y ser parte de una nueva etapa en la que nuevas políticas, las actuales o las por venir, impidan que se vuelvan a cerrar sus puertas. El día que todos necesitemos más de estos sitios porque se logró que la gente los sienta propios, no será tan sencillo que dejen de funcionar porque serán muchas las voces que reclamarán en función de que ninguna circunstancia los deje sin un órgano vital del cuerpo colectivo… Existe una distribución de lo sensible que es urgente modificar.

* Parias, Teatro San Martín (Corrientes 1530), miércoles a sábados a las 20 y domingos a las 19.30.