La Selección Argentina de Fútbol Gay (SAFG) se consagró campeona del mundo y trajo al país la copa de la cuarta edición del campeonato internacional, donde compitieron contra otras 15 selecciones. Además del trofeo, los jugadores trajeron al país una misión, la misma que impulsan desde que formaron el equipo hace diez años: terminar con la discriminación en el fútbol, uno de los ámbitos más agresivos con los homosexuales. Sueñan con que en el futuro los jugadores profesionales puedan vivir libremente su sexualidad y que los más jóvenes, recién salidos del closet, puedan calzarse los cortos y disfrutar del deporte sin prejuicios.
El Out World Games, más conocido como las olimpíadas LGBT, se jugó en Miami, Estados Unidos. Allí los representantes de la albiceleste superaron a las selecciones de México, Inglaterra, Canadá, Australia y disputaron la final contra el equipo local. Es la tercera copa que traen los jugadores del seleccionado gay: fueron campeones en Inglaterra 2010, donde también le arrancaron la final a Estados Unidos; y en México 2012, donde ganaron la final contra Uruguay.
“Será que la selección grande no gana”, dice entre risas Ezequiel Testardini, defensor del seleccionado, sobre la popularidad que tomó el equipo en las últimas semanas. Además de la alegría por el logro en lo deportivo, el jugador no puede dejar de remarcar lo que significa este reconocimiento. “Es muy importante esto que nos está pasado. Argentina es un país que está impulsando la inclusión pero la discriminación en el fútbol es muy agresiva”, remarca el defensor.
La copa fue el premio perfecto para celebrar los diez años del seleccionado gay. “Formamos el equipo en 2007, había algunos de la comunidad gay pero no uno oficial. Nuestra idea era representar al país en las competencias internacionales y profesionalizar la liga que hoy tiene muchísimos equipos”, cuenta Testardini.
La asociación internacional que organiza los campeonatos es la International Gay and Lesbian Futbol Association. El año que viene, los argentinos enfrentarán un desafío mayor: jugarán los Gay Games, en Paris, la competencia LGBT más importante, que reúne a treinta mil jugadores de alrededor de treinta países.
La mayoría de los jugadores que hoy integran el seleccionado gay, pasaron antes por las inferiores de clubes profesionales o semiprofesionales. Todos cargan con alguna experiencia de discriminación. “Adentro de la cancha lo primero que te dicen es puto o culo roto, no creo que haya otro deporte tan discriminador como el fútbol. En el país hay ocho mil jugadores profesionales, ¿me vas a decir que ni uno solo es homosexual?”, ironiza el defensor, que además de rumores, dice, no hubo en la historia del fútbol argentino un jugador profesional que se reconozca gay.
“Hay un gran porcentaje de jugadores gays que hasta tienen pareja pero que adentro de la cancha deben reproducir los prejuicios del resto porque sino son excluidos. Sabés lo que es vivir ocultándote. Y ni hablar de los clubes o las escuelas donde los chicos gays se quedan afuera sin poder jugar por miedo a lo que les puedan decir”, cuenta Testardini.
El objetivo del seleccionado es simple: “Que cualquier chico, sea homosexual, bisexual o lo que quiera ser, se anime a ponerse los pantalones cortos y jugar sin pudor ni miedo. Que se sienta libre de expresar lo que siente por medio del deporte.”