Encerrados en la capital, terminamos pensando que pensar la ciudad es planear negocios o resistirlos, dependiendo de qué lado del mostrador esté uno. Por eso es refrescante recibir del grupo Ciudad Creativa, del partido bonaerense de Chacabuco, un Plan de Espacios Verdes Públicos y Participación Ciudadana que resulta generoso, abarcador y ejemplar de cómo se reúne información y se piensa la gestión. Y más ver que el informe fue presentado ante un abundante público en un lugar central de Chacabuco y ante un par de décadas de ex intendentes, invitados y presentes. Hablarle a una audiencia así, por invitación de uno de los ex intendentes, Julián Domínguez, resultó toda una educación de cómo se pueden pensar estos asuntos cuando se piensa en algo más que en dinero.
Domínguez fue ministro de Agricultura y presidente de la Cámara de Diputados, y en ambas funciones tuvo la enorme originalidad de restaurar los edificios históricos que recibió. Las Mellizas de Paseo Colón entre Estados Unidos y Carlos Calvo quedaron renovadas, con detalles como un piso histórico restaurado. Y el palacio legislativo arrancó con un Plan Rector de Intervención Edilicia que todavía continúa, que formó un equipo enorme de restauradores y que ahora va a tomar la Confitería Del Molino. Algo vale que Domínguez recomiende el Plan que escribieron los arquitectos Francisco Segura y David Tintorelli, los abogados Jesica Melione, Andrés Segura y Diego Yannibelli, la técnica Julia Jurado y el señor Jorge Chari.
Lo que se termina descubriendo es que Chacabuco es un partido con una proporción de urbanización francamente japonesa, ya que el ochenta por ciento de la población vive en la capital o en alguno de los pueblos cercanos. Lo segundo es que la ciudad, de 50.000 o más habitantes y todavía no arrasada por los edificios en altura, cuenta con ocho metros de espacio verde por habitante, arrimando a los diez que recomienda la Organización Mundial de la Salud y a los doce que la ONU considera ideales. Los autores del trabajo y del Plan hicieron un prolijo y largo relevamiento de su ciudad, visitaron cada espacio verde y anotaron sus problemas, crearon un ranking de plazas y plazoletas, y prepararon recomendaciones de una sencillez evidente. En el camino, encontraron que el centro de Chacabuco ya excedió largamente la densidad máxima por manzana que recomienda la ONU: pese a las sostenidas mentiras de los especuladores y sus arquitectos, las ciudades sanas no deberían pasar de los cien habitantes por hectárea/manzana. Chacabuco ya los pasa largamente alrededor de su plaza central.
El ranking creado por los de Ciudad Creativa muestra una situación muy clara, que las plazas son viables y funcionan, pero que las plazoletas y los recortes urbanos son de alto mantenimiento y bajo respeto. En Chacabuco abundan las plazoletas reconocibles sólo por el cartel, que muchas veces falta, y que son usadas como terrenos para estacionar camiones, tirar basura, acumular materiales o pastar los caballos. En parte esto se puede solucionar con educación pública y un cierto nivel de advertencia a los abusadores, pero en parte es un problema estructural causado por no advertir que un terreno no hace una plaza. Parte del Plan es vender los terrenos inviables y con lo recaudado comprar terrenos para hacer plazas.
La cosa sigue con ideas de sentido común como que los terrenos que los desarrolladores de nuevas urbanizaciones tienen que donar como plazoletas no estén desperdigados sino en las esquinas. Al juntarse cuatro de estos terrenos en un cruce de calles forman un espacio abierto similar a una plaza. También se recomienda algo de ciencia ficción para los porteños, que la municipalidad cree un Fondo de Recupero de espacios verdes, que busque y guarde recursos para crearlos nuevos. Una prioridad que fue aceptada como natural fue que Chacabuco necesita y no tiene un verdadero parque, y hubo una detallada discusión de dónde sería viable hacerlo, al norte del éjido actual en una zona de quintas de muy baja densidad, de terrenos bajos y no particularmente costosos.
Pero algo francamente asombroso fueron los gráficos y mapas mostrando los resultados de planear los espacios verdes a cincuenta y cien años en el futuro... Un ejemplo fue pensar el desarrollo de Chacabuco hasta las 250.000 personas y proponer repetir el viejo planteo español con que se fundó la ciudad. La planta original es un cuadrado perfecto con una gran plaza central y cuatro más en cada esquina. Son plazas de bastante más de una manzana y ubicadas de modo que le quedan a pocas cuadras a todos los vecinos. En el Plan se incluyó la propuesta de repetir obligatoriamente esta traza, con lo que el gobierno local debería crear legalmente estas trazas futuras y determinar los terrenos que obligatoriamente deberán ser verdes y públicos. Anunciada con décadas de anticipación, esto no suena a una carga excesiva para los privados que construyan la ciudad futura. Más cercano en el tiempo, el Plan busca comenzar a crear un corredor verde en la traza del ferrocarril, que marca una diagonal bordeando la ciudad actual y dividiendo la futura en dos partes casi iguales.
El resto de la actividad abrió un intercambio de opiniones donde se comparó infiernos sin verde como Caballito -ni un metro de verde por habitante- con el Chacabuco de hoy, y se habló de un tema importante para las ciudades de la vieja campaña bonaerense. Estos pueblos nacieron como centros de servicios para el campo, donde vivía la mayoría de los vecinos del partido en tiempos en que la densidad urbana era minoritaria. En el pueblo estaba el comercio, el Estado, el médico, la diversión y la educación, pero no la mayoría de la gente. Esos pueblos son hoy ciudades que concentran largamente la mayoría de la población local y tienen que competir con otras ciudades. Aquí es donde aparecen cualidades elusivas como “calidad de vida” y “belleza”, que hacen que se elija un lugar para vivir e invertir porque es deseable más allá de la rentabilidad. El tema iba directamente a la cuestión de los espacios verdes por varias razones, como que estos son los lugares de sociabilidad e intercambio, los que mezclan a las personas y las ayudan a convivir.
En fin, una alegría encontrar un equipo joven respaldado por la política local que hace un trabajo tan serio y cuerdo. ¿No podrán mudarse a la capital y darnos una mano?