En estos tiempos que nos corren, una de las posibles salidas es el humor. Quizas por eso, Editorial Colihue acaba de publicar este nuevo libro de Rudy, con reflexiones humorísticas sobre los “tiempos interesantes” (de acuerdo a la maldición china) que nos tocan. Un libro ideal para regalarle a su padre, padrino, padrastro, psicoanalista con imago paternal, madre que tuvo que hacer de padre, abuelo, etc.
SatiraI12 adelanta un breve fragmento, donde se habla, justamente, de cómo el gobierno ve a los abuelos.
¿Derrame o merdare?
Tengo que hacer una confesión: estoy estupefacto, patitieso, contrahecho, absolutamente fascinado por la capacidad que tiene el gobierno de captar la voluntad popular. ¡Hace realmente “lo que la gente quiere”, aunque la gente le diga que quiere lo contrario!
¿Cómo se dan cuenta? ¿Tendrán un equipo de psicoanalistas, de brujas, de sociólogos, de economistas ortodoxos de esos que siempre saben todo?
Por ejemplo, ¿cómo se dieron cuenta de que los argentinos queremos ser sanos toda la vida? ¡Lo están logrando! Según afirmó el presidente del PAMI, ningún argentino se enferma antes de cumplir 72 años. Si alguien lo hace, hay que sospechar que es un inmigrante indocumentado que viene a aprovecharse de nuestras bacterias, virus y parásitos.
Y el gobierno, siempre alerta, se dio cuenta de que a nuestros abuelos, santísimos ellos, no les gustaba nada el populismo, que los jubilaba a los 65, o a los 60 en el caso de las mujeres (claro ejemplo de discriminación) y los condenaba a la inactividad cuando ellos todavía tenían fuerzas para seguir trabajando, por lo menos hasta los 72. Pero ahora descubrieron un verdadero viagra que les da fuerzas para seguir subiendo andamios, manejando colectivos y micros, arreglando caños. Y –¿por qué no?– jugando al fútbol profesionalmente hasta los 72. En lugar de humillarlos con esas pensiones grasa-graciables, jubilaciones, sumas diversas que es como si les estuvieran diciendo “¡Vos ya no podés!”. ¡Sí se puede, sí se puede!
¿Les sorprende? ¿O es que ustedes piensan que nuestro propio Mauricio de cabecera, que todavía no tiene ni 60, cada tanto dice “¡A ese lugar no voy, porque estoy cansado!” o que se toma vacaciones antes de terminar las vacaciones? ¡A él no lo cansa la edad, sino el gran esfuerzo que está haciendo para terminar con la pobreza!
Porque esto el gobierno lo sabe y, si no lo sabe, lo afirma con certeza y con rigor de “posverdad”: si algo queremos los argentinos es “no ser pobres”. Por eso Mauricio quiere terminar con la pobreza. O, si no puede terminar con ella, esconderla. O, si no la puede esconder, invisibilizarla. Y si no la puede invisibilizar, disfrazarla. Y si no la puede disfrazar, exhibirla como algo pintoresco que atraiga la lluvia de dólares.
Mauricio se cansa porque es rico. Y los ricos se cansan porque tienen que hacer muchas cosas para seguir siendo ricos. Los pobres, en cambio, no se cansan, porque no tienen que hacer nada para seguir siendo pobres.
Mauricio lo sabe porque conoce lo que es sufrir la riqueza en carne propia.
Los ricos se cansan tanto, se vuelven tan vulnerables, que al final no pueden tolerar ni ver a un pobre, les agarra un “malaric atack”. La “teoría del DERRAME” decía que “si los ricos tienen mucho, algo se les va a caer para los pobres”. O sea, enriquecimiento de arriba abajo. En cambio, lo que hay aquí es empobrecimiento de abajo arriba, o sea... MERDARE.