Desde Londres
“We want justice”, “Shame on you”, “Killers”. Con estos gritos unas 100 personas entraron a media tarde en la sede municipal de Kensington para reclamar justicia, información y respuestas por el incendio que consumió al monoblock de 24 pisos en el que vivían unas 600 personas. En vez de respuestas hubo tironeos con la policía que custodiaba el ingreso a las plantas superiores donde se encontraban las autoridades.
Las manifestaciones continuaron hasta bien entrada la noche y se replicaron en el centro de Londres donde miles de personas acusaron al gobierno y al sector privado de la tragedia. El barrio de Kensington sigue dominado por el esqueleto negro de la Grenfell Tower y por imágenes en las calles que parecen salidas de un campo de batalla. La información oficial es de 30 muertes confirmadas, unos 70 desaparecidos, 24 internados en hospitales, 12 en estado crítico y cientos de personas que perdieron sus hogares y están siendo relocalizados en centros improvisados como la Iglesia de Saint Clements y hoteles de la zona.
El mensaje de los manifestantes que entraron en el municipio y de los 500 congregados afuera era un grito contra la negligencia oficial, la especulación de las empresas inmobiliarias y la falta de respuesta política. “Nadie viene a explicar lo que pasa, no sabemos qué ha pasado, quiénes son las víctimas, nadie se ha hecho cargo, ni el municipio, ni el gobierno”, dijo a la BBC uno de los vecinos. La primera ministra Theresa May habló ayer por primera vez con sobrevivientes en la Iglesia de Saint Clements a la que tuvo que ingresar por una puerta lateral en medio de fuertes medidas de seguridad ante la multitud que se había congregado para abuchearla. Muchos no le perdonaban que no hubiera aparecido desde el miércoles salvo por una breve foto con los bomberos. “¿Dónde está, qué hizo? No vino, no dio la cara”, señaló una mujer visiblemente furiosa. Cuando vieron aparecer la figura de May saliendo de la iglesia y subiendo a su coche oficial, arreciaron los abucheos y los gritos de “coward” (cobarde), “resign” y “go” (renuncia, andáte).
Tarde, May buscó defender su reacción a la tragedia. “Esto ha sido algo terrible. En este momento estamos asegurando que esta gente que ha perdido todo reciba la ayuda que necesita. Y vamos a tener una investigación pública que va a determinar exactamente qué pasó, por qué y quién es responsable”, señaló May. El gobierno anunció un fondo especial de cinco millones de libras para financiar los próximos días de estas familias, pero ni estos fondos, ni la visita de May, la Reina Isabel II o el príncipe Guillermo calmaron las aguas. Un importante dirigente conservador dijo “off the record” al matutino Tory Daily Telegraph que políticamente es un momento definitorio y que May está saliendo muy mal parada. “Me preocupa el contraste con Corbyn y cómo está impactando en la visión de la gente. Corbyn la superó por completo. May no tiene la más mínima empatía humana, ni un gramo de emoción”, dijo. Según el semanario The Economist, el impacto va más allá de la figura de May. “Posiblemente simbolice el fin de una era política en el Reino Unido”, señaló el semanario.
Esta era todavía vive bajo la sombra del thatcherismo cuando la vivienda pública dejó de ser una prioridad, los municipios tercerizaron sus servicios, hubo una creciente desregulación de la seguridad edilicias y el sector privado copó el centro de la actividad inmobiliaria.
La austeridad conservadora que reina desde 2010 profundizó este proceso. Los grandes héroes de la tragedia de Grenfell Tower y de los atentados terroristas en Londres y Manchester en las últimas semanas fueron la policía, los bomberos, el personal médico y de ambulancias, todos trabajadores públicos que tienen congelado el salario desde hace años. El sector privado, en cambio, ha multiplicado sus ganancias gracias a un régimen laxo de desregulación y a reducciones impositivas corporativas. Hay tres investigaciones en curso (policía, bomberos y la pública oficial), que todavía no se han pronunciado sobre los motivos del incendio, pero la tragedia ya dejó al descubierto el modus operandi de la industria de la vivienda pública. El municipio de Kensington es el dueño oficial de estos monoblocks, pero su funcionamiento está a cargo del “Kensington and Chelsea Tenant Mangment Organization” (KCMTO), una organización privada que regentea unos 10 mil edificios en el Reino Unido.
KMCTO subcontrata los servicios de construcción y renovación a compañías que a su vez subcontratan partes del servicio. En el caso de la Grenfell Tower, KMCTO contrató a la empresa Rydon para hacer un trabajo de modernización del edificio por valor de 8,6 millones de libras (el costo final superó bastante ese cifra: más de 10 millones). Rydon subcontrató a Harley Facades para el proceso de revestimiento de la obra. Según expertos en este campo, el incendio, que aparentemente comenzó en el cuarto piso, se propagó con extraordinaria rapidez al resto del edificio debido a la calidad de los paneles de aluminio utilizados. Los paneles Reynobond tienen dos variedades: uno resistente al fuego, otro inflamable. El resistente al fuego cuesta dos libras más por panel, pero no se sabe si porque en el momento de la obra no había otros disponibles o por un deliberado intento de bajar costos y aumentar ganancias, se usaron los inflamables. El costo total adicional de usar la variedad más cara hubiera sido de cinco mil libras. En Estados Unidos y Alemania no se permite el uso del panel inflamable para monoblocks como la Grenefell Tower.
Esta información y otra que ha circulado desde el incendio en la madrugada del miércoles alimentó la bronca entre vecinos, sobrevivientes y el pueblo en general. “¿Sabe cuál es el problema? El municipio ordenó este revestimiento para hacer el lugar visualmente más agradable, es decir, para que no molestara a los ricos que viven en la zona. Pero no se preocupó por los problemas de seguridad que tenemos”, indicó una sobreviviente a la BBC. El municipio es uno de los más ricos del país: a dos cuadras de las Torres abundan las mansiones que cuestan más de un millón de libras (un millón doscientos mil dólares)
El líder del laborismo Jeremy Corbyn, que pareció el primer ministro británico en estos días, señaló que todos estos elementos tienen que ser parte de la investigación y recordó que el gobierno no publicó aún el informe sobre otro incendio similar, pero de menor intensidad, ocurrido en 2009 en Camberwell, sur de Londres. Un diputado laborista de una localidad cercana a la zona, David Lammy, quien perdió una amiga en el incendio, la artista Khadija Saye, de 24 años, señaló que la tragedia debía tratarse como un “homicidio corporativo”. El alcalde de la ciudad, el también laborista Sadiq Khan, exigió que la investigación pública diera a conocer un informe preliminar en el verano. “No podemos esperar más tiempo. Se necesitan respuestas a cosas muy básicas. Hay mucha gente que vive en lugares similares a la Grenfell Tower que está aterrorizada”, señaló Khan.
El cálculo es que hay unas 40 mil torres en Gran Bretaña. Muchas de ellas fueron sometidas al mismo trabajo de modernización que la Grenfell Tower. El problema es que, increíblemente, no hay una base de datos central que reúna toda la información. Un experto en seguridad contra incendios, Arnold Tarling, de la compañía Hindwoods, señaló que cada municipio tendrá que revisar sus propios archivos para ver qué tipo de material se utilizó en cada caso. “Como no hay un registro central, cada municipio tiene que aprobar y monitorear estos proyectos. Hay una enorme cantidad de productos en este mercado, algunos materiales son de mejor calidad que otros”, señaló Tarling al The Independent.
En una torre cercana a Grenfell Tower, una vecina que vive en el piso 20, le contó a la BBC el miedo que sentía. “Lo vi desde mi casa. Fue espantoso. Y la verdad es que me da miedo dormir acá”.