De lo perverso de la sexualidad en tiempos de Freud, en el sentido de aquello que presenta manifestaciones que se separan de lo esperado y que ha sido normativizado por una sociedad, con la consiguiente connotación negativa, tal como lo indica su etimología (per: a través de; verso: girado, volteado), pasamos a lo diverso de nuestro tiempo, entendido como lo “distinto a otro” (di: múltiple). Lo di toma el lugar de per, de per-verso a di-verso. Sin olvidar la homofonía de per con padre, tal como Lacan la indicó, se pasa de la versión, dirección, del padre a “cada uno va en su propia dirección”. Es así como toma forma lo polimorfo de la sexualidad infantil señalada por Freud, en lo diverso, para algunos sujetos de nuestro tiempo, con lo cual, por lo demás, pierde parcialmente la dimensión moral que muchas veces tiene el concepto de “perverso”.

Al adolescente de hoy se le presenta su sexualidad en este campo de lo diverso, donde el Nombre del Padre se debilita en su función ordenadora de lo real de la pulsión sexual; allí el sujeto se encuentra ante varias opciones posibles; más aún, queda ante la “extensión del universo de los posibles” gracias a la incidencia de lo virtual, tal como lo propone Miller en “En dirección a la adolescencia”. Cabría preguntarse si esta extensión de lo posible es tal, por cuanto se admite más lo relativo al semblante que a lo real; a una mayor negación de lo real en el sentido de aquello imposible, una mayor ampliación de lo posible, bajo la forma del semblante.

Una adolescente, para quien su voz es un tanto gruesa y los movimientos de su cuerpo más bien bruscos, a pesar de ella y de su voluntad consciente, se plantea la pregunta por su identidad sexual y por lo que sería el cuerpo del Otro como objeto de su deseo. Dos manifestaciones del cuerpo que se goza (voz y movimiento) se interpretan como signos de lo que ella podría ser: mujer, mujer masculina, hombre, mujer a la que le gustan las mujeres, mujer a la que le gustan hombres y mujeres, hombre al que le gustan las mujeres, “neutro”… Todo ello posible, no sin confusión.

El sujeto en su adolescencia queda ante las múltiples posibilidades de elección referidas a su sexualidad, que en tanto respuestas a un real negado en su imposibilidad, tampoco terminan por resolver la relación de discordancia del sujeto con su cuerpo; de allí que desentrañar lo singular, y no lo diverso, de dicha relación que cuenta con lo real, sea una posibilidad.

 

*Medellín. Del Boletín informativo de la XII Jornada de la NEL.