Levantarse una mañana de sol y escuchar el sonido de un charango sonando lindo es de las experiencias más hermosas que se pueda tener. Hay varios discos en los cuáles pensar. No muchos, pero hay. Todos los de Jaime Torres, por supuesto. O de Rolando Goldman. También recurrir a Gustavo Santaolalla, cuando le da por empuñar el instrumento, o remontarse a los tiempos de Mauro Nuñez, maestro de maestros. En esta senda histórica-instrumental se ubica justamente Una mañana, disco de solo charango que acaba de publicar Diego Sosa. “Vi en ese momento del día un instante de lucidez en el que estás con vos mismo y pensás en todo que lo que te espera en la jornada”, explica este músico tucumano que nada como pez en el agua cuando los cauces -mansos y oníricos- hacen chocar las músicas electrónicas con las de raíz, charango mediante. “Alguien me dijo 'este sonido me lleva a viajar hacia un lugar de mucha paz'. Ahí apareció una primera idea, que fue la de componer una música a partir de la emoción. Entonces busqué separar la música de tantos sonidos sobre sonidos, buscando que el silencio también sea el protagonista. El silencio y la pausa que son tan necesarios hoy, ante tanta palabra y tanto ritmo cortado”.
Una mañana, en rigor, resume la intención balsámica de Sosa en ocho piezas instrumentales que se ubican en la mejor tradición del charango norteño. El trabajo opera también como pata folklórica de un camino personal, enmarcado por encuentros con el DJ Renato Zanón -que desembocó en el disco ZeroBalaSound-, y con el grupo tucumano Taa Huayras. “Con Renato resultó una experiencia enriquecedora. Él me escribió porque tenía unas bases y necesitaba grabar sonidos con charangos. Grabé varias, y así empezó un proceso compositivo de ida y vuelta que desembocó en un single que pasó a formar parte de Ritmos del sur, una de las listas más grandes a nivel mundial de música electrónica de raíz folklórica”, detalla el músico. “Creo que fue un poco empezar a cumplir el sueño de hacer algo parecido a lo que hizo Jaime Torres con su disco Electroplano”.
-De hecho, hay una geografía, un paisaje que identifica a tus músicas. ¿Cómo los pintarías?
-El cerro, la pacha, el río: eso que es inmensidad y me rodea. Vaya si no hay poesía, colores y hermosos sonidos ahí, ¿no? La música te lleva por caminos impensados.
Sosa se cuenta a sí mismo como un ser que de pequeño hacía música mientras jugaba, se iba a dormir o caminaba hacia la escuela. Y que de grande siguió ese camino entre el conservatorio y las calles. Entre el rock argentino de los '80 y las músicas telúricas. “Cuando tuve que elegir qué tocar, encontré en el folklore los sonidos y la poesía que me identificaban, porque el charango me permite componer a partir de emociones y desarrollar una sonoridad ancestral”, señala.
-¿Cómo sería la vida sin charangos?
-Sería un mundo sin sonidos, sin una voz que diga lo que toda una cultura necesita expresar y decir.