Tal como lo hizo cada uno de los ex miembros del “mejor equipo de los últimos 50 años” que Mauricio Macri retiró de la cancha, la ex canciller Susana Malcorra sacó los trapitos al sol. Aunque repitió que dejó el cargo por razones personales, reveló que mantuvo “diferencias” con “el presidente y muchos miembros del Gabinete (porque) tenían una visión muy, muy dura” sobre la situación en Venezuela, mientras que la de ella era “escalar la presión” de manera gradual.
Malcorra hizo públicas sus críticas ayer, el mismo día en que el Gobierno aceptó la renuncia de dos funcionarios de carrera de la Cancillería que fueron de su máxima confianza. Se trata de Pedro Raúl Villagra Delgado, su virtual vicecanciller, y de Patricio Banegas, que tenía a su cargo el manejo de fondos para las embajadas, así como también los ascensos.
“Mi visión era que había que encontrar formas de tender puentes para ayudar a la salida del quebradero en el que está Venezuela”, sostuvo Malcorra, a quien Macri le dio una salida decorosa con la designación de titular del nuevo Consejo de Alto Nivel para el Análisis Global. Según contó durante una entrevista con radio Con Vos, desaconsejó al jefe de Estado sobre el uso de la cláusula democrática para expulsar a Venezuela del Mercosur. “No estaba bien el uso” de esa herramienta y “di las razones técnicas” al respecto, aseguró. Sin embargo, la primera línea del Gobierno insistió con esa posibilidad en el bloque regional.
La ex canciller también se refirió a las críticas a nivel internacional que recibe el Estado nacional por la cuestionada detención de la dirigente de la Tupac Amaru Milagro Sala. Admitió que el caso “tiene un impacto” en todo el mundo y que el Gobierno percibe, pero indicó que esos cuestionamientos “giran alrededor de la prisión preventiva” y “no en la sustancia” de la causa que se investiga.
Cuando dimitió al cargo, el 29 de mayo pasado (aunque se alejó formalmente el 12 de este mes), Malcorra había dejado traslucir sus diferencias con el Gabinete sobre el caso Venezuela. “Con (Marcos) Peña hubo diferencias. Sí, es cierto que no siempre coincidí en cien por ciento con la Jefatura de Gabinete”, admitió. Pero hasta hoy no lo había hecho con dureza. “Quizás en el manejo de los tiempos teníamos una diferencia”, añadió. Luego intentó suavizar sus dichos al afirmar que esos contrapuntos “no” fueron los únicos motivos por los que dejó el Palacio San Martín.
No obstante, hay una llamativa coincidencia. El mismo día en que admitió la existencia de diferencias en “el equipo” del Presidente, el Boletín Oficial publicó la aceptación de la renuncia de sus ex colaboradores Villagra Delgado y de Banegas.
Delgado era un funcionario de carrera, ex embajador en Australia durante el gobierno de Cristina Kirchner y ascendido luego a secretario de Relaciones Exteriores. Cuando en noviembre del año pasado Carlos Foradori dejó el cargo de vicecanciller, fue reemplazado por Villagra Delgado, quien quedó como segundo de Malcorra.
Banegas se desempeña como secretario de Coordinación y Cooperación Internacional y seguirá allí solo hasta el 30 de este mes. Llegó a la Cancillería de la mano de Malcorra, quien ya lo conocía como directivo de Telecom, empresa de la cual ella fue directora general.
No es la primera vez que un funcionario renunciante saca a relucir las internas del macrismo. El 31 de mayo pasado, la ex CEO de Aerolíneas Argentinas Isela Costantini reveló que su alejamiento del cargo no fue por voluntad propia, como lo había dicho, sino por decisión del ministro de Transporte, Guillermo Dietrich. “Fue como un choque frontal”, dijo la empresaria para definir su relación con el aún funcionario.
También, la salida de Alfonso Prat Gay del Ministerio de Hacienda y Finanzas fue por las diferencias entre los gradualistas y el ala dura del gobierno. “Me preocupa que todas las semanas los precios van subiendo”, dijo en mayo pasado para cuestionar la política de control de la inflación del Gobierno y el Banco Central.
Lo mismo ocurrió con Carlos Melconian, quien luego de alejarse de la presidencia del Banco Nación criticó a la política económica. Dijo que “alguien va a tener que poner el culo en la silla para lograr el equilibrio macroeconómico” y consenso con las provincias porque si no “se puede ir todo a la mierda”.