Una vez que termina la entrevista, Mimi Maura y Sergio Rotman se preguntan si existe alguna palabra que sirva de analogía para la versión mujeril del crooner. Y es que esta es una etiqueta que pareciera para uso exclusivo de los hombres. Mientras dispara posibles variantes, el saxofonista histórico de Los Fabulosos Cadillacs hace la salvedad de que el crooner no canta jazz sino balada jazzeada. “Frank Sinatra es el mejor ejemplo”, dice mientras su compañera lo mira atenta, como a la espera de que le saque la duda. Edgardo Carrizo en su libro Juego de damas (2011), dedicado a las voces femeninas del jazz argentino, las llama “lady crooner”. Hasta ubica a dos pioneras nacionales: Blackie y Lois Blue. O al menos las considera las dos primeras “grandes lady crooners” del país.

A diferencia de Rotman, el periodista e historiador sí planta al rótulo en el jazz: Midnerely Acevedo, el nombre detrás del álter ego, no podría aplicar formalmente para ese perfil de cantante. Por más que su compromiso con la canción sea el mismo  o tenga entre sus influencias a Billie Holiday, icónica “lady crooner”. De lo que no hay dudas es de la voz privilegiada de la puertorriqueña. Todo un maremoto emocional en el que Poseidón reina en esa dicción marcada y Neptuno está encarnado en ese gañote cuyo poder es sólo comparable con el de un huracán caribeño. Tal como lo patentó en “Todos los días de sol”, uno de los mejores temas que haya manufacturado el reggae argentino. Aunque ese no es el estilo musical que mejor los define.

“Eso tiene que ver con interpretar”, explica la boricua. “Me cuesta escuchar a esas cantantes a las que no se le entiende lo que dicen. Es algo que tengo de chica. Lo aprendí en casa”. De tal palo, tal astilla. Y ella no es la excepción. Vale la pena recordar que Mimi es hija del bolerista y baladista Mike Acevedo, dueño de una voz privilegiado y del que aprendió el oficio. “Mi papá me enseñó lo de la dicción”, reconoce la artista nacida en 1972 en la capital de la llamada “Isla del encanto”. “Es igual que en el teatro, donde tienes que pronunciar para que te escuchen. Para mí es eso lo que hago con mis canciones. Yo soy el instrumento, y tengo que poder mostrarlo. Es algo que fui mejorándolo con los años, a tal punto de que ahora mismo estoy cómoda con mi ‘instrumento’”.

Su reciente disco de estudio se enfoca justamente en eso: en la interpretación y en su “instrumento”. Alma adentro apareció en las plataformas digitales el 15 de julio, y está conformado por 10 canciones en las que Mimi Maura pone a prueba la elasticidad de su voz a través de estilos distintos. Lo que lo convierte además en el primer trabajo de la artista en el que se distancia de la tradición musical jamaiquina, sostén conceptual en sus 20 años de trayectoria. “Hay dos canciones del palo jamaiquino”, advierte la cantante sobre el álbum que será presentado en vivo este sábado a las 21 en el ND Teatro (Paraguay 918), escenario que no pisan desde hace una década. “No es que dejamos de hacer rocksteady, ska o reggae, sino que estamos tocando música que surgió en esta etapa de nuestras vidas. Es otra búsqueda que fuimos integrando de a poquito en los shows en vivo, y hacía falta un disco para poder cerrar eso”.

-¿Se reinventó Mimi Maura?

-Estamos con muchos nuevos arreglos. Eso no significa que ya no toquemos reggae, rocksteady o ska. Pero sí hay una etapa evolutiva, un cambio en nuestro sonido. Más que nada es una búsqueda para nuestra propia diversión. Los músicos tambien necesitamos divertirnos en el escenario, y como somos independientes hacemos lo que queremos.

-¿Cuándo se empezó a gestar esta encarnación?

-Se fue dando de a poco. Fue un proceso orgánico porque hace algunos años que venimos experimentando con estos sonidos. Si te fijas en Spotify, en 2017 y 2018 sacamos temas que poco tienen que ver con nuestra impronta. Como no estamos acostumbrados a este nuevo sistema de escuchar música sin terminar una obra, y en el que lo que manda es el single, sentimos la necesidad de hacer un disco. Nos tomamos nuestro tiempo porque no había ninguna prisa. Si bien podemos seguir viviendo de nuestro repertorio, creímos que era necesario llevar adelante este proyecto. No nos metimos en un estudio para hacer el disco completo, pero buscamos el sonido que queríamos para cada canción.

Alma adentro se ubica en la discografía de la artista puertorriqueña como el álbum variopinto y ecléctico. Y el repertorio deja constancia de esos ragos. Si “Hoy brilla el sol a destiempo” es uno de los dos temas jamaiquinos a los que hizo alusión, “La calandria y el zorzal” se tornó en la balada psicodélica. En tanto que “Ese camino” revisita el soul, “Al salir el sol” personifica un rockabilly con sabor a spaghetti western, y “I Can Not” sorprende al mostrar a Mimi navegando en la música electrónica. Lo que sí es ya es conocido es la debilidad de la cantante por el bolero, por lo que la canción que titula al disco ocupa ese espacio. “Mi intención fue volver a la raíz”, revela. “Me acerqué a algo más rústico y simple, con menos sonidos y menos caños. Todo esto fue para mostrar con más claridad que lo que yo hago es interpretar”.

-Al pasearte por todos estos estilos, ¿sentís que te consolidaste como intérprete?

-Con proyectos como Los Sedantes y El Siempreterno tuve ganas de rockearla. Fue raro porque lo hice en un momento en el que le estaba dando identidad a este personaje llamado Mimi Maura, que es la caribeña. Canta rocksteady y ska, pero también hace bolero. El bolero está conectado con el rock, que era lo que hacía antes. Quería mostrar más, y me hacía falta una banda que me acompañara haciendo eso. En este caso, llamamos a varios amigos para que tocaran con nosotros. Así que hay muchos músicos invitados con la intención de buscar sonidos.

-Dijiste recién que el bolero está conectado con el rock, pero pareciera más cercano al soul y al R&B.

-El bolero quedó instalado como una música de tres guitarras con alguien cantando, cuando en realidad tiene una gama gigantesca. Por eso, al momento de referirme al bolero, en realidad estoy hablando de la balada. Como a mí me sale bien ese estilo de música, no quería que “Alma adentro” fuera un bolero cualquiera. Por eso invitamos a Maxi Prietto (frontman del grupo Los Espíritus) a tocar la guitarra en ese tema, porque es un buscador de matices en el género.

-¿Este es un disco donde la experimentación parte con el bolero?

-No sólo con el bolero. Rozamos la oscuridad en todos los estilos que abordamos, por eso lo llamamos Alma adentro. Hay una intención de estar más consciente, de cerrar los ojos y escuchar. Siempre me atrajo el bolero por su melancolía. Es lo que me sale bien.

-Si Sergio tiene varios proyectos paralelos, ¿por qué no tuviste tu propio grupo de boleros?

-Porque ya tengo a Mimi Maura, y con la banda encuentro la posibilidad de tocar boleros. Incluso, llegué a hacerlo en una época. Estuve tocando en formato acústico con dos guitarras. Si hoy armo un nuevo proyecto, estará enfocado en el metal (en sus inicios en la música, Mimi fue parte de Rencor y Alarma, grupos referenciales de la escena de heavy metal de Puerto Rico).

-A pesar del contraste estilístico, el relato del disco tiene una fluidez casi cinematográfica. ¿Cómo llegaste a ese equlibrio?

-Muchas de estas canciones estaban en nuestros shows. Los chicos que me acompañan en la banda han aprendido a cambiar de sonido y de actitud para cada canción. Sabemos que la gente ya no escucha los discos como antes, pero nosotros nos seguimos aferrando a esa manera. Por eso sacaremos Alma adentro en vinilo y CD. A la vieja usanza.

-Tu disco anterior, Stormy (2020), grabado junto a la banda de reggae Los Agrottones, ya advenía la influencia que tiene la música de los sesenta en vos.

-El matiz de ese disco es revisionisita. La música que más me gusta viene de los sesenta. Si bien algunos artistas contemporáneos a mí buscan modernizarse con el trap y el reggeatón, lo que hacemos es para nosotros mismos. Y esa música no está de moda.

-Tampoco lo está el tipo de música electrónica que tocan en Alma adentro.

-Algunos músicos de la banda están en esa movida más electrónica. Sergio también llevó adelante un proyecto de música electrónica llamado Seiko, junto a Mario Siperman y Ernesto Romeo. De ahí viene la relación con él para que luego lo invitemos a participar en “I Can Not”. Como no queríamos quedarnos con la simpleza, experimentamos un poco.

-Es la única canción en inglés que tiene el disco.

-No es mía sino de Ivo Dimichev. Llegué a él a través de un aviso de Internet. Cuando lo empecé a seguir, me di cuenta de que venía para Argentina para presentar un show teatral en el CCK. Y luego hizo algo más musical.

Aparte de la composición del músico y performer búlgaro, lo nuevo de Mimi Maura incluye temas de Fidel Nadal (“Necesito tu amor”), Rebeka Nogales (“Al salir el sol”), de la célebre poetiza boricua Sylvia Rexach (“Alma adentro”), de Gigio González (“Hoy el sol brilla a destiempo”) y de Sergio Rotman. Aunque Midnerely Acevedo firma “Tren de las diez” con su pareja. Estas apropiaciones se mixturan con las participaciones de Prietto, Ernesto Romeo, Hugo Lobo, los neoyorquinos The Du-Rites y Prince Buster Jr., hijo de la leyenda del ska Prince Buster. “Fue una sorpresa que nos dio Pablo Martín (productor del disco con Rotman, así como integrante en los ochenta del grupo argentino El Corte y más adelante de Tom Tom Club, banda estadounidense creada por los ex Talking Heads Tina Weymouth y Chris Frantz)”, evoca Mimi. “Se lo consiguió en Harlem mientras trabajaba. Es cartero”.

-¿Tuviste la oportunidad de mostrarle los temas a los autores?

-Les pagué los derechos de uso a todos. Los que sí tuvieron la oportunidad de escuchar sus temas antes de que saliera el disco fueron Fidel Nadal y mi amiga Rebeka Nogales.

-En tus discos introdujiste canciones y compositores que de otra manera hubiese sido difícil que acá se conocieran. Pero la apropiación fue tan fuerte que algunos creen que esos temas son tuyos.

-A veces, la gente no lee las entrevistas y piensan que las cosas son de una manera. Acerca de lo que dices, muchos creen que “Yo no lloro más” es mía, y ya había sido popular acá en los años 40. La compositora original se llama Myrta Silva. Antes de que La Lupe popularizara su tema, ella se ganó en Argentina el premio a “La reina de la guaracha”. Por eso para mí era importante hacer esa versión, para que su legado pudiera seguir presente.

-Amy Winehouse tenía muchos puntos en común con vos. No sólo la distinguió esa voz inconfundible, así como su fabulosa dicción, sino que también rescató canciones que hoy siguen latiendo. Ella lo hizo porque eran temas que evocaban su infancia. En tu caso, ¿por qué lo hiciste?

-Desde el primer disco, busqué esas referencias para decir: “Yo vengo de aquí. Esta fue mi escuela, estas son mis raíces”. Y que la gente pudiera llegar a eso. Escuchando a Janis Joplin conocí a Billie Holliday, y a partir de ahí llegué a Bessie Smith.

-¿Y qué pasa con tu veta compositiva?

-La trabajé por mucho tiempo, pero no me gusta. Siento que lo haría en otro tipo de música. Muchas artistas que me influyeron, como Mina, compusieron pocas canciones. Aunque hubo una época en la que el compositor fue tan o más importante que el intérprete. Un compositor que banco es Silvio Rodríguez. El sonido de un buen intérprete te debe entrar por las venas. Hay que apropiarse de la canción, no importa de quién sea ni cuantas veces la haya grabado otra persona. Esa es mi búsqueda. De momento, me da placer cantar cosas que me gustan de verdad.

-Como el sol… Es una constante en tus discos.

-El sol nos alimenta sin tener que comer con la boca. Definitivamente, viviendo fuera de mi país es lo que tenemos en común. Así que es un elemento que está de vuelta, al igual que el tren. Veníamos con distintas imágenes que se nos fueron repitiendo. Tampoco es que planeamos hacer el disco con esas canciones. Se fueron integrando como si se tratara de un rompecabezas.

Mientras Mimi defiende su nuevo disco, Sergio Rotman (tras la celebración de los 20 años, el músico le dejó el control total de la banda a Midnerely) la escucha sentado en la cama. De pronto se levanta, y recopila algunos vinilos que tiene en su cuarto. La pieza evoca a la de las parejas jóvenes que empiezan a jugar a la convivencia. Sin embargo, esa no es más su casa sino la de Leroy, su hijo de 24 años. Ahora viven en Ingeniero Maschwitz, pero el confinamiento los dejó atrapados en su otrora hogar de Vicente López. “La cuarentena fue un bajón, pero hicimos como que no sucedía nada”, reconoce la cantante. “Emocionalmente nos hizo daño, y yo necesitaba hacer un camino de más naturaleza. Todavía estamos preparando de a poquito la casita. Si algo positivo me dejó esa época fue que pude volver a engancharme con mi grupo de kung fu y que creció el vínculo con mi hijo, que también estaba haciendo música”.

-Ahora tu hijo es integrante de Mimi Maura.

-Lo de trabajar juntos se dio recién, luego de que su banda, Los Tibios, se separara. Comenzó como monitorista en 2019, y se fue integrado cada vez más. Tenemos buena química. Es muy perfeccionista, está en todos los detalles.

-¿Cómo lo tratás arriba del escenario?

-Como a un par. Pero nos volvimos todos una familia, porque lo conocen desde que era pequeño. Tengo fotos de él, de un mes, sentado en mi falda mientras yo ensayaba. Se conoce esta música desde que nació.

-¿Y tu relación musical con Sergio?

-Estuvimos más en un descanso. Por eso dormimos el proyecto por un tiempo. Teníamos la cabeza en distintas cosas, pero igual seguimos haciendo música. Sergio sacó su disco solista, que es lo que le salía. El veía que esas canciones eran muy oscuras para Mimi Maura.

-¿Por dónde pasa tu disfrute en lo que hacés?

-El valor de ser intérprete es que todavía puedo hacer esto. No sé si siempre me van a dar ganas de poner todo. Te agota.

-Hoy deberías ser más popular de lo que sos, y más en una época en la que abundan los intérpretes. ¿Transarás alguna vez con el sistema?

-En el momento en el que quisimos hacerlo, el sistema no tenía lugar para nosotros. No nos daban lo que mínimamente queríamos. No había manera de negociar. Mi forma de trabajar, en la que yo hago lo que me da la gana, era un problema para las disqueras multinacionales. Seguimos haciendo lo que nos da la gana, y en los tiempos que queremos. Eso es difícl en el mainstream. Pertenecemos al movimiento de músicos que hacen música con pasión. Así que el under es nuestro mundo.