Carla Vizzotti y Daniel Filmus, titulares de los ministerios de Salud y de Ciencia, Tecnología e Innovación, se reunieron en la sede de la cartera sanitaria con Juliana Cassataro, la investigadora del Conicet que lidera la elaboración de la Arvac “Cecilia Grierson”, la vacuna ciento por ciento local para combatir la covid. En conjunto, examinaron los resultados de la fórmula vacunal en la fase 1 de ensayos clínicos y se mostraron entusiasmados de poder continuar con las fases 2/3, que darán comienzo a las pruebas masivas del inmunizante en humanos. Se inyectará en 3 mil voluntarios de ambos sexos, para examinar tolerancia, seguridad e inmunogenicidad. Podría estar lista en 2023 y se espera que sea empleada como refuerzo, eficaz contra las variantes que circulen.
“Estuvimos analizando y discutiendo cómo avanzar hacia la fase 2 y 3, que ya es mucho más masiva. Estamos hablando de 3 mil casos, y la expectativa es poder comenzar prontamente, a partir de la autorización de la Anmat”, señaló Filmus. Luego continuó: “Es la primera vez que estamos haciendo la fase 1, 2 y 3 de vacunas aquí en Argentina con desarrollo local. El MinCyT ha invertido mucho dinero para tener desarrollos propios y va a ser un paso enorme".
Vizzotti también refirió que el encuentro fue clave, con el propósito de diseñar “una hoja de ruta para optimizar los tiempos”. Asimismo, la ministra remarcó el rol preponderante que tendrán los hospitales públicos en la puesta en marcha de los ensayos. Para el país, encabezar un procedimiento como la elaboración de una tecnología sanitaria tan sensible como una vacuna, implica la puesta en marcha de capacidades muy valiosas. Habilidades, infraestructura y recursos que podrán emplearse tanto en vacunas para covid, así como también para la prevención de futuras enfermedades.
Hoja de ruta
A su turno, Cassataro agradeció a la Anmat por “acompañar con agilidad” los procedimientos y manifestó que los resultados obtenidos durante la fase 1 fueron “bastante contundentes”. La siguiente etapa requerirá, según anunció la especialista, de 3 mil personas con el propósito de examinar la tolerancia, la seguridad y la capacidad de generar anticuerpos frente a la covid.
La tecnología puede almacenarse entre 2 y 8 grados centígrados, se basa en proteínas recombinantes (al igual que otras de uso habitual como la de HPV y la Hepatitis B) y presenta una ventaja crucial: su fórmula puede actualizarse con facilidad (aproximadamente 90 días) en caso de ser necesario. Este aspecto es clave porque, ante el escenario epidemiológico actual y las proyecciones futuras, resulta impensado que la pandemia vaya a tener un punto final en el corto plazo.
También vale destacar el rol de la articulación público-privada, ya que además de la participación del Estado nacional, a través de los ministerios, la Universidad Nacional de San Martín (casa de estudios en donde se diseña la fórmula) y el Conicet, también se encuentra el Laboratorio Pablo Cassará, institución con plantas capaces de elaborar 50 millones de dosis.
De importador a exportador
Si los resultados de la fase 2/3 son positivos, disponer el año próximo de una vacuna 100 por ciento doméstica no será nada descabellado. De ser así, la nación podría ahorrarse las divisas que gastó en adquirir las tecnologías extranjeras en 2020, 2021 y 2022. Lo que aún significa más, Argentina no solo podría dejar de importar sino que estaría en condiciones de exportarla a las naciones latinoamericanas, como México, Bolivia y Chile, con las que ya ha iniciado diálogos para la realización de los ensayos.
“Si podemos desarrollar fase 2 y 3 en otros países, va a tener más facilitada la posibilidad de la aprobación por organismos de regulación de otras naciones que es el eje principal de poder exportarla. Sin lugar a dudas con una economía a escala vamos a necesitar exportar la vacuna para que sea económicamente viable, como lo hicimos con los barbijos”, destacó Filmus. En este sentido, la producción de conocimiento autóctono se revela clave para orientar el camino hacia la soberanía sanitaria.
Otras que siguen en pie
A la tecnología diseñada en el Instituto de Investigaciones Biotecnológicas de la UNSAM, también se suman otras que, aunque vienen de atrás, marchan a paso firme. La referencia es para la fórmula monodosis desarrollada por el investigador Osvaldo Podhajcer desde el Instituto Leloir; la Argenvac, del Conicet y la Universidad Nacional de La Plata, impulsada por Guillermo Docena; y el proyecto liderado por la especialista Daniela Bottero, a partir de la participación de diversas instituciones como el Conicet, el INTI, el INTA y el Instituto Leloir.
Las cuatro líneas (y otras que se hallan en fases previas de desarrollo) recibieron apoyo del gobierno y del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, a través de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación.