El 4 de agosto de 1976, hace 46 años, el entonces obispo de La Rioja, Enrique Angelelli, murió asesinado cuando, en compañía de su vicario Antonio Pinto, conducía su camioneta en viaje desde Chamical hasta la capital riojana. El hecho se produjo a los pocos días de los homicidios de los sacerdotes Carlos Murias y Gabriel Longueville y del laico Wenceslao Pedernera, todos vinculados al obispo. Hoy, por decisión del papa Francisco, Angelelli es venerado como beato de la Iglesia Católica y señalado como ejemplo de vida mientras continúa en marcha el proceso eclesiástico que lo llevará a ser declarado santo.
El asesinato fue presentado en su oportunidad como un accidente y tuvo que transcurrir hasta el 2014 para que el Tribunal Oral Federal de La Rioja dictara una sentencia declarando que la muerte del clérigo fue un crimen de lesa humanidad cometido en el marco del terrorismo de Estado. Luciano Benjamín Menéndez y Luis Fernando Estrella, autores mediatos del homicidio, fueron condenados a prisión perpetua.
Desde su matriz evangélica Angelelli se había transformado en firme defensor de las causas populares y vocero de los excluidos. Por ese motivo contaba con gran reconocimiento del pueblo riojano, no solo de los fieles cristianos. Su presencia molestaba a la dictadura militar que ese mismo año había usurpado el poder en el país.
La actitud comprometida de Angelelli inquietaba también a la institucionalidad eclesiástica por entonces encabezada por el arzobispo Raúl Francisco Primatesta, hombre de buenas relaciones con el régimen dictatorial. Por eso la jerarquía católica de entonces prefirió dar por cierta la versión de la muerte accidental. La causa de beatificación de Angelelli y sus compañeros mártires estuvo paralizada muchos años e institucionalmente la iglesia local se desentendió del caso. Solo en 2006, por iniciativa del cardenal Jorge Bergoglio se retomó la causa por parte de la Iglesia. Ese año Bergoglio encabezó una misa en La Rioja por los 30 años de la muerte de Angelelli y promovió una comisión episcopal para investigar lo sucedido. En esa ocasión el hoy papa Francisco hizo mención a la "audacia, coraje y aguante apostólico" de Angelelli, de manera explícita se refirió al “derramamiento de sangre” y describió al obispo como "un pastor que dialogaba con su pueblo". Posteriormente el obispo Marcelo Colombo, actual vicepresidente del episcopado, fue encargado del proceso hacia la canonización.
Nacido en Córdoba en 1923 Enrique Angelelli trabajó como sacerdote junto a la Juventud Obrera Católica (JOC), a los 45 años fue nombrado obispo de La Rioja y en condición de tal participó en el Concilio Vaticano II, acontecimiento eclesial que dio inicio a un proceso de renovación de la Iglesia Católica bajo el impulso del papa Juan XXIII.
Hablando en El Chamical el 22 de julio de 1976, después de producido el asesinato de sus colaboradores, el obispo riojano pronunció una homilía en la que afirmó que “este pueblo, como cualquier otro del país, necesita pastores que sigan haciendo lo que Carlos y Gabriel hicieron hasta ahora, y por lo que murieron”. Y agregó que “ellos han entregado la vida, no por tontos, ni por cándidos, sino por la fe, por servir, por amar, para que nosotros entendamos qué es servir, qué es amar, qué es no ser tontos”. Dijo también que “no hay ninguna página del Evangelio que nos mande ser tontos. Cristo nos enseña a ser humildes como la paloma y astutos como la serpiente; nos manda tomar la cruz de cada día y seguirlo; nos manda que nos gocemos en la persecución; nos manda ser mansos de corazón, y tener alma y corazón de pobres; Él nos manda a buscar a los más necesitados porque son los privilegiados del Señor, y no rechazar a nadie, porque suya es la respuesta para todos los hombres y para todo hombre, aunque se quiera dudar de esta verdad”.
En 2019 el papa Francisco reconoció el “martirio” de Angelelli y sus compañeros y el 27 de abril del mismo año una ceremonia celebrada en La Rioja sirvió para visibilizar el hecho. Pocos días antes los obispos argentinos expresaron “la gran alegría de la próxima beatificación del obispo Enrique Ángel Angelelli, de fray Carlos de Dios Murias, del presbítero Gabriel Roger Longueville y del laico Wenceslao Pedernera" y agradecieron "de corazón al Papa Francisco, que así recoge el discernimiento de la Iglesia y nos alienta a gastar la vida en el servicio".
Antes, en el 2014, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de La Rioja Nº 01, había dictaminado “con certeza absoluta que la causa de fallecimiento del obispo monseñor Enrique Angelelli, fue homicidio doblemente calificado por el concurso premeditado de dos o más personas para procurar la impunidad; conforme acción premeditada, provocada y ejecutada en el marco del terrorismo de Estado, de la última dictadura militar".
Este año la Cámara Primera en lo Civil, Comercial y de Minas de la Primera Circunscripción Judicial de La Rioja, resolvió ordenar la rectificación de la partida de defunción del obispo Enrique Angelelli que figuraba en el Registro Civil provincial y determinó que quede allí asentada la causa de muerte tal como lo determinó la justicia.
Una de las frases de Angelelli, con la que se lo sigue recordando hasta hoy, es: “con un oído en pueblo y otro en el Evangelio”.