"Hoy en la discoteca Arena classic me pincharon en el muslo. En cuanto me di cuenta fui corriendo al portero de la discoteca, el que, ayudándome, me sentó en un sofá. A los 10 minutos me desplomé, quedándome semi inconsciente. Fui víctima de una sumisión química. Acabé en urgencias del Hospital Clínic y el equipo médico no supo decirme qué sustancia me inyectaron". Es el relato que Miriam Alba describe en Twitter sobre lo que le sucedió el 27 de julio. La alarma sobre la pandemia de los pinchazos resuena con fuerza en España, que acumula día tras días nuevos casos.
Pero en el Reino Unido la voz de alarma por estos casos llegó el invierno pasado. En seis meses, la policía británica cuantificaba en más de 1.300 los casos de pinchazos con agujas, la mayoría de ellos en pubs y discotecas. La ola de indignación provocó en una protesta nacional en la que muchos bares cerraron sus puertas durante un día para mostrar solidaridad a la campaña bajo el lema 'Girls night In'. También en Bélgica, el aumento de casos de abusos en lugares de ocio nocturno derivó en una protesta que bajo el lema Balance Ton Bar (Denuncia a Tu Bar) lideró el boicot de bares y discotecas en locales de ocio de Bruselas y Gante donde se habían producido una cadena de abusos.
Un estadounidense inyectó su semen con una jeringa en las nalgas de una mujer
Tras el Reino Unido, la alerta de las agujas se extendió poco después a Francia o Países Bajos. Y estos días es España la que sufre esta lacra que cuenta con muchas incógnitas y alguna certidumbre. El denominador común es que las fuerzas de seguridad nacionales están muy desconcertadas sobre el móvil de estos ataques, que son propiciados en el grueso de los casos contra mujeres. La mayoría de análisis de sangre posteriores no han dejado huella toxicológica en las víctimas, por lo que la intencionalidad de sumisión química para cometer agresiones sexuales pierde fuerza, aunque es una de las líneas abiertas de la investigación. El caso más mediático llegó el año pasado desde el otro lado del Atlántico, cuando un estadounidense inyectó su semen con una jeringa en las nalgas de una mujer, por lo que ha sido condenado a 10 años de cárcel.
También son pocos los casos que en los países afectados han culminado en violación, violencia y robos. Por ello, la gran incógnita es quién y por qué. Pero el temor y la paranoia ya se extienden por las discotecas, fiestas, conciertos y festivales de nuestro país. España identificó los primeros casos en las fiestas de San Fermín, con ocho denuncias de un fenómeno hasta la fecha desconocido y que sigue un patrón: un pinchazo en jeringuilla en brazos o piernas que provoca mareos o somnolencia. Hasta la fecha hay registrados más de 60 casos, que se han producido en la mayoría de comunidades autónomas y dejan a Catalunya como la más afectada con el 25% de los pinchazos identificados. El número de denuncias no deja de crecer y se teme que el número de casos reales sea muy superior a los registrados.
En Francia, se han registrado 1.004 casos este 2022
En Francia, el misterio de los pinchazos comenzó a tener impacto mediático y político en abril. Aunque desde el Ministerio de Interior reconocieron a Associated Press que en lo que va de año se han registrado 1.004 casos en todo el país. En todos ellos se han descartado trazas de virus, de VIH, de drogas o GHB, el conocido como éxtasis líquido. Las fuerzas de seguridad galas ya han detenido a varios hombres sospechosos de haber inyectado algo a chicas con unas sustancias que los sanitarios no pueden identificar y bajo una motivación que la Policía continúa desconociendo. Aunque en menor medida, los asaltos también están afectando a chicos. El joven francés Nils Maszolf, de 21 años, cuenta en la cadena nacional BFM cómo un hombre se abalanzó sobre él en el metro de Lyon con una jeringuilla dejándole un hematoma en el brazo.
Tampoco ajena ha sido la vecina Bélgica, que identificó dos casos en la celebración del Orgullo Gay celebrada el 21 de mayo y que reunió a más de 120.000 personas. Bélgica ha endurecido recientemente su código penal imponiendo penas de hasta 15 años a aquellas personas que droguen a otras sin su consentimiento.
En Países Bajos, un tribunal condenó a prisión a la primera persona responsable de pinchar con una aguja a una mujer
En el otro lado de su frontera, Países Bajos cierra la lista de países europeos salpicados por esta ola. El mes pasado, un tribunal condenó a cinco meses de prisión a la primera persona responsable de pinchar con una aguja a una mujer en un festival de danza en La Haya. Entre sus pertenencias se encontraba una aguja hipodérmica que contenía restos de cocaína y heroína, según recogen los medios locales.
Por su parte, la DJ alemana Zoe Zanias hizo público en su cuenta de Twitter que había sido víctima de una inyección que le dejó una marca en una local de Berlín. Denuncia que desde su publicación, al menos 30 personas le han contactado para contarles historias similares.
Drogar a mujeres durante el ocio nocturno intoxicando sus bebidas para abusar de ellas es una lacra frecuente. La hipótesis de que se estén desarrollando nuevas tácticas con el mismo fin genera temor entre una mitad de la población que todavía pasa miedo cuando camina sola por la noche.