“Siento una felicidad enorme porque por fin se dieron cuenta de que soy inocente y de que eran todas mentiras (lo que decía el fiscal) y voy a poder estar de nuevo con mis hijos”, le dijo este viernes a Página 12 Ana, entre lágrimas, emocionada, después de buscar sus pertenencias en la comisaría de la Mujer de Goya, donde estuvo detenida los últimos días, mientras se llevó adelante el debate oral que terminó con su absolución. Hacía una hora y algo que el Tribunal de Juicio de esa ciudad correntina había dado su el veredicto: la declaró inocente por mayoría: dos jueces contra uno. La mujer, de 30 años y madre de una niña de 11 y un varón de 6, estuvo presa desde noviembre en la localidad de Esquina, y llegó a juicio acusada de homicidio doblemente calificado por el vínculo y alevosía, luego de sufrir una emergencia obstétrica y parir una criatura muerta en su casa.
“Tenía mucho miedo porque ellos son profesionales y pensaba que no me iban a creer a mí”, dijo Ana a este diario, muy conmovida.
Después de escuchar los alegatos, el presidente del tribunal, el juez Ricardo Diego Carbajal, explicó en catorce minutos y con palabras sencillas los fundamentos del fallo: destruyó una a una las afirmaciones del fiscal Javier Gustavo Mosquera en las que basó su acusación.
El magistrado señaló que Mosquera nunca mostró pruebas científicas de que la criatura haya nacido con vida, ni cuál fue la causa de su muerte, ni dónde ni cómo se podría haber cometido el supuesto homicidio; ni siquiera, señaló, ordenó realizar un ADN para poder corroborar que efectivamente tenían vínculo filial con Ana. La acusación, quedó en evidencia, se basó en indicios endebles, incongruentes, que pretendieron convertir un evento obstétrico en un crimen. Además, destacó que el fiscal siempre dirigió su investigación contra Ana, cuando en todo caso podría haber investigado a otras personas que viven en la mismo lugar que ella --en cuyo patio se encontró el feto enterrado-- dado que hay “varias casillas” de otros familiares suyos. Es decir, dejó en evidencia el ensañamiento, sin pruebas, que hubo de parte del fiscal contra la mujer pobre.
Ana vendía comida casera para ganarse la vida. Su mamá, de 50 años, es empleada doméstica, su papá, de 57, empleado. Ana es la segunda de seis hermanos, el menor de 13 años. Viven todos juntos, en la misma vivienda, en la localidad correntina de Esquina.
La decisión de declarar inocente a Ana fue tomada por los jueces Carbajal y Jorge Antonio Carbone. El tercer magistrado del tribunal, Julio Ángel Duarte, votó en disidencia. Los fundamentos de la sentencia se conocerán el próximo viernes a las 13.
Sobre la pared morada, detrás del estrado donde se sentaban los tres jueces, se podía ver un crucifijo; al lado, la bandera argentina.
Cuando el juez Carbajal dijo la palabra “inocente”, la sala de audiencias estalló en aplausos. En el público estaban activistas feministas que acompañaron durante el proceso judicial a la mujer y familiares de Ana. La joven se tapó la cara y lloró, ahogada en su propio llanto. Su papá y su mamá se abrazaron. “¡Vamos, sacamos a Ana!”, celebraron integrantes de distintas colectivas, con el pañuelo verde, símbolo de la Campaña por el Derecho al Aborto. Afuera del tribunal esperaban decenas de mujeres, entre ellas, integrantes de la asociación “Libres las queremos”.
Luego de la lectura del veredicto, los jueces dispusieron la liberación inmediata de Ana. La mujer estaba presa desde el 10 de noviembre en una comisaría de Esquina. “Me tiemblan todavía las piernas”, contó la abogada defensora de Ana, Natalia Avalos, al salir del tribunal.
Ya en libertad, en la calle, Ana, muy conmovida, abrazada a su padre, y en medio de aplausos, agradeció a los medios nacionales que cubrieron el caso, a la ex diputada nacional por Corrientes Araceli Ferreyra, que también estaba presente, a su abogada, Natalia Avalos, y a todas las personas que la apoyaron. “Luchar tiene sentido y en clave feminista mucho más. Torcimos el viento y el destino de condena por mujer y pobre”, señaló Ferreyra a este diario.
El juicio comenzó el lunes. Durante cuatro días fueron convocados 22 testigos. Fue clave para la absolución la declaración de la médica ginecóloga Stella Maris Manzano --citada por el juez Carbajal al informar sobre el veredicto--, que dejó en evidencia --con datos técnicos y precisos-- la falta de pruebas científicas para sostener que la criatura había nacido viva y había sido luego asesinada.
“No sé por qué me mantuvieron presa todos estos meses. Ni siquiera me dieron la domiciliaria”, dijo Ana, a este diario, acompañada por su abogada. Llevaba en su cuello un pañuelo verde de la Campaña que le acababan de dar integrantes de la Campaña luego de la retirar sus pertenencias en la Comisaría de la Mujer de Goya.
Otro dato que llamó la atención y apuntó a este diario la médica Manzano es que cuando Ana fue detenida, el 10 de noviembre último, estuvo cuatro días sin que se le designara defensor; en cambio la justicia correntina sí nombró inmediatamente un representante legal de la criatura muerta.
¿Quién le reparará a Ana los ocho meses que estuvo privada de su libertad en un calabozo con una acusación infundada, injusta, arbitraria, amañada? La Justicia no puede seguir viendo criminales donde hay mujeres pobres, que enfrentan emergencias obstétricas, en contextos de extrema vulnerabilidad.