De los cuatro objetivos que fijó Sergio Massa para arrancar su gestión como ministro de Economía, los dos más urgentes son la acumulación de reservas y la contención de la situación social. El ordenamiento fiscal y el incremento del superávit comercial, los otros dos, tienen plazos de ejecución más largos y resultados que se ven en meses.
La salida de 700 millones de dólares del Banco Central esta semana aceleró los tiempos. En sus primeros anuncios, Massa desplegó un abanico de opciones en las que trabaja para conseguir divisas para las reservas. Con eso logró aplacar la corrida cambiaria, que antes de su designación había llevado la cotización de los dólares financieros hasta 340 pesos, para retroceder este viernes a 290. Pero la sangría de billetes verdes no se detuvo.
La principal razón es la necesidad de pagar importaciones de energía. La factura de cada barco que trae gas licuado llega a 130 millones de dólares, mientras que los de gasoil se ubican en torno a los 30 millones. Es una presión diaria sobre las reservas que el Gobierno, hasta ahora, decidió asumir, a fin de evitar el mal trago colectivo y político de tener que disponer racionamientos al consumo de gas.
La posibilidad de sostener esa decisión dependerá del éxito que tenga Massa en su plan para obtener dólares en las próximas dos semanas. Si funciona, se seguirán desembolsando las divisas para la compra de energía, sin afectar a industrias ni eventualmente otros usuarios. Pero si la misión de recolectar dólares no alcanza las metas proyectadas por el ministro, las restricciones parecen inevitables.
Otra cuestión clave es qué costo se acepta pagar para conseguir las divisas. Los tres bancos extranjeros con los que el ministro de Economía negocia líneas de financiamiento tipo Repo, con garantías de títulos públicos, por unos 2000 millones de dólares netos, pretenderían una tasa de interés del 15 por ciento anual en dólares. La cuarta negociación en marcha es con un fondo de inversión de Qatar, pero las tratativas están en una fase menos avanzada.
En 2016, el entonces ministro Alfonso Prat Gay tomó préstamos similares al 11 por ciento, y ya se consideraba un exceso.
La cuenta de costos y beneficios de cada determinación tensiona al Frente de Todos. Para algunos, reabrir el mercado voluntario de deuda es una señal importante para contener las fuertísimas presiones devaluatorias, mientras que otros entienden que convalidar una tasa de interés tan elevada expone la gravedad del ahogo financiero y solo empeorará las cosas.
Cortar o no cortar
“En Europa están tomando medidas de ahorro energético forzoso y le buscan la vuelta para disminuir el consumo. España aprobó una ley para que los aires acondicionados no funcionen a menos de 27 grados. Acá estamos de joda, importando con dólares que no tenemos”, protesta uno de los economistas del oficialismo. “Por no asumir el costo político de limitar el gasto en energía nos vamos a comer el costo político de quedarnos sin reservas”, alerta.
El mayor esfuerzo para las importaciones de gas y combustibles finaliza este mes. Todavía hay que traer barcos a razón de 35 a 40 dólares el millón de BTU, contra los 8 dólares que se pagaban a esta altura el año pasado. El costo creció de 600 a 800 millones de dólares mensuales en 2021 a los 2000 millones actuales.
La previsión para septiembre es reemplazar las compras de barcos con GNL por gas traído de Bolivia, a un precio muy inferior, de 16 a 18 dólares el millón de BTU. La cuenta energética baja a la mitad, unos mil millones de dólares, mientras que en octubre y los meses siguientes continúa un descenso gradual hasta estabilizare en torno a los 700 millones a fin de año.
Un factor que ahora juega a favor es que las represas hidroeléctricas están aportando cada vez más energía, mucho más barata, y esa tendencia tiende a consolidarse. En lugar de faltar agua, ahora hay más que suficiente. Las generadoras de Brasil están casi al máximo de su capacidad y también mejora la provisión de Yacyretá.
Estos datos fortalecen la posición de quienes plantean dentro del gobierno que Alberto Fernández y Massa deben recortar las importaciones de gas este mes, en caso de no haber más opción, pero no arriesgarse a seguir perdiendo reservas y quedar expuestos a una devaluación descontrolada.
Cómo conseguir verdes
Massa, como se dijo, desplegó una batería de acciones para armar un fondo de unos 7000 a 8000 millones de dólares los próximos 60 días. Una de las fuentes que funcionarios del gabinete económico ven con más posibilidades son los desembolsos de organismos internacionales, incluido el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), con cuyo titular, Mauricio Claver Carone, el ministro estuvo negociando en la semana. Son unos 2000 millones de dólares, sumando lo que ingresaría de la CAF, el BID y, más adelante, el Banco Mundial.
Por otra parte, los mayores controles de la Aduana y la AFIP para evitar maniobras de subfacturación de exportaciones y sobrefacturación de importaciones intentan cerrar un agujero por donde se pierden entre 400 y 500 millones de dólares por mes, según estimaciones de los últimos días.
En cuanto a los dólares que pueda aportar el campo con la venta de la soja retenida en silobolsas, gracias a los nuevos incentivos, las expectativas son más bien moderadas. "Los grandes productores del campo están en una acción militante por la devaluación y la mayoría de los dirigentes van por un movimiento destituyente. Son parte de un aparato político", evalúan en el gobierno. De todos modos, los funcionarios reconocen que "con esta brecha cambiaria, es casi imposible que liquiden".
El círculo vicioso
"Mientras se mantenga la expectativa de que habrá algún tipo de mejora para que vendan, ya sea nuevos incentivos o una corrección cambiaria, menos van a vender hasta ver qué pasa", analizan.
Eso genera un círculo vicioso. Sin divisas que refuercen las reservas, Massa no quiere avanzar con una devaluación. La semana pasada se publicó aquí que las opciones que maneja el ministro son devaluar, desdoblar el mercado cambiario o generar nuevos incentivos para que aquellos que tienen dólares los liquiden. Esto último es lo que ocurrió con los anuncios del último miércoles. La secuencia, si las reservas crecen, sería luego desdoblar el mercado de cambios entre un dólar comercial, para exportaciones e importaciones, y otro financiero, para atesoramiento y turismo, y finalmente producir una corrección cambiaria "ordenada".
"La devaluación será compensada o no será. El mercado quiere un salto del 40 al 50 por ciento. Eso es imposible sin producir un colapso inflacionario. A lo sumo se puede pensar a futuro en un ajuste del 15 al 20 por ciento, pero con políticas fuertes de contención de precios y recomposición de ingresos populares, como se hizo en 2014", señalan en el gobierno.
El refuerzo para jubilaciones y pensiones que se anunciará el próximo martes, según anticipó Massa, más los encuentros con sindicatos y empresarios para apuntalar los salarios son acciones esenciales en este momento. Las necesidades sociales, más allá del dólar, también son acuciantes y el Frente de Todos deberá dar respuesta para tener margen de acción política, en un escenario que se prevé de ajuste y continuidad de las restricciones.