Desde París
Otra partida de cartas bajo la mesa, con Occidente como felpudo de Rusia, se fue jugando en los últimos días entre dos actores por demás contradictorios: el presidente ruso, Vladimir Putin, y el turco Recep Tayyip Erdogan. Rusia, en su confrontación con Occidente y la OTAN, invadió Ucrania el 24 de febrero de 2022. Ello no le impidió sellar un acuerdo inédito con Turquía, país miembro de la OTAN, su principal enemiga, para desbloquear 26 mil toneladas de maíz. No es nada anecdótico y constituye un éxito diplomático clave para Erdogan.
El acuerdo se firmó en Estambul la semana pasada con la mediación de Turquía y la ONU y permitió que Ucrania recupere el acceso de sus barcos al mar Negro bajo la protección de las fragatas turcas. Por primera vez desde el inicio de la invasión rusa Ucrania pudo sacar del puerto de Odesa un cargamento de cereales. Otros puertos están previstos en el acuerdo para alcanzar el total de 24 millones de toneladas de cereales exportados. Se trata de los puertos de Tchornomorsk y Ioujne.
Cuando el barco Razoni zarpó del puerto de Odesa fue, de hecho, el primer avance en un conflicto que no había visto ni el más lejano atisbo de solución. Putin jamás cedió a ninguna demanda, ni presión, ni sanción. Ha sido el amo del juego que el mismo armó y activó cuando quiso o cuando Occidente rompió los códigos mínimos de entendimiento. A pesar de ser un miembro de la OTAN, Moscú considera a Turquía como un interlocutor “confiable”.
Prueba de esa confianza que Occidente perdió ante Moscú, Recep Tayyip Erdogan se encontró este viernes en Sotchi (ciudad rusa en las costas del mar Negro) con Vladimir Putin para hablar sobre “Ucrania y Siria”. Es el segundo encuentro entre los dos hombres en el curso del último mes. Al mismo tiempo que Putin y Erdogan se daban la mano en Sotchi otros barcos con cereales zarpaban este viernes de puertos ucranios bajo protección turca.
Erdogan, el único interlocutor de Putin
Ni China, ni el canciller alemán, Olaf Scholz, ni el presidente francés Emmanuel Macron son los interlocutores de Vladimir Putin sino el jefe del Estado turco. Los apretones de manos entre los dos mandatarios pueden compararse con la fase de no diálogo por la que atraviesan rusos y occidentales.
Hace dos meses que Emmanuel Macron y Vladimir Putin no se hablan por teléfono y este viernes el Kremlin consideró que las comunicaciones con Francia “no son necesarias porque, primero, Francia es un Estado inamistoso si se miran las acciones que Francia emprende contra nuestro país”. Hasta el pasado 28 de mayo el jefe del Estado francés era el mandatario occidental que, al menos oficialmente, mantenía contactos telefónicos más asiduos con Putin.
Ello le valió a Macron críticas y burlas porque, antes y durante la guerra, sus encuentros y conversaciones con Putin no lograron ni impedir la guerra ni negociar corredores humanitarios u otras soluciones. Las relaciones entre ambos presidentes se deterioraron en julio después de que la televisión francesa difundiera un extracto confidencial de una conversación entre Macron y Putin. El ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, llegó incluso a decir que se trataba de “una violación de la etiqueta diplomática, la cual no prevé que se produzcan fugas unilaterales de las grabaciones”. Esa conversación de nueve minutos tuvo lugar antes de la invasión rusa.
Luego se difundió la imagen más cruel y más exacta sobre la incomunicabilidad entre rusos y occidentales: cuando Macron visitó a Putin en Moscú el 7 de febrero el mandatario ruso lo recibió desde el extremo opuesto de una mesa larga como un continente (seis metros). De hecho, lo ridiculizó y con una sola imagen contó quien era el amo en ese momento.
Mediador entre Kiev y Moscú
Hasta esta segunda intervención del presidente turco nadie modificó la línea trazada por Putin. Turquía es mediador entre Kiev y Moscú y ya había conseguido que rusos y ucranianos se sentaran en torno a una mesa con el objetivo de que se llegara a un alto el fuego y se instauraran corredores humanitarios. Ese intento no se cerró con éxito, pero el siguiente sobre la exportación de cereales ucranianos y los corredores de navegación en el mar Negro consagró al papel de Turquía.
El tema cerealero era capital no solo para la economía de Ucrania sino, también, para la inflación mundial. Antes de la invasión del 24 de febrero Ucrania suministraba 10 por ciento del trigo al mercado mundial, 16 por ciento del maíz y alrededor de la mitad del aceite de girasol. Con los barcos rusos apostados en el mar Negro Kiev, ante el temor de una invasión, llenó de minas marítimas las aguas del mar y Rusia bloqueó sus puertos.
El oportunismo de Erdogan levantó bloqueos y desactivó minas al tiempo que ubicó a Turquía como el país que podría ser el actor central para la negociación de un acuerdo que ponga fin a la guerra, o la suspenda. Rusia le suministra a Turquía 45 por ciento de sus necesidades gasíferas y a través de Turquía pasa el gasoducto TurkStream, que también reparte gas en Europa (por ahora).
El factor sirio
El entendimiento ruso-turco se hace incluso por encima de las diferencias entre los dos países, que son serias. En Siria, Rusia respalda al presidente Bachar al Assad y Erdogan a la oposición. Más aún, desde hace varias semanas Erdogan amenaza con llevar a cabo una operación militar en Siria para desalojar a las fuerzas kurdas que controlan las localidades fronterizas entre Siria y Turquía. El operativo militar previsto por Ankara apunta a establecer una zona de seguridad de 30 kilómetros.
Sin embargo, es imposible llevarla a cabo sin el aval ruso. Putin se opuso a cualquier intervención militar turca en Siria. Pero según medios turcos y occidentales, sus necesidades estratégicas podrían hacer variar su posición. Moscú aceptaría la intervención militar si Turquía le vende los muy eficaces drones de combate Bayraktar-TB2, los mismos que ya le suministró a Ucrania.
Este viernes, en Sotchi, Putin le dijo a Erdogan: ”gracias a su participación directa y a la mediación del Secretario General de la ONU, el problema de los suministros de cereales ucranianos provenientes de puertos del mar Negro se ha resuelto. Se lo quiero agradecer”. El próximo objetivo de Ankara es obtener una tregua. Es muy probable que Putin le otorgue a Erdogan ese privilegio y, con él, humille un poco más a un Occidente que careció de racionalidad, modestia, táctica e inteligencia diplomática.