Muy poco se dice y se enseña sobre los movimientos revolucionarios y los procesos emancipatorios que se dieron en suelo catamarqueño y menos aún en el ámbito de la educación.
Sin embargo, esta provincia tuvo su correlato en el marco de un contexto nacional que bullía con la reciente Reforma Universitaria, cuyo epicentro fue la vecina provincia de Córdoba.
En 1920, los alumnos secundarios de los principales colegios no confesionales de la Capital y de Valle Viejo lideraron un movimiento de estudiantes que, cansados de un sistema intransigente y arbitrario, iniciaron una serie de huelgas que cambió el ambiente local.
El contexto educativo en ese año era el que se retrata en el Manifiesto Liminar de la Reforma Universitaria: “Los métodos docentes estaban viciados de un estrecho dogmatismo, contribuyendo a mantener a la Universidad apartada de la Ciencia y de las disciplinas modernas. Las lecciones, encerradas en la repetición interminable de viejos textos, amparaban el espíritu de rutina y de sumisión”.
Estos jóvenes, organizados en centros de estudiantes, bregaban con su lucha por una educación laica y actualizada, que se aleje de los estándares tradicionalistas y enciclopedistas que regían en las escuelas.
Fueron dos las personas que se destacaron en esa gesta y que fueron referentes de la lucha que hoy debe ser rememorada: el maestro José Electo Brizuela y su fiel discípulo, el joven estudiante Antonio Taire, que con 18 años fue el referente de una revolución que marcó un hito en la sociedad catamarqueña.
El escritor y periodista Carlos Gallo, autor del libro Antonio Taire, el mártir (2017), rememora en su texto el asesinato del joven estudiante y periodista durante las huelgas de 1920.
Gallo destaca el oficio, ya que Taire presidía uno de los centros de estudiantes que lideraba el movimiento, pero su principal herramienta era la palabra escrita, la cual hacía llegar con fuerza mediante La Voz del Estudiante. Este boletín fue uno de los más importantes vehículos de la protesta, ya que llegó a circular en todos los establecimientos de la ciudad y fue justamente por su peso que a él le llegó la muerte.
Según relata Gallo en su libro, el boletín publica un escrito en el que se trataba de manera peyorativa a la vicedirectora de una de las escuelas en huelga, en solidaridad con la lucha de las estudiantes. Dalindo Mercau Orozco, novio de la vicedirectora, intercepta y confronta a Taire para pedirle una enmienda del artículo, pero este se niega en respeto del secreto profesional y Orozco lo asesina de un tiro.
La posterior agonía y muerte del joven, acaecida el 3 de agosto de 1920, conmocionó a toda una sociedad que acompañó con gran pesar su terrible destino.
Gallo describe de maneja magistral esta congoja y pinta una clara postal de esa Catamarca de antaño:
"Antonio Taire vivió aquí. Igual que Santiago Nasar, el personaje asesinado en el legendario pueblito de la novela de García Márquez, el joven también tuvo una muerte anunciada por todos. Por cada uno de los que lo visitaron en su lecho de enfermo en el Hospital San Juan Bautista; por los temerosos e inquietos culillos cuchicheando en los zaguanes en que convirtieron a las calles; por sus amigos, compañeros de escuela y maestros; por quienes ni siquiera conocían su rostro. Y hasta por las chismosas publicaciones formato sábana de la joven ciudad que, en mil novecientos veinte, todavía se despojaba de su fisonomía aldeana".
En el marco de esta remembranza, la diputada provincial Adriana Díaz presentó un proyecto de ley para instituir el Día de los derechos del estudiantado secundario, en honor al joven mártir catamarqueño, cuya memoria da cuenta de que los procesos emancipatorios en el campo de la educación tuvieron su correlato en Catamarca, aunque poco se conoce de ello.
En sus redes sociales, la diputada expresó que “generalmente se muestra al catamarqueñx como un sujeto ahistórico, poco participativx, lo cual influye en el autoestima popular. Hay que romper con eso de que en Catamarca no pasa nada”.
Antonio Taire y la lucha de los estudiantes secundarios son muestra de ello.