La llegada de Gustavo Petro al gobierno coincide con un escenario más propicio para la izquierda latinoamericana en comparación a la situación que se vivía hace cinco años. En ese contexto, la vicepresidenta electa, Francia Márquez, asumió un rol protagónico y envió señales claras con la gira que realizó hace dos semanas por Brasil, Argentina, Chile y Bolivia.

En Brasil, Francia se reunió con el expresidente y candidato Luiz Inácio Lula da Silva, y en los otros tres países fue recibida por los presidentes Alberto Fernández, Gabriel Boric y Luis Arce, respectivamente.

En su visita a Chile, además, Márquez hizo anuncios importantes, que marcan la sintonía que podría existir entre ambos países. “Saludamos con mucha alegría que el presidente Boric haya manifestado no sólo su disposición de acompañarnos en esa tarea del logro de la paz sino que ofrece su casa, Chile, como sede para los diálogos de paz entre el Estado colombiano y el ELN”, dijo la vicepresidenta electa en una conferencia de prensa durante su visita a Santiago.

A pesar de la oferta de Boric, Petro le solicitó al gobierno de Cuba que se mantenga como anfitriona de esos diálogo al igual que en 2017 durante el gobierno de Juan Manuel Santos, y dijo que los países que fueron garantes en su instalación -Brasil, Cuba, Chile, Ecuador, Venezuela y Noruega- están invitados a regresar al proceso si este se retoma.

En plena campaña electoral colombiana, Petro acudió a la toma de posesión de Boric, algo que no hizo el presidente Iván Duque, que por esos días regresaba de otro viaje a Estados Unidos.

Justamente, la relación con la potencia norteamericana será otro punto álgido en la agenda del nuevo gobierno izquieridsta, tras décadas de un estrecho vínculo entre los gobiernos de Colombia y Estados Unidos. En varias oportunidades, Petro ha sido crítico con la política antidrogas que se estableció a partir de esa relación bilateral y también ha planteado una negociación del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre ambos países, por entender que ha tenido impactos negativos sobre la economía campesina y los pequeños agricultores.

Así las cosas, el viernes 22 de julio Petro tuvo una primera reunión con una delegación del gobierno del presidente de Estados Unidos, Joe Biden. "Es un encuentro positivo, porque demuestra el interés que hoy existe en el gobierno de los Estados Unidos sobre América Latina y sobre Colombia", aseguró Petro después del encuentro.

En tanto, el secretario adjunto de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jonathan Finer, agradeció a Petro por “un muy buen y productivo día en Bogotá". “Estados Unidos y Colombia son dos naciones soberanas, dos socios iguales que tienen una relación profunda", ratificó el funcionario.

El 12 de julio, Petro había anunciado que el nuevo embajador en Estados Unidos será el exministro Luis Gilberto Murillo, una figura moderada y de centro que fue compañero de fórmula de Sergio Fajardo en las últimas elecciones.

Otro punto central de la agenda exterior de Petro será la restauración de las relaciones diplomáticas con Venezuela, tras el anuncio que hicieron el 28 de julio el ministro de Exteriores venezolano, Carlos Faría, y el canciller designado por Petro, Álvaro Leyva Durán, en una declaración conjunta que firmaron después de reunirse en San Cristóbal, la capital del estado venezolano de Táchira.

Las relaciones entre ambos países estaban rotas desde 2019, pero el triunfo de Petro habilitó una recomposición de los canales de diálogo.

Quién es Leyva Durán, el nuevo canciller

“Será una cancillería de la paz. Colombia aportará al mundo todo su esfuerzo para superar la crisis climática y del mundo esperamos todo el esfuerzo para superar nuestra violencia endémica”, escribió el líder del Pacto Histórico cuando anunció el nombramiento de Leyva Durán en sus redes sociales.

El futuro reemplazante de la actual canciller y vicepresidenta, Marta Lucía Ramírez, fue presidente del Partido Conservador, además de precandidato presidencial y congresista. Tuvo también un papel clave en la redacción de la Constitución de 1991. “A los 28 años fue secretario privado del presidente Misael Pastrana, y desde entonces su nombre ha sido reconocido como una figura —quizá la más respetada— del Partido Conservador, aunque sea el más liberal de los liberales”, decía el diario El País, en la presentación de una entrevista que le realizó en marzo.

Tiene un perfil conciliador y negociador. Desde la década del 80 se comprometió con la búsqueda de una salida negociada al conflicto armado en Colombia y en 2015, como asesor del expresidente Juan Manuel Santos, jugó un papel central en las conversaciones con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que se llevaron a cabo en Cuba. Durante la campaña electoral de cara al balotaje que enfrentó a Petro contra el candidato populista Rodolfo Hernández salió en varias oportunidades a defender a Francia Márquez por los “ataques racistas” que recibía por parte de sus adversarios.

“¿Colombia es un país racista y clasista?”, le preguntó la periodista del diario madrileño en la entrevista ya citada. El futuro canciller respondió: “Sí, y hay una razón histórica. La pérdida del Canal de Panamá nos cerró la ventana frente al mundo, ahí perdimos la visión del mundo. Nos fuimos para la montaña y nos olvidamos de las costas, considerábamos que ir a la provincia era ir a la costa, donde estaba ni más ni menos que el diálogo universal, porque siempre ha sido a través de los mares que se ha unido el mundo”.