El Manchester United llevaba 25 años sin ganar la liga cuando Eric Cantoná llegó al conjunto que dirigía Alex Ferguson: en las cinco temporadas que jugó, el equipo consiguió nueve títulos, cuatro Premier Ligue incluidas. “Sentí muy mía la rebeldía y el vigor de la juventud en aquel lugar”, diría, a la distancia. Desembocó ahí luego de ocho temporadas en seis clubes franceses, tres títulos con el Olympique de Marsella y otros dos en el Leeds United, un delantero fenomenal con aquel detalle: cada tanto se le salía la cadena y embocaba a alguien. Hay unos compactos de filmaciones/prontuarios: planchazos dignos de un Hrabina, pisotones, pelotazos a algún árbitro. Se peleaba con los compañeros, con los entrenadores, con los dirigentes. A los 25 anunció el retiro, pero su psicoanalista lo convenció para que se fuera a jugar a Inglaterra y así llegó al Leeds, que a fines del 92 lo cedió al Manchester por 1,2 millones de libras, precio accesible porque el carácter del tipo era muy difícil.

Fue un ídolo para los hinchas del United: 82 goles en 185 partidos. A comienzos del ‘95 tuvo su momento de furia más célebre: en cancha del Crystal Palace, rumbo al vestuario después de una expulsión, un hincha local le dijo “Volvete a Francia con tu puta madre”. Cantoná le respondió con una patada voladora ¡sssszzzá! al pecho, y alcanzó a tirarle una piña antes de que lo separaran sus compañeros. Lo suspendieron nueve meses y lo condenaron a dos semanas de prisión, que canjeó por trabajos comunitarios. Los periodistas lo persiguieron sin suerte para que dijera algo, y cuando se cansó del asedio hizo una conferencia de prensa en la que apenas dijo: “Cuando las gaviotas siguen al pesquero, es porque piensan que va a tirar sardinas al mar. Buenas noches”. Misterio poético. El puteador del Palace resultó un activista de extrema derecha, así que Cantona se ganó la simpatía de varias organizaciones antifascistas; la sintonía era mutua, porque el abuelo de Cantona había peleado en el bando republicano durante la Guerra Civil española. De hecho, cuando se retiró, puso voz y figura para peticionar por causas populares varias, los homless de Francia, la opresión contra Palestina (y, últimamente, también por los refugiados sirios). “Ya hice todo lo que tenía que hacer en el fútbol”, dijo, a los 30. En el Manchester querían que siguiera, pero el tipo agarró para el lado de la actuación y trabajó en varias películas. Coherente, encaró a Ken Loach, fanático del fútbol, para que lo dirigiera en Looking for Eric: Cantoná hace de él mismo. “Un artista es alguien que puede iluminar un cuarto oscuro –dice–. Nunca he podido, y nunca podré, diferenciar entre el pase de Pelé a Carlos Alberto en la final de la Copa del Mundo del 70 y la poesía del joven Rimbaud”.