La irrupción de Sergio Massa en el gabinete fue recibida en Juntos por el Cambio con una salva de críticas y pronósticos poco amigables. Incluso quienes tienen más cercanía con él, como Horacio Rodríguez Larreta, se manifestaron escépticos de que pueda cambiar algo. Pero detrás de esos posicionamientos públicos hay una puja sorda. En el entorno de Patricia Bullrich están convencidos de que un Massa con posibilidades electorales en 2023 los beneficia. Primero, porque su perfil moderado se asemeja más al de Larreta. Segundo, por las relaciones que Larreta tiene con ese candidato. Desde el larretismo hicieron silencio sobre el tema, pero no es casual que el jefe de Gobierno haya salido a despegarse desde un primer momento. De todas formas, de un lado y del otro se atajan: "Primero le tiene que ir bien con la economía".
Hace tiempo que en las reuniones de Juntos por el Cambio venían barajando la posibilidad de que Massa se sumara al Gabinete y ponderando sobre qué efecto podría tener esto: si lograba un virtual relanzamiento o si simplemente quemaba a otra figura hacia 2023. Pero el nombramiento concreto del tigrense rompió una suerte de acuerdo tácito de no salir a comentar las decisiones del Gobierno ante la corrida cambiaria de las semanas pasadas (el espíritu era dejar que se hundan solos). E hizo que salieran a criticarlo a diestra y siniestra. El consenso de los mensajes desde la oposición fue que la llegada de Massa no cambia nada.
Pero, pronunciados los discursos públicos, comienzan las especulaciones sobre cómo puede impactar en la interna del PRO la presencia de Massa como candidato. Y es un hecho que en el espacio de Bullrich lo leen como algo positivo: frente a una (hipotética) candidatura de Cristina Fernández de Kirchner, Massa emerge como un candidato del Frente de Todos al que fácilmente pueden pegar a Larreta. No solo porque tienen una relación de amistad, sino por los perfiles que cultivan. "Esto a nosotros nos beneficia, por la vinculación con Horacio", decían. De hecho, Bullrich suele tirar cada tanto como al pasar que ella jamás hablaría con Massa, porque con ese tipo de políticos no se puede acordar nada. Es un tiro por elevación a Larreta. Sutil, para lo que suele ser el estilo de la exministra de Seguridad.
"Los de Larreta están preocupados por que los vinculemos a Massa. Por eso en la interna eso nos puede terminar beneficiando", insistían en el entorno de Bullrich. Del lado del jefe de Gobierno, hay silencio al respecto, pero a nadie se le escapó como Larreta salió, rápido de reflejos, a despegarse de Massa apenas anunciaron que iba a asumir. "No creo en los cambios de nombres, hay que ver qué va a hacer. Hasta ahora el Gobierno no ha mostrado un plan y así estamos, con una inflación cada vez peor, la gente no llega ni al fin de la semana y las fábricas cerradas porque no hay componentes importados. Todo es falta de planificación", le regaló.
Cuando le mencionaron su cercanía con Massa, Larreta volvió a tomar distancia: sostuvo que lo conoce desde hace muchos años, "pero yo no coincido con el kirchnerismo y él es parte del gobierno que lleva 2 años y 7 meses sin tener ni presentar un plan". En la velocidad para despegarse se puede ver que Larreta ya adelanta la jugada que le prepara su oponente interna. El jefe de Gobierno está en una permanente tensión en mantener el esquema de "moderado" y de que quiere reunir al "70 por ciento de la política" detrás de su Gobierno con las constantes jugadas de los halcones para pegarlo al kirchnerismo. Por eso, se la pasa repitiendo que él dialogaría con cualquiera menos con los kirchneristas.
Lo máximo que llegaron a ver como beneficio en el larretismo es que si Massa ejecuta un ajuste ortodoxo en el próximo año, Larreta tendrá menos trabajo sucio que hacer si llega a la presidencia. Se ilusionan con que el costo político será todo para el Frente de Todos.
Quien eligió, nuevamente, diferenciarse fue Gerardo Morales. Primero dijo que veía en su designación "una oportunidad para el país, en tanto se ordenen las cosas". Pero luego de los anuncios de las medidas, las calificó de "generalidades". Sucede que Morales ya se quemó con Massa, cuando tuvo un entredicho con Mauricio Macri por un supuesto acuerdo con Massa para nombrar integrantes del Consejo de la Magistratura y aprobar la reforma que buscaba el oficialismo de ese organismo, hoy bajo estricto control de la Corte Suprema. "Si estás todo el tiempo cerca de Massa, si caminás con Massa, si dormís con Massa, pasan estas cosas", le enrostró Macri a Morales, en tono condescendiente. Morales en ese momento acusó al ala dura del PRO de hacerle una operación para pegarlo a Massa. Ahora le toca a Larreta.