La actual política de sanciones contra Rusia a raíz de su intervención en Ucrania desde el pasado mes de febrero generó un reacomodamiento de los engranajes fundamentales del sistema económico global, tal como se puede observar en la valorización exponencial de las principales corporaciones dedicadas a la explotación y venta de los principales recursos energéticos.
En este sentido, las sanciones contra uno de los principales exportadores mundiales de estos recursos estratégicos terminaron beneficiando a empresas capaces de satisfacer una demanda creciente y con un aparato logístico lo suficientemente consolidado como para hacer frente a una amplia distribución internacional.
Suba de precios
La actual coyuntura internacional, y no solamente la política seguida por Vladimir Putin, explica que los precios de la energía experimenten su mayor aumento desde 1973. En los tres meses que van de abril a junio, el índice de referencia del petróleo crudo estadounidense promedió alrededor de $ 109 por barril, un 64 % más que en el mismo período del año anterior, según muestran los datos de la agencia Bloomberg. Y en este último año, el costo del crudo subió 53 %, en tanto que el del gas natural, 148 por ciento. En distintas proyecciones se prevé que el costo de la energía se disparará un 50% en 2022.
No casualmente son las cinco grandes exportadoras de petróleo las que más se han enriquecido en todo este proceso. En efecto, se calcula que British Petroleum, Shell, Total Energies, Exxon y Chevron generaron, en conjunto, ganancias por 82 mil millones en el último año, es decir 2.600 dólares por segundo.
Si bien se encontraban golpeadas por las restricciones ante el covid 19, y durante el primer trimestre del año tuvieron pérdidas frente a la incertidumbre del conflicto en Ucrania y por la salida de sus inversiones de Rusia, para las grandes corporaciones petroleras todo mejoró en el segundo semestre de 2022. A tal punto que directivos de las estadounidenses Exxon y Chevron anunciaron, pocos días atrás, que sus ganancias habían aumentado a niveles récord entre los meses de abril y junio.
Beneficios
Lo mismo podría decirse sobre las otras empresas. En tanto que la anglo-holandesa Shell multiplicó sus ganancias por cinco, hasta llegar a 18 mil millones de dólares durante este segundo semestre, la francesa TotalEnergies obtuvo un beneficio de 5.700 millones de dólares. Desde British Petroleum también se anunció que registraba una ganancia récord para el mismo período.
El desajuste global producido por las sanciones a Rusia benefició a las principales empresas petroleras, es decir, a los grandes jugadores del sistema internacional. Pero también este fenomenal proceso de concentración del capital provocó el descontrolado aumento del precio de la gasolina y, en consecuencia, procesos inflacionarios que, de distinto modo, afectan la realidad económica de buena parte del planeta.
La alta tasa de rentabilidad de estas empresas se explica por dos razones fundamentales. En primer lugar, su rápida capacidad para asegurar distribución y ventas en el continente europeo, un mercado que, por distancias y costos, era nutrido por Rusia hasta la aplicación de las sanciones. En segundo lugar, y justamente para sostener el alto precio del petróleo, las grandes empresas adoptaron la decisión de no invertir en la explotación de nuevos yacimientos y, en cambio, destinar las crecientes ganancias a recomprar sus propias acciones, para beneficio de sus principales accionistas y con una finalidad especulativa.
Además de las corporaciones petroleras, Estados Unidos ha obtenido beneficios astronómicos a partir de la venta de gas licuado. Según declaraciones de la Administración de Información de Energía, a fines de julio Estados Unidos se convirtió en el mayor exportador mundial de gas natural licuado. De manera similar a como ocurre con el petróleo, las exportaciones crecieron un 12% en el primer semestre de este año, teniendo en cuenta además que dos tercios de sus ventas de gas tienen destino europeo: si el Viejo Continente dependía en un 41% del gas ruso, Alemania, su motor económico, requería nada menos que un 55%.
Costos
Sin embargo, y más allá de las fabulosas ganancias de las principales corporaciones ligadas a la energía, la realidad económica de Estados Unidos está hoy marcada por una inflación interanual del 9,1%, lo que implica un nuevo récord en los últimos cuarenta años. Su principal vector es la suba del precio promedio de la gasolina regular, que en tan sólo un año registra un crecimiento del 48,9%.
En este contexto, el pronóstico de que las ganancias de Exxon se duplicarán hasta llegar a 43 mil millones de dólares sólo en este año, sólo causan malestar y una creciente indignación en sectores de clase media y trabajadora, tradicionalmente, una importante base electoral del Partido Demócrata hoy en el gobierno.
Seguramente con una combinación de asombro, pero también de pretensiones electoralistas, el presidente Joe Biden mencionó el pasado 10 de junio que “Exxon ha generado más dinero que Dios en este año”. Razón más que suficiente para exigirle a sus ejecutivos nuevas inversiones y, particularmente, que cumplieran con sus obligaciones fiscales...
Más allá de la alusión religiosa, se trató de toda una declaración política proviniendo nada menos del presidente de Estados Unidos, en torno al funcionamiento descontrolado de un sistema acumulativo que, en este caso, aprovecha los beneficios del apartamiento de Rusia como actor fundamental en la provisión internacional de energía.