Existe un lugar donde ir cuando se extraña eso que no se conoció. El club de los nostálgicos, el tercer disco de Las Sombras, levanta las paredes de un portal propuesto en sus dos anteriores trabajos y abre el juego, sentando las bases de lo que fue el imaginario de otra época. Los recuerdos hacen su magia y traen un color, un olor, un sonido.
Las canciones nuevas serán presentadas este viernes 12 en el ND Teatro, con pinceladas de teatralidad que invitan al público a hacerse miembros del club. El disco capta, con tango y urbe, un lugar susceptible de ser visitado. "Esta historia alguna vez yo te la quise contar, habla de cosas que tal vez ya nunca sucederán", son las primeras frases del disco. Un manto sonoro sostiene el clima en las nueve composiciones, y es gracias a la producción artística de Norman McLoughlin, con Maxi Leivas colaborando en la grabación.
"Hay cierta reivindicación a tiempos pasados, es un poco la poética que se trabaja en el disco. Las situaciones que contamos, las palabras que usamos, cómo las decimos y toda esta cuestión acompañada de una música que tiene mucha influencia indirecta o directa del tango también", dice Nicolás Lippoli, guitarrista y cantante.
La idea de un club, enmarcada en un tercer disco definitorio, es una invitación a ser parte. Todos pueden pasar y vivir la noche con estas canciones de versos que buscan el efecto nostálgico. Si en sus dos primeros discos proponían volver al rock y al blues más crudos, ahora la invitación se amplía a nuevos horizontes pop, con sintetizadores y percusiones, aunque sin abandonar los orígenes.
"Compositivamente veníamos de discos donde estaba bastante en boga la cuestión del blues rock, dentro de un estilo que tal vez responde más a las décadas de los '60 y los '70. Ahora las canciones están trabajadas desde una cuestión más ligada a la canción, y eso permite que el oyente entre en otros climas", dice Lippoli, comparando el nuevo trabajo con su primer disco, Las Sombras, de 2016, y con Crudo, publicado en 2018.
► Y cuánto vale ser la canción nueva
El año pasado estrenaron en su canal de YouTube el mediometraje El precio de la canción, que empieza con Julián Pico cantando en la calle desierta, mientras la cámara lo sigue hasta entrar a una disquería donde relucen bellos vinilos. Después cantan en el bar y, por último, la banda se enchufa, completa, en el boliche en el que, por supuesto, no hay público, pues se rodó en pandemia. Suenan los ya clásicos Espejismo, Vos y yo, Nada más, Los chicos de tu barrio, El ardor, entre otros, y se presenta El club de los nostálgicos.
Esta conversación conformada por la intimidad, la música, los tragos y las miradas entre ellos, funciona como la antesala de la membresía prometida. En el video se ve también que disfrutan de cantar. Tanto Lippoli como Pico y Manuel Fernández, guitarrista, se reparten las voces, generando un orden natural, mientras Mauro López toca la batería con la postura digna de Black Amaya, stone y rítmica, de contundente swing, impecable.
"En la pandemia por suerte pudimos hacer cosas, teníamos este disco, e hicimos El precio de la canción. Tuvimos bastantes cosas para hacer que nos motivaron, porque también es difícil seguir con el proyecto, con pilas y todo en sintonía si no hay nada para hacer. Estás estático y te hablan detrás de una pantalla", dice Julián, bajista y cantante.
► Raíces punkpeanas
Las Sombras se formó en 2013 en La Pampa, con el punk como la salida urgente. Hasta que se mudaron, primero a La Plata y después a Buenos Aires, y conocieron Queruza, el sello que los acompaña. "Ahí empezamos a entrar en un circuito que tiene más que ver con bandas que nosotros ya admirábamos", dice Nicolás.
Con el tiempo fueron afianzándose en la composición y también en la ejecución. "Hubo una evolución, un crecimiento, una madurez compositiva a la hora de tomar decisiones en relación a la producción. Creo que es todo un mix de lo que nos sucede a la hora de componer y de plasmar esas situaciones dentro de las canciones. Tal vez cuando terminé de grabar este disco me sentí, de alguna manera, realizado al escucharlo", dice Nicolás. De hecho, todavía se sorprenden, festejan y disfrutan al escuchar sus propias canciones cuando se juntan, por ejemplo, a comer.
Las Sombras se destaca también en las presentaciones en vivo, en las que reconocen poner el corazón. Así se fue dando el crecimiento de estos cuatro amigos, que también participan de las bandas Knei y Los Siberianos. Mientras, en el derrotero de la vida, uno estudió Derecho, otro Música, otro Cine y el cuarto, Sonido. Entonces empiezan a jugar esas otras pasiones, como cuando las canciones se tornan cinematográficas, como la ochentosa Vidrios o Me dijiste tu nombre.
"Más allá de lo que hicimos personalmente, siempre estuvieron las ganas, el sueño y la curiosidad de tocar en escenarios de una provincia que no te pertenece, conociendo gente nueva y lugares nuevos. Hay un compromiso que sinceramente es muy grande, tenemos más responsabilidades, la vida es más difícil y es más complicado llevarlo, pero el compromiso siempre estuvo, no se duda", dice Julián respecto a la energía puesta en la banda.
El club de los nostálgicos, que lleva el nombre del tercer track, le habla al público, es elocuente. Sin necesidad de caer en abstracciones, la poética se resuelve en lo cotidiano, directa y al corazón. Cuatro pibes de La Pampa resignifican el tiempo con un lenguaje propio y es ahí donde ganan. Entonces, la efervescencia de un pasado que sería como una ensoñación, se vuelve posible al darle play al disco. La invitación a vivirlo y hacer realidad la magia, resulta un regalo de Las Sombras para los abonados de la nostalgia.