Dos años sin Crack Bang Boom es mucho tiempo para la historieta nacional. Por eso el regreso de la convención, que se celebrará del jueves al domingo en distintas sedes de Rosario (con epicentro en el Centro de Expresiones Contemporáneas, en Sargento Cabral y el río) es motivo de festejo para todo el sector. La cita a la vera del Paraná era la más importante del calendario comiquero anual, un lugar bien ganado y al que el parate obligado de dos años pandémicos no parece haber hecho mella. Más bien, todo lo contrario: aún luchando contra las dificultades económicas (la falta de papel para imprimir, sobre todo) las editoriales apostaron fuertemente a presentar sus novedades en el evento. Además, con el simple acto de abrir sus puertas, Crack Bang Boom se convertirá en el evento de historietas más longevo de la ciudad.
Los fans reconocerán en la programación prácticamente todos sus elementos característicos: los invitados internacionales, el concurso para nuevos autores, los Premios Trillo, las muestras, la carpa gratuita para fanzineros, los editores que revisarán portfolios de dibujantes, la fiesta, el desfile de cosplay dominical y más. Pero quienes “peregrinen” a la Crack encontrarán también un cambio sutil: el evento dejó de lado la idea de homenaje a las viejas figuras del sector para enfocar parte de su propuesta en temáticas sociales. En diálogo con Página/12, Eduardo Risso, director del festival (co-organizado entre particulares y la Municipalidad local) explicó que con esto empieza “una nueva etapa” y señaló que “no podíamos hacernos los distraídos frente a lo que ocurre en nuestras islas, con el humo permanente, que el día de hoy se vive de manera infernal”.
Este posicionamiento se manifestará con una muestra de dibujos sobre la temática, varias charlas, la participación de bomberos voluntarios y una campaña de concientización. “Creemos tener la fuerza suficiente como evento como para pedir que esa ley que está durmiendo en el Congreso salga a la luz”, considera Risso. Crack Bang Boom creció notablemente a lo largo de los años. De los 5.000 asistentes iniciales en la edición inaugural de 2010 se acercó a los 40.000 en los últimos encuentros y se forjó su propia mística.
La interrupción por covid preocupó mucho al sector, sobre todo en el largo período sin novedades ciertas. Pero Risso –también un dibujante multipremiado internacionalmente- cuenta que “los años de pandemia nos dieron tiempo para repensar el evento”. Así irrumpen las temáticas sociales pero también surgen nuevos espacios. “Vamos a incorporar el subsuelo del Galpón 11 y ahí estarán la muestra de humedales, el callejón de los artistas y otras cosas, pero llevando ahí el callejón de los artistas también liberaremos espacio en la carpa de los fanzines, que sigue siendo gratuita, y eso hace que habrá mucha más presencia fanzinera”, celebra.
Otra exposición que destaca es Nosotras contamos, curada por Mariela Acevedo. La muestra ya se expuso en Buenos Aires y reúne a una gran cantidad de autoras mujeres y disidencias, en lo que constituye un catálogo muy representativo del movimiento. “La idea es de alguna manera apoyarlas para que tengan visibilidad, también este año hay muchas invitadas que trabajan la historieta desde el género”, apunta Risso. De esa camada estarán como invitadas oficiales del encuentro Daniela Ruggieri, Cons Oroza, Sukermercado, Paula Sosa Holt, Femimutancia y Xina Ocho, entre otras.
Aunque es cierto que Crack Bang Boom ya tiene fans adscriptos que van sin importar la lista de invitados, no deja de ser un factor que la diferencia de otros eventos del circuito. No sólo por el nivel de los invitados, también por su cantidad. Esta edición las dos principales figuras internacionales son el guionista norteamericano Geoff Johns (DC Comics y Warner Bros) y el editor italiano de Panini Comics Leonardo Raveggi. Pero también hay grandes figuras locales, como Enrique Alcatena, Ariel Olivetti o Ignacio Noé (todos ofrecerán una masterclass). La grilla incluye a otras figuras nacionales y extranjeras, como Belén Ortega, Renato Guedes, Lautaro Fiszman, Germán Peralta, Kundo Krunch y Lea Caballero, entre otros.
Una de las actividades destacadas de la convención es la entrega de los premios Carlos Trillo (de cuya preselección participan dos periodistas de Página/12 y uno de Rosario/12), que son elegidos por el conjunto de los invitados de todas las ediciones de Crack Bang Boom, que ofician de una suerte de gran cuerpo colegiado. De las muchas categorías, la más codiciada es la de “Mejor obra para público adulto”, que esta edición pone en competencia la producción de los últimos dos años. Así, compiten por el galardón Banzai (Femimutancia), Cartográfica (Sike), El último recurso: un cuento de navidad (Lubrio y Kundo Krunch), Guaraní (Diego Agrimbau y Gabriel Ippoliti), Inframundo (Xina Ocho), Las hijas de Sedna (Dolores Alcatena), Llamarada (Jorge González) y Naftalina (Sole Otero).
Claro que, además de estos títulos, las editoriales prepararon contra todo obstáculo una enorme cantidad de lanzamientos para disputarse las billeteras de los fans. Risso reconoce cierta ayuda pandémica al movimiento editorial. El fenómeno ya fue descripto en estas páginas: superada la dificultad de la venta directa del primer y más estricto momento de la cuarentena, las editoriales aceleraron su incorporación a las tiendas virtuales y aparecieron distribuidoras gestionadas por los propios sellos, cosa que, por ejemplo, reactivó los fondos de catálogo. “Yo veo siempre al cómic vigente. Lo que no ayuda demasiado son las crisis económicas en las que recaemos cada tanto. La inflación, sobre todo la alta, que hace que no puedas predecir nada ni tengas precios relativos”, lamenta Risso. El dibujante no pierde las esperanzas. “Igual las expectativas son las mejores porque vemos que la gente está con muchas ganas de tener una nueva edición de la Crack”.