En el sur de Islandia existe un conjunto de 15 pequeñas islas llamadas Vestman. Una de ellas se denomina Ellidaey y se trata de la casa más aislada del mundo, una construcción a la que solo se puede llegar en barco.
Con una superficie de 0,45 km2 es la tercera más grande de esa quincena de islas, se ubica en un sector catalogado como reserva natural y área protegida debido a que es una importante zona de anidación de aves marinas autóctonas.
Pero lo más llamativo es que dentro de Ellidaey hay algo que despierta la atención de los curiosos y es la existencia de una casa. Una construcción que envuelve todo tipo de leyendas y misterios.
La historia de la casa
La casa fue construida por cinco familias que vivían de manera permanente en la isla y que sobrevivían de la caza de aves y de la pesca.
La vivienda no cuenta con electricidad y tampoco con agua corriente, pero tiene un sistema complejo a través del cual acumula el agua de lluvia.
A partir de 1950, la casa le pertenece a la Asociación de Caza de Ellidaey y solo sus miembros pueden acceder a ella en barco.
En la actualidad se encuentra en perfecto estado, a pesar de que desde 1930 está deshabitada. Como visitantes recurrentes, se acercan quienes viajan a la isla para cazar frailecillos, la popular ave marina autóctona que era el alimento principal de quienes poblaron el área.
Empresas de turismo ofrecen excursiones de un solo día para los viajeros que quieran explorar la isla, pero los visitantes no pueden hospedarse allí y tampoco pasar la noche.
Misterio y leyendas
La coqueta casa esconde un sinfín de mitos y leyendas. Una de esas historias daban cuenta de que la vivienda había sido edificada por un excéntrico multimillonario, quien planificó aislarse en esa isla en caso de ocurrir un “apocalipsis zombie”.
Otras de las versiones populares indican que un ermitaño religioso habitó ese remoto hogar.
Pero una de las historias que más trascendencia había tomado -que luego fue desmentida- era que allí vivía la artista y cantante islandesa Björk.
La explicación a esta teoría se remonta al año 2000, cuando el entonces primer ministro de Islandia, Davíd Oddsson, manifestó que obsequiaría la casa a la compositora porque “hizo más por la popularidad de la patria que muchos otros” islandeses.