Hay un artilugio muy básico de diagnóstico infantil disfrazado de juego, en el que se presentan cuatro o cinco cosas de un mismo tipo o grupo, con un objeto ajeno mezclado, buscando que se lo reconozca. En el caso del podcast Círculo Vicioso, de Pablo Wasserman y Juan Ruocco, la neurodivergencia es total: para ellos no hay diferencia entre bitcoins, hongos, monos, ranas, discos heavy metal, memes, chinos, tropos de ciencia ficción o policías vendeporro. Cualquier agujero en la información se convierte en un agujero de conejo que los baja al barro de internet y los devuelve lanzados a la nube y el flash.
Esta noche de miércoles desde las 21, como casi siempre, el conejo de Círculo Vicioso saldrá a buscar una nueva red pill en YouTube. Será el #100, la centésima emisión para Ruocco y Wasserman, que se conocieron trabajando en contenidos para una de las empresas más icónicas del ecosistema cripto local y hoy laburan de hacer Círculo Vicioso. De hacer contenido para internet, pero en sus términos. El podcast empezó en abril de 2020 y ya pasó las 200 horas en una interseccionalidad inédita, formada entre el maximalismo de Bitcoin, la psicodelia, la fauna, el rock pesado, los memes y el fantasy de la geopolítica.
"Todo el truco de Círculo Vicioso es cuán profundo te podés meter en un tema y flashar con él hasta que lo hacés propio y sí o sí lo tenés que conectar con algo que ya sabés", define Ruocco. "Podés ver un programa o podés ver cien, que es más o menos siempre lo mismo." Solo para ilustrar, los envíos van de charlas de filosofía y contenidos con Valentín Muro, de Cómo funcionan las cosas, o de desarrollo, satélites y videojuegos online con Damián Catanzaro, creador de la app Cafecito; hasta programas donde se regodean en la mística del partido comunista chino, los bares de vinos o los cortes de luz.
Sin secciones fijas, sin redundar en la actualidad y sin caretas, Juan y Pablo conversan como apóstoles sobre la gracia del Señor Hongo (que a veces es Paul Stamets y a veces es el gran fungus subterráneo del bosque de Oregon) y se rasgan las vestiduras como canaanita en la cisterna cuando no hay otra que triggerearse. También navegan internet, encumbran el forismo web, discuten todo, fuman porro y revisan sus fascinaciones juveniles y sus fetiches contemporáneos.
"Hay algo en el formato de charla larga, no de entrevista, que es que a partir de la hora de conversación se destraba algo en el invitado y empieza a decir cosas que es imposible que diga en la primera hora", subraya Wasserman sobre otra de las costumbres de Círculo Vicioso: traer invitados para hablar de cosas flasheras. "Eso lleva a temas que ni sabías, que no planteaste, y a tener realizaciones de cosas en vivo. Así fue que, en una charla entre nosotros, en el episodio #4 marcamos el comienzo de nuestro marco teórico."
► Lo lindo de los vicios son los amigos
Círculo Vicioso se formó y expandió en pandemia, mientras se volvía mainstream en internet la entrevista directa, primero con Caja Negra y luego con El Método Rebord. Pero su propuesta es diferente también, y sobre todo, por su formato. Esto es una charla entre dos tipos, dos manijas, enfrentándose a un abismo de ideas que se les escapan y a pestañas que logran que no queden abiertas para siempre. "La idea no es constituirnos en autoridad de nada. No hacemos videos explicativos; mantenemos una charla de sobremesa, con espectadores, que va avanzando", dice Juan.
En 23 de sus 99 emisiones no estuvieron solos. Suelen acompañarlos invitadas e invitados que habitan espacios e intereses diversos, casi siempre marginales, experimentales o emergentes: programadores de lucha libre, analistas del ciberiluminismo, profesionales de Magic, bailarines de tango, filósofos cotidianistas, propagadores del heavy metal, entusiastas cripto, periodistas pop y luminarias de la social media. En un loop de retroalimentación curioso para la historia de Círculo Vicioso, el invitado para el centenario será Sebastián Serrano, creador y mandamás de la plataforma cripto argentina Ripio.
Dice Pablo: "En Círculo Vicioso no 'entrevistamos' a nadie, invitamos a gente a charlar. Y la charla tiene el arte de que en cierto momento hacer una pregunta puede direccionar, pero no pasa tanto por sacar información pura sobre un tema sino porque el invitado pueda desplegar bien su posición al respecto". Y dice Juan: "En todos los nichos que nos llaman la atención, hay gente que pasó un umbral donde ya se comprometió mucho con ese tema, y quien pasó el umbral se comporta igual a todos los que lo pasaron en su tema. El truco de Círculo Vicioso es buscar gente que de alguna manera esté muy manijeada con algo".
La mayoría de las veces estas conversaciones, sean entre ellos o con quienes invitan, operan sobre un posible opt-out, una alternativa, un hack o una salida de un lugar o un sistema que ya no funciona bien o es ineficiente: puede ser la autoprovisión de cannabis, Bitcoin versus la crocancia del peso, los oasis de la arquitectura y la ingeniería urbana, o el lado correcto de la curva de IQ.
Durante muchos años, los mediodías de domingo en los hogares obreros argentinos estuvieron regulados por una máxima: "En la mesa no se habla de política, fútbol ni religión". En Círculo Vicioso tampoco, pero se da medio de pedo. "La política por ahí se toca, pero no es el core, no es el núcleo. Para nosotros es súper interesante hablar de algo que no sea política en un país cuyos discursos en general giran sobre la política", explica Juan. Igual dedicaron bloques y hasta episodios casi completos a invitados que hablaron sobre política local y mundial (el #82 con Carlos Maslatón o el #98 con Santiago Bustelo), y tuvieron un back to back premonitorio en el #63, ALBERTO'S ENDGAME (Massa The Kingmaker Part VI).
► La comunidad del gatillo
En estas 99 emisiones, Círculo Vicioso fue generando un fandom muy comprometido, una fauna de usuarixs de internet, foristas, filósofxs, gamers y faloperxs que se agrupan alrededor del conejo que gira y que animan una incipiente comunidad donde cada cual puede reclamar un subtipo a partir del supertipo gordo: el gordo cripto, el gordo cueva, el gordo jueguitos, el gordo droga, el gordo heavy metal, el gordo silencioso. La suma de todos los gordos arma el Club, una mente colmena gorda.
Entre esos, un día apareció el gordo clips, un seguidor random que empezó a hacer videos cortos con momentos notables de los episodios, que muchas veces pasan las 2 horas y han llegado cerca de las 4. "Era un pibe que miraba el podcast y que solo empezó a hacer clips en YouTube. Ni sabíamos quién era, hasta que lo encontramos y le pedimos hacerlo para TikTok. Ahora explota, va más rápido en seguidores que Twitter o YouTube", compara Wasserman. Ayer, de hecho, pasaron los 5000 suscriptores en esa red social, y tienen más de 3000 en YouTube, donde se aseguran entre 80 y 100 manijas en conexión directa cada miércoles.
Así es la dinámica en esta creciente comunidad: cada semana, Juan y Pablo sueltan dos horas o más de contenidos, ideas, links, reflexiones y revelaciones que son amasados por el Club y devueltos en forma de caramelos para su propia comunidad de monos. Quien no se puso a armar shorts se acostumbró a indicar los timestamps de los videos, o hace las imágenes de portada, o expande el batallón de memes en la cuenta de Twitter, el canal de TikTok o el conversatorio en Discord del podcast.
Los pibes aseguran que cada uno tiene su marco teórico y que ellos no imponen el suyo: "Impartimos que cada uno arme el propio, lo traiga y lo comparta. Resulta que somos la gente que creó el espacio y lo conducimos, pero en la comunidad que se armó, cada uno está en la suya." Sin embargo, parece existir algo así como un tañido de campanas que se activa para convocar al Club: las "triggereadas" de Wasserman y sobre todo de Ruocco, cuando se les gatilla una verborrea imparable y domadora.
"Nuestra comunión con el público es que la conducción es nuestra, y en todo lo demás queremos que formen parte pero no hacemos demagogia", explica Juan. "Cuando arrancó a darse esto, en el Discord cuando había programa se hablaba de que 'hoy hay misa', y nos gustaba que recordaran que había reunión todos los miércoles, pero tenía una connotación religiosa que no nos cabía. Hasta que apareció la figura de un club, algo laico y voluntario."
Para la emisión que venga después de la de hoy se prepara algo especial para cluberos: un capítulo #101 en vivo desde el estudio, con miembros de la comunidad que quieran sumarse al micrófono abierto para seguir loopeando la retroalimentación de la semiosis infinita de Círculo Vicioso.