Ni de traje Chanel combinado con un collar de perlas ni luciendo sombreros Ascot. Esta Reina de metro setenta embute su exuberante figura en ceñidos vestidos sirena, derramando voluptuosa carne por escotes estratégicos y vertiginosos. Los bots detecta pezones de las redes sociales enloquecerían si asistieran a uno de sus tantos recitales. No es exhibicionismo: las tetas de Lía Crucet se desbordan, rompen el dique constreñido y moral del límite del corpiño. En sus inicios un periodista le pre
En el día de su muerte, Página/12 republica este perfil
Lía Crucet, la reina
Con un escote desbordante y la exuberancia de alguien que hizo del contoneo más básico una marca registrada, Lía Crucet se convirtió hace tiempo ya en un emblema de la cumbia. Canta desde fines de los 80 por la liberación femenina, siempre se negó a enfrentar a sus compañeras por un punto de rating y es una cara y un nombre reconocible por si mismo, sin apodos, ni maridos, ni escándalos: un icono de lo queer mucho antes de Ru Paul, con la voz rasposa y sensual, el ombligo siempre al aire y esa impronta de misterio que toda diva tiene para convertirse en mito.
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