La internación en un psiquiátrico del “fiscal héroe” Fernando Cartasegna coincide con la aparición de una montaña de pruebas en su contra y, sobre todo, con la firma de un dictamen categórico sobre irregularidades en su fiscalía. La auditoría, ordenada por el fiscal general de La Plata, Héctor Vogliolo, será entregada a la Procuración esta semana e incluye elementos lapidarios para Cartasegna. Según se supo, en su fiscalía aparecieron carátulas en blanco, con foliado y número de orden impresos por sistema, pero en blanco, lo que significa que podían ser usadas para armar causas inexistentes y utilizarlas en cualquier momento. Todo esto se suma a la desaparición de dinero y drogas secuestradas en procedimientos e incluso la desaparición del expediente por el asesinato del estudiante Miguel Bru. En la misma sintonía, están cada vez más claros los elementos de simulación –adelantados en exclusiva por PáginaI12– en los teatrales ataques que supuestamente recibió y con los que se victimizó. En la humareda que se armó se usaron panfletos en los que desconocidos decían que Cartasegna sería el próximo Nisman y luego se probó que esos panfletos fueron impresos en la propia fiscalía de Cartasegna. A los cuatro vientos el fiscal alegaba que era un perseguido de una mafia policial pero terminó contratando a un abogado que ha defendido a policías involucrados en resonantes casos, incluyendo a la mano derecha del siniestro comisario Miguel Etchecolatz. La investigación está golpeando a los secretarios y empleados de su fiscalía que manifiestan su indignación por los pasillos del edificio judicial. Y también aparecieron gestos de otros fiscales de La Plata que se excusan de investigarlo pero dejan asentadas las graves irregularidades. El cúmulo de malas noticias llevó a Cartasegna al psiquiátrico y el rumor extendido es que el fiscal –acorralado por las pruebas e inminentes declaraciones en su contra de los empleados– presentará su renuncia a corto plazo. En La Plata los medios acuñaron el término Cartasegnagate.
- Internación. El fiscal general Vogliolo dividió las causas que tenía Cartasegna entre tres fiscales –Mariana Rufino, Alejandro Marchet y Hugo Tesón–, pero les pidió un informe sobre la situación de los expedientes. Como ya adelantó este diario, los fiscales consignaron la desaparición de dinero y drogas de procedimientos, lo cual motivó una respuesta de Cartasegna en la que les echó la culpa a sus subordinados. Curiosamente, en algún caso él mismo apareció con el dinero para reponerlo.
El procurador Julio Conte Grand le viene insistiendo a Vogliolo de la necesidad de darle un corte a la situación por lo cual Vogliolo firmará el informe sobre la fiscalía de Cartasegna en esta misma semana.
- Blanco. Uno de los nuevos datos que aparecieron en la auditoría de los fiscales es que en la unidad de Cartasegna había, en un armario, una cantidad de carátulas de causas judiciales en blanco.
Otros fiscales le explicaron a PáginaI12 que las carátulas se imprimen por sistema, es decir con nombres de imputados o hechos concretos de autor desconocido. El sistema emite el número de Instrucción Penal Preliminar (IPP) con un objeto o un hecho preciso.
Que un fiscal tenga carátulas en blanco, con número de IPP asignado, demuestra que las tenía listas para armar causas falsas, inexistentes. Cartasegna era un fiscal que se ocupaba del delito de trata de personas, es decir boliches, prostíbulos y actividades de esa naturaleza. Las carátulas en blanco podrían servirle para armar una causa previa a tal cual o local y atraer hacia su fiscalía una causa nueva contra el boliche o prostíbulo: el que tiene la causa más antigua suele arrastrar causas posteriores.
- Firma. En el informe de Vogliolo se daría cuenta de estos hallazgos y también de causas judiciales guardadas en un armario y con sospechoso atrasado de más de dos años. Se trata de expedientes sobre casos de abuso y pedofilia.
Si a esto se agregan los faltantes de dinero y estupefacientes, supuestamente secuestrados en distintos operativos, el pronóstico es que el dictamen de Vogliolo será lapidario para un fiscal que armó operaciones de todo tipo para autoposicionarse como héroe, perseguido por las mafias y otras yerbas.
- Apoyos. En La Plata es un secreto a voces que Cartasegna simuló gran parte de los elementos que tuvieron que ver con los aparentes ataques que sufrió. Pese a ello, la investigación está a cargo de sus propios pares, es decir fiscales que trabajan con él y con los que tienen una extensa relación. Esto complicó bastante la pesquisa y le quitó cierta imparcialidad, aunque los hechos son tan grotescos que incluso sus fiscales-amigos tuvieron que dejar algún rastro de las irregularidades.
El mediático fiscal Marcelo Romero tuvo que investigar la desaparición del expediente Bru y curiosamente, después de imputar a los empleados de Cartasegna, se excusó de acusar al propio Cartasegna. Sin embargo, dejó asentado que afrontaba “la posibilidad cierta de imputar al titular de la fiscalía”, con quien mantiene –según dijo– una amistad de más de 30 años. El juez Juan Pablo Masi rechazó una de las excusaciones de Romero pero aceptó otras dos.
También se excusó Marcelo Martini, cuya fiscalía es vecina de la de Cartasegna. Martini tuvo el gesto de no acusar a nadie, seguramente entendiendo que no corresponde imputar a los subalternos sin imputar al propio fiscal. O sea que lo lógico es excusarse de la totalidad, no acusar sólo a empleados.
En síntesis, gran parte de los demás fiscales de La Plata empezaron a distanciarse de los armados de Cartasegna.
- Peritaje. En el dictamen que firmaría Vogliolo esta semana estará el resultado oficial y definitivo del estudio hecho por la Gendarmería sobre los panfletos en los que Cartasegna aparecía como víctima de una supuesta amenaza. Los volantes tenían una foto de Nisman y otra de Cartasegna y el texto decía “conozca al futuro Nisman”.
Se partía de dos elementos:
- Que a Nisman lo mataron, algo desmentido hasta ahora por la causa judicial, pero que la política está tratando de torcer instalando la idea de que hubo homicidio, no suicidio.
- Que el próximo “asesinado” sería Cartasegna, supuestamente perseguido por una mafia policial.
La Gendarmería concluyó que los panfletos fueron impresos en una impresora de la propia fiscalía de Cartasegna y, además, se comprobó que la orden de impresión salió de una computadora también ubicada dentro de la fiscalía.
La conclusión es que, o bien alguien de la fiscalía estaba haciendo la guerra contra Cartasegna, o bien los panfletos fueron una simulación para convertir al fiscal en héroe y seguir instalando la idea de que era un perseguido.
Todo apunta a la simulación. Es que un empleado de la fiscalía fue sorprendido saliendo de un baño donde quedaron colocados los panfletos y en la propia fiscalia dijeron que ellos arreglarían el asunto. O sea pretendieron ocultar el incidente, descubierto por un efectivo penitenciario que trabaja en la custodia del edificio de las fiscalías.
- Nombre. Después de una primera andanada de solidaridades a raíz de los “ataques” sufridos por Cartasegna –una maniobra denunciada por PáginaI12–, hoy en La Plata se acuñó el término Cartasegnagate. El nombre del caso ya se usa abiertamente y lo utiliza incluso el diario El Día de esa ciudad.
En el primer ataque, el 29 de abril, Cartasegna dijo que venía de un operativo, que fue golpeado en plena calle y que le dijeron que no se metiera más con las causas de los policías. La investigación está derivando a que Cartasegna venía del boliche Almendra y que hubo una agresión por motivos personales.
El show mayor fue el miércoles 3 de mayo, cuando Cartasegna denunció que fue atacado en su propia oficina. Un individuo lo sorprendió, llamativamente le ató las manos por delante –para inmovilizar mejor se atan por atrás– y todavía más llamativamente Cartasegna sostiene que no pudo ver al atacante. Después vino la parte más teatral: lo obligaron a escribir la palabra Nisman con una azucarera, en el piso, e incluso a mejorar algunas letras con la lengua. Para redondear, el agresor salió de la oficina, sin ser reconocido, y cerró con llave desde adentro, para lo cual tuvo que meter la mano por una ventanilla, colocar la llave en la cerradura, cerrar y huir, todo sin ser visto. Se trata de una maniobra inexplicable. Y todavía más inexplicable es que Cartasegnase había sacado de encima a su custodia un rato antes de todo esto: la mandó a revisar su casa. Parece que quería recibir a alguien sin testigos y algo salió mal en ese encuentro.
El tercer ataque no existió como tal. Fue un supuesto tiroteo contra la casa del fiscal, pero se comprobó que no hubo disparos de ningún atacante. El que disparó fue el custodio del fiscal, tal vez asustado.
- Final. La catarata de malas noticias derivó el viernes en que Cartasegna fuera internado en un psiquiátrico por “un fuerte cuadro de depresión”. Un allegado le dijo al diario Hoy de La Plata que “está decepcionado con sus compañeros fiscales, con sus empleados y con algunos periodistas con los que tenía trato fluido”.
En la semana que pasó, Cartasegna –que posaba de estar perseguido por una mafia policial– designó como abogado a Julio Beley, tradicional defensor de policías, incluido Julio César Carachico, mano derecha del genocida comisario Miguel Etchecolatz durante la dictadura.
Hoy por hoy, en los tribunales de La Plata está extendido el rumor de que Cartasegna no regresará a la fiscalía: que presentará la renuncia. Es que la cantidad de pruebas en su contra, el informe de Vogliolo y el casi seguro jury al que lo enviaría la Procuración no le dejan muchas alternativas.