Angel Cappa sigue siendo uno de los hombres de fútbol más críticos del sistema que rodea al juego. Lo manifestó siempre que tuvo ocasión, ante un micrófono o en libros. También nos roban el fútbol es su cuarto libro, esta vez escrito a cuatro manos con su hija María, en el que desglosan el impacto del poder económico en el fútbol. El ex entrenador de Racing, Huracán y River, que vive en Madrid, pasó por Buenos Aires para presentar el libro. Ambos, padre e hija, se prestaron a una charla sobre un presente que pintan sombrío, aunque conservan la esperanza de un cambio en un fútbol hegemonizado por el negocio.
–El libro plantea dos momentos de quiebre en el último medio siglo: los ’60 y los ’90, ¿qué pasó en esos años para que el fútbol fuese, como dicen, un eslabón más del capitalismo?
María Cappa: –En los ’60 irrumpe la TV y los clubes pasan a depender de las transmisiones, que generan recursos. En los 90 tuvimos el fallo del caso Bosman, que liquidó los cupos de extranjeros. Ahí Europa saquea los jugadores de América Latina y vacía el continente. La brecha entre clubes ricos y pobres generó el robo a mansalva, quedarse con las grandes estrellas. En esos años, además se dio el fenómeno de la privatización de los clubes en España, algo que se quiere probar en la Argentina y hay que evitar.
Angel Cappa: –España es el país que menos respeta al espectador. Programan partidos a las diez de la noche o al mediodía. La Liga de Fútbol Profesional la maneja Javier Tebas, que quiere una liga a favor del Barcelona y el Real Madrid, y con horarios favorables al mercado chino.
–¿Es posible dar marcha atrás con este panorama?
A.C.: –Sí. El poder dice que no, y así se impone el discurso de que no valés si no sos primero. Hay quienes se oponen al mercantilismo, yo veo clubes que acá no quieren saber nada con ser sociedades anónimas, que en Europa terminaron con clubes fundidos. Para dar vuelta esto hay que convencerse del cambio y asumir que el fútbol es de los clubes, de los socios, de los jugadores, no de los empresarios.
M. C.: –El caso alemán es interesante. El Estado y la Federación han buscado un equilibrio entre la profesionalización y el respeto al fútbol. Los socios siguen conservando no menos de un 51 por ciento de los clubes, que a su vez financian escuelas, se juega de día para ahorrar energía y los precios de las entradas son muy accesibles, con transporte incluido.
A. C.: –Lo que ha ocurrido, y que Alemania trata de evitar, es lo que implica la entrada a mansalva del capitalismo: los clubes pierden pertenencia, se separan de la gente. Ya no hay más socios o hinchas, pasan a ser clientes que compran artículos del club, una camiseta de un ídolo a 100 euros. Así también se deja de ser ciudadano. Y además hay más y más partidos, jugadores sobrecargados, que encima no protestan, cosa que me sorprende.
–¿Qué rol les cabe a los medios en este panorama?
A. C.: –Fundamental. Porque defienden negocios, la venta de un producto, no a partir del juego y la reflexión, sino a través de lo que sucede alrededor, fabricando ídolos. Así infantilizan a la audiencia. Cuando hablo de medios lo hago de megacorporaciones con negocios mezclados. Por caso, en el grupo de medios PRISA figura el Banco Santander entre sus accionistas.
M. C.: –En España, las canchas no se llenan con los horarios impuestos. Tebas obligó a vender entradas para las tribunas donde enfocan las cámaras de TV, para dar la sensación de estadio lleno.
–¿Cómo evalúan la experiencia de Fútbol para Todos, que llega a su fin?
A. C.: –El negocio no quiere perder la televisación, es enorme lo que está en juego ahí. Fútbol para Todos era una buena iniciativa, podía seguir con correcciones.
M. C.: –Dicen que el fútbol no es rentable y esa es la excusa para sacar al Estado. La mejor síntesis la vi en Twitter: es tan poco rentable que ESPN y Fox se peleaban por transmitir.
–¿Qué papel debería tener el Estado?
M. C.: –Es el que hace las leyes. Todos, incluso las federaciones, deben estar sujetos a las leyes. No puede ser que la FIFA obligara a Brasil a cambiar la ley para que se vendiese cerveza en los estadios en el Mundial 2014.
A. C.: –El neoliberalismo busca eliminar el rol regulador del Estado, que termina defendiendo a los poderosos, cuando se supone que debe estar en defensa de los más débiles.
–¿Cómo ven al fútbol argentino?
A. C.: –En el caos absoluto. Técnicos que duran tres partidos, concursos para DT de juveniles del que eligen a alguien que no concursó..., el colmo es la votación empatada en la AFA, cuando había número impar para votar. Realismo mágico puro. Veremos qué puede hacer Sampaoli por la identidad, algo en lo que reivindico a Lanús y su entrenador, Jorge Almirón.
–El gobierno de Macri es proclive a la privatización de los clubes, algo de lo que alertan. ¿Es factible una reacción en contra si hay un avance?
A. C.: –El fútbol es una construcción colectiva, que no se sabe cuándo empezó, con mucho arraigo y mucha tradición. Son los socios los que espero que salgan a evitar que los empresarios se aprovechen.
M. C.: –Yo imagino protestas si hay señales de privatización. Si la gente se mueve el Gobierno cede. Lo hemos visto con lo de las pensiones a discapacitados y el 2x1 a los represores.