Las despedidas arrojan nostalgia cuando se presentan. Pero suelen ser más dolorosas si encima llegan por un accionar desprolijo. La ilusión que tenía River de lograr el primer título local bajo el mando de Marcelo Gallardo quedó destrozada, después de exhibir el peor desempeño del torneo frente a Racing. De esta manera, se retiró de la lucha por el título que mantenía con su máximo rival y con Banfield. La forma en la que lo hizo no fue la más acertada, debido a que su figura quedó desdibujada ante un adversario que estuvo cerca de la goleada, pero que terminó esperando el final después de desperdiciar los tres goles de diferencia que había sacado en el desarrollo.

River limpió sólo un poco su estampa con dos tantos en el final, pero no podrá olvidarse de lo que hizo en la cancha. Sorpresivamante, el conjunto que mejor fútbol venía ofreciendo en el certamen, con una levantada que lo ubicó a apenas un punto del líder, se desmoronó en sus dos últimas presentaciones, con errores que le hicieron dejar pasar una chance que parecía certera. Cuando River venció con claridad a Atlético Tucumán, era el candidato principal por su juego. Sin embargo, el mismo lo perdió en apenas dos semanas, y el golpe termina siendo demasiado fuerte.

Si es que Boca se consagra finalmente en los próximos días, River recordará con molestia lo cerca que estuvo de ocupar ese lugar. Sobre todo, cuando tuvo impulso para descontarle 11 puntos en la tabla, desde la reanudación del campeonato, que los dejó pasar ahora que quedó a siete cuando quedan seis en disputa. 

Los desaciertos en algunos jugadores provocaron también que el público se disgustara con ellos. El caso de Augusto Batalla fue claro. El arquero volvió a cometer un error en una salida, que desembocó en el gol de Acuña, el tercero de Racing. El chico salió tarde a achicarle el espacio, y el ex Ferro lo dejó atrás con un toque suave para adelantar la pelota. La definición fue con el arco vacío. Esta acción se suma a la que realizó frente a San Lorenzo, en un mal rechazo que terminó con el segundo gol del equipo de Boedo. Los hinchas, aunque tibiamente, silvaron a Batalla cuando tenía la pelota en su poder. 

Racing fue inteligente para aprovechar este (mal) momento de River, y con un planteo ordenado se quedó con todo el protagonismo. Si bien la línea de cinco defensores se presentaba como excesiva, le dio rédito para neutralizar a los hombres más capacitados de River. Además, los volantes ejercieron una presión constante en la salida del local, y eso lo llevó a sacar una buena ventaja. La confusión de River fue aprovechada por el equipo de Avellaneda, donde Acuña marcó una diferencia enorme con su desequilibrio, seguido de cerca por Aued y González.  

El desencanto de River seguirá algunos días más, si es que su fútbol no reaparece, al menos para que el desenlace no sea tan decepcionante.