“Como artistas, nuestra tarea y nuestro deber es reimaginar y reinventar las relaciones sociales amenazadas por los gobiernos de derecha. Es nuestra responsabilidad manifestar nuestra solidaridad. No nos mantendremos callados” -así dice un fragmento del manifiesto de la organización global de artistas-activistas Hands off our revolution, de la que forma parte Anish Kapoor (nacido en 1954 en Bombay). Se trata de un nuevo espacio de acción en la extensa y siempre necesaria tradición entre arte y política que responde a la conciencia pública que Kapoor ha manifestado en diversas ocasiones.
En diciembre de 2003, se dio a conocer en Inglaterra la existencia de un selecto club integrado por personas del mundo de las artes, las letras y el espectáculo, cuyo común denominador era el rechazo de algún “honor” o premio otorgado por la Reina. Unos pocos miembros habían revelado hasta entonces su pertenencia, pero hubo un “goteo” de información y surgieron de esa distinguida lista de refuseniks nombre tales como J. G. Ballard, David Bowie, Helen Mirren, Vanesa Redgrave, Albert Finney y Anish Kapoor, entre otros.
Más cerca en el tiempo, y frente al Departamento de Gobierno del Reino Unido (Cabinet Office), podemos ver a Kapoor con una remera blanca con la palabra IMPURE, sosteniendo un cartel que dice “Refugiados bienvenidos. Abran las fronteras, déjenlos entrar”.
En el verano londinense de 2015, Kapoor realizó junto con el artista disidente chino Ai Weiwei una caminata por la ciudad en protesta por la política con la que la Unión Europea había reaccionado frente a esa pregunta geopolítica sin atenuantes que significó el aluvión humano migratorio de Oriente Medio. Las cuatro mil personas por año que Gran Bretaña había aceptado recibir significaron para Kapoor -quien, como todos los demás manifestantes, llevaba una manta gris de fieltro similar a las utilizadas por Joseph Beuys- una respuesta “pobre y triste, sin imaginación ni humanidad”.
En febrero pasado Kapoor donó las £800.000 del premio Genesis a la causa de los refugiados: “Perder el hogar, la tierra, el sentido de pertenencia, es desconcertante. Todo lo que queda es el cuerpo de uno ... ¿cuánto tiempo antes -para tantos- incluso eso se pierde?”.
El trabajo de Anish Kapoor, curado por Marcello Dantas que se presenta en el Parque de la Memoria reúne tres obras. Una de ellas, que lleva el título Ansiedad, parece haber sido el germen de las otras dos: de manera poco habitual en sus trabajos, esta obra consiste en un espacio vacío, tenuemente iluminado, en donde se emiten sonidos en una frecuencia inaudible para el oído aunque perceptible para el cuerpo. Si bien se indica no permanecer más de cinco minutos y la obra apunta a producir la inquietud explicitada en el título, el efecto puede ser “contraproducente”: hay algo de útero en esa oscuridad, que puede generar también cierta calma. La obra supone un vacío inquietante, solo que, a diferencia de la cotidianeidad –esa vendedora de sentidos evidentes que se van sucediendo como en un orden natural–, se exhibe francamente a sí mismo como un espacio de proyección total, de una interioridad obscena e íntima a la vez.
La obra Imagine Blue opera sobre la percepción, al estilo de las obras de James Turrell en el museo de Colomé (Salta), y se presenta como una alternancia atractiva e incómoda de dos paisajes que se suceden en un mismo espacio. Un poco, también, al estilo de las relucientes escenas oníricas de la nueva temporada de Twin Peaks que supimos conseguir.
Lo más probable, sin embargo, es que la visita comience con Destierro, la obra que da nombre a la muestra y ocupa (al punto de desterrar al espectador del espacio de exhibición) la sala PAyS, el espacio para el cual se comenzó a pensar este site-specific, hace cuatro años.
Toneladas de tierra teñida de un rojo intenso conforman un panorama vasto de montañas bajo techo a una escala similar a la que el cuerpo se enfrenta cuando está ante un paisaje. Sobre esa tierra rojo sangre, rojo arcilla, rojo humano, rojo ausencia (como si el color de la tierra fuera el negro y el color del destierro el rojo), se encuentra una topadora azul, la responsable del traslado. Es pequeña en relación con el entorno que ella misma ha creado; y la dimensión de sus consecuencias da la medida de su poder –inadvertido, en cierto modo, por lo magnífico de la vista. El azul de la topadora, que ayuda a cortar el rojo del destierro, sin embargo lo crea.
El lenguaje matérico y espacial de Kapoor (“un artista muy directo, que va a la obra con su propio cuerpo”, comenta Dantas) conecta con la memoria colectiva de la ausencia, de la pérdida, pero también con lo que siempre ha significado la tierra y con sus actuales implicancias a escala política mundial. Y si bien es reacio a explicar su trabajo (“Siento que si digo demasiado interferirá en la obra […] Si funciona formalmente, responderá todas las preguntas”), su posición respecto de estos temas no es difícil de entender en relación con su biografía: hijo de padre hindú -hidrógrafo de la Armada de la India- y de madre judía; antes de fijar su residencia en Londres, Kapoor vivió un tiempo en Israel.
A pesar de sus posiciones públicas, su obra (que el propio artista define como “encarnaciones de mitologías”) se construye sobre y se alimenta de una zona de incertidumbre, de un potencial asociativo vinculado a lo experiencial que atrae e inquieta al espectador, que lo interpela orgánicamente, lo que deja a la obra en un lugar para nada panfletario.
El Parque de la Memoria es, entonces, perfecto para una obra que no fue pensada para ser vendida, que no hubiera encontrado un contexto mejor en una galería y que, además, alberga una conciencia vinculada al contexto semántico del lugar que dialoga de un modo fértil y no redundante.
Además, Destierro comparte el espacio con la muestra La desaparición, del recientemente fallecido Juan Carlos Romero, que incluye un desafiante y emotivo texto de Eduardo Grüner.
A pesar de las adversidades, este espacio mantiene abierta una memoria, una conciencia crítica cuya importancia se relaciona con mostrarnos que lo público, lo común, es parte constitutiva no solo de la sociedad sino de nuestros propios cuerpos, de nuestras sensaciones y experiencias; y que es imprescindible si queremos vivir conjuntamente y no exiliados en algún sueño hippie, perdidos en los bosques o en cubículos privados dignos de alguna distopía sci-fi.
En estos tiempos en los que los intereses privados están en el poder y repelen las nociones de comunidad e inclusión, la exposición de Kapoor: una tierra roja, una topadora; y la de muestra de Romero: unos afiches con las inscripciones DES / Exclu / Margin son armas necesarias para pensar y actuar. Aunque no sea otra cosa que el Fuck You con el que se lo ve a Anish Kapoor en la puerta de la Cabinet Office. Ánimo. Todo es un comienzo.
En el Parque de la Memoria, Av. Costanera Norte - Rafael Obligado 6745, hasta el 27 de agosto.
* La autora es artista visual y coordinadora editorial.