¿Puede ser “apolítico” un detective de homicidios? ¿Puede un inspector de lupa e impermeable comportarse como un funcionario público “neutral”, que se limita a hacer su trabajo –resolver asesinatos– sin prestar atención a qué clase de tiranía responde la policía? ¿Ni siquiera si se trata de una ocupación extranjera, de esas cuyos soldados usan brazaletes con esvásticas y saludan a los gritos con un “Heil Hitler”? Estas dudas sobre la autonomía política, patriótica, ideológica de un detective descubren el costado más complejo de la miniserie inglesa SS-GB, al menos, desde la óptica del relato policial. Esta flamante producción de la BBC, que por el momento sólo puede verse online, es un policial, sí, pero dentro de una ucronía, esa forma de ficción histórica que parte de una pregunta clásica: ¿Qué hubiera pasado si…? O, en palabras de Andrés Calamaro, “¿quién escribirá la historia de lo que pudo haber sido?”. La serie se basa en la ucronía favorita del mundo occidental del siglo XX: qué hubiera pasado si los nazis ganaban la Segunda Guerra Mundial. Basada en la novela homónima del autor inglés Len Deighton, SS-GB se monta sobre esa alternativa histórica: transcurre en un 1941 paralelo, en el que los bombardeos alemanes sobre Londres devastaron las defensas británicas, Winston Churchill recibió un corchazo y los nazis ahora ocupan Gran Bretaña, lo que incluye Scotland Yard, donde trabaja el detective de homicidios Douglas Archer (interpretado por el lánguido Sam Riley, de Orgullo + prejuicio + zombies). “La Policía es apolítica”, sostiene el personaje de Riley en el comienzo mismo del primer episodio, y parece agregar más y más sombras sobre el rol de la fuerza policial cada vez que las cosas vienen mal. “Él ve su trabajo como algo que necesita llevarse adelante; no importa qué esté pasando con la ocupación nazi, el país necesita ser estable, así que él afronta su trabajo de detective con gran responsabilidad”, destaca la británica Sally Woodward Gentle, productora ejecutiva de SS-GB –las SS, por las fuerzas de élite hitlerianas de la SchutzStaffel; la G y la B, por las iniciales de Gran Bretaña. “Al principio, Archer está atrapado, no tiene mucha opción ni mucho debate acerca de trabajar para los nazis, debido a sus circunstancias domésticas –es viudo y debe mantener a su pequeño hijo– y a su creencia en la importancia de la estabilidad para la sociedad”, sostiene a su vez Les Morris, también productor ejecutivo de la serie. Y agrega: “Pero a medida que la historia se desarrolla, algunos sentimientos que en él habían permanecido latentes hasta ese momento, despiertan. Y le generan la idea de que él podría cambiar algo, hacer una diferencia”.
Este nuevo policial británico “de época” –lo que ya marca una tendencia, como lo prueban otras exitosas series detectivescas inglesas del momento, también ambientadas en décadas sepia del siglo XX, como Endeavour, Maigret o Grantchester– consta de cinco episodios, a lo largo de los cuales la propia investigación de homicidios que lleva adelante en forma “neutral” empuja al inspector Archer a una intriga que oscila entre las autoridades de la ocupación nazi y los esfuerzos clandestinos de la resistencia inglesa. Lo que lo llevará a revisar su lugar personal en ese contexto. “No puede confiar en nadie, tiene trabajo que hacer, y sin embargo empieza a estar al tanto de secretos enormes, ahí es cuando decide tomar una postura heroica”, desarrolla Woodward Gentle. “Es que estuvimos a punto de perder la batalla de Gran Bretaña. Si la aviación no hubiera sido tan valiente, y si el clima no nos hubiera ayudado, el resultado de la invasión podría haber sido diferente”, interviene Morris. Y Woodward Gentle actualiza el problema: “Es un thriller que apunta a confrontarnos con el mundo de hoy, con la política de hoy. El mensaje es que nunca podés ser complaciente. No es suficiente con mantener el statu quo: tenés que levantarte y hacer algo.”