El primero en pensar el proyecto fue el periodista Tito Palumbo, de la revista digital BA Tango. En rigor, se trataba de una adaptación de la ley de Proteatro. Palumbo le acercó la propuesta a la Asociación de Organizadores de Milongas que, a su vez, encontró eco en la legisladora Andrea Conde (FPV). Pero en el proceso aparecieron otros interesados en el tema, como las milongas “independientes” o “sociales”, que no se encuadran dentro de la AOM, y los bailarines, representados por la AMBCTA (Asociación de Maestros, Bailarines y Coreógrafos del Tango Argentino).
En un sector con diferencias internas arrastradas durante años, el incipiente proyecto de ley los puso a trabajar en conjunto y acercó posiciones. Y aunque Palumbo no recibió con buenos ojos los cambios a “su” proyecto (distintos editoriales en su revista dan cuenta de eso), la ley finalmente aprobada por la Legislatura porteña el 7 de diciembre de 2016 es fruto del acuerdo entre los grupos del sector, la intervención de los asesores de la diputada Conde y la negociación con la bancada oficialista de la Ciudad. Julio Bassan, titular de la AOM, agradece “enormemente” a Palumbo por “dar el puntapié inicial”.
“Lo que nos pasó cuando empezamos a discutir la ley con los que organizan milongas, fue que empezaron a aparecer otros sectores: orquestas, bailarines, y no todos ellos pueden tener fomento, pero sí tenían que ser parte de la ley y la discusión, porque son una parte de la cadena”, recuerda la legisladora Conde sobre el proceso de desarrollo de la ley. “Si el fomento ayuda a las milongas, permite que ellos puedan cobrar y estar en el circuito”, asegura.