Un día como hoy, hace 35 años, comenzaba el histórico Juicio a las Juntas donde nueve altos jefes militares fueron juzgados por los delitos de lesa humanidad ocurridos durante la dictadura cívico militar del año 76.
Emanuel Respighi recordó ese momento histórico para la argentina y que sentó un precedente en la lucha por los Derechos Humanos
Minutos después de las 15, los seis jueces de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal ingresaron a la Sala de Audiencias del Palacio de Justicia de la Nación. Hasta el final de las audiencias, el 14 de agosto, declararon 833 personas, entre ex detenidos desaparecidos, familiares de las víctimas y personal de las fuerzas de seguridad. Ocho meses después de la primera audiencia, la Justicia confirmó la existencia de un plan sistemático de exterminio llevado a cabo por la dictadura cívico-militar que había usurpado el poder el 24 de marzo de 1976. Nueve altos jefes militares fueron juzgados por delitos de lesa humanidad: Jorge Rafael Videla, Orlando Ramón Agosti, Emilio Eduardo Massera, Roberto Eduardo Viola, Omar Graffigna, Armando Lambruschini, Leopoldo Fortunato Galtieri, Basilio Lami Dozo y Jorge Anaya.
Impulsado por el presidente Raúl Alfonsín, el Juicio a las Juntas convirtió a nuestro país en un ejemplo para el mundo en la lucha por los derechos humanos. Por primera vez en la historia, un grupo de dictadores compareció ante tribunales civiles que los juzgó por crímenes que pusieron en jaque a la humanidad toda.
Ese Juicio, que fue un enorme paso para la consolidación de la democracia argentina, tuvo en el alegato del fiscal Julio César Strassera un momento imborrable para la historia de nuestro país.
“Señores jueces: quiero renunciar expresamente a toda pretensión de originalidad para cerrar esta requisitoria. Quiero utilizar una frase que no me pertenece, porque pertenece ya a todo el pueblo argentino. Señores jueces: "Nunca más", concluyó el fiscal el 18 de septiembre de 1985. El aplauso cerrado de los presentes, los gritos en la sala de audiencias que prosiguieron al alegato, desoyendo el pedido de silencio del presidente del tribunal, aún conmueven a la sociedad argentina.