El presidente Mauricio Macri encabezó esta mañana en Rosario el acto por el Día de la Bandera y para evitarse el coro de reclamos que surge en cada ciudad que visita, lo hizo en el marco de un desmedido operativo de seguridad que fue cuestionado por las autoridades locales. El Gobierno blindó el Monumento a la Bandera con por policías, gendarmes y miembros del Ejército, que instalaron un doble vallado a 200 metros que solo cruzarán los invitados especiales, identificados con una pulsera.
El acto en el emblemático espacio histórico, no fue público. Solo pudieron participar los cadetes de las fuerzas armadas que prestaron ante Macri juramento a la bandera, entremezclados con niñas y niños de 10 años que hicieron la “promesa” al símbolo patrio, tal como lo estipula la costumbre nacionalista para quienes cursan el cuarto grado.
Al blindaje se sumó la decisión de no realizar este año el tradicional desfile de ex combatientes de Malvinas. El acto no llegó a durar ni media hora. Macri hizo el discurso de cierre. Antes hablaron la intendenta de Rosario, Mónica Fein, y el gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz, ambos socialistas.
A primera hora la intendenta cuestionó el estricto operativo "profundiza la imposibilidad de reunirnos y festejar juntos algo que nos une a todos". Fein contó que se había preparado un acto "mucho más pequeño, con mucho vallado e invitados previamente registrados" e indicó que la organización estuvo en manos de Presidencia de la Nación. “Está todo definido en términos de seguridad" y “lamentablemente” restringido a invitados especiales que deberán estar "identificados con una pulsera", contó a radio La Red. Al hacer uso de la palabra, Lifschitz, por su parte, lamentó que “la gente fue perdiendo protagonismo” en los actos patrios.
“Qué alegría estar una vez más en esta ciudad”, arrancó Macri su discurso ante un tibio aplauso de los pocos autorizados a ingresar al perímetro establecido para el acto. Después utilizó la figura de Manuel Belgrano para enhebrar una serie de consignas de campaña. Dijo que el creador de la bandera “es un verdadero ejemplo de que sí se pude” y agregó que “estamos haciendo lo que teníamos que hacer y los primeros resultados están empezando a aparecer y el país ha comenzado a crecer”. Ya sobre el cierre, en lo que sonó a un llamado a votar al oficialismo en las próximas elecciones, planteó que debemos “renovarnos en la esperanza y comprometernos una vez más a trabajar juntos” y remató: “Los invito a que sigamos en este camino de progreso.”
A pesar de las críticas de Fein, quien remarcó que el Monumento a la Bandera “tiene un profundo significado como un lugar de encuentro" y que el vallado "profundiza la imposibilidad de reunirnos, de festejar y conmemorar juntos algo que nos une a todos", el Gobierno reivindicó el operativo que impidió que la gente se acercara al lugar del acto.
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, justificó la selectividad con el argumento de que "hay que dividir a la gente que quiere ir al acto del Día de la Bandera de la gente que quiere ir a tener una actitud agresiva". Y dijo que la presencia de cientos de agentes se debe a que "hubo en el último tiempo algún tipo de manifestaciones que no han sido lo más democráticas". Organizaciones sociales y sindicales aunadas en la Multisectorial contra los Tarifazos habían anunciado que marcharían hasta ese lugar para reclamar contra las medidas de ajuste aplicadas desde que asumió el gobierno de Cambiemos.
El año pasado habían hecho una movilización similar y la participación fue más amplia que el acto encabezado por Macri. Los manifestantes se habían convocado entonces en la Plaza Pringles y marcharon pacíficamente desde allí hasta el Monumento a la Bandera, pero no pudieron llegar.
Mientras en la explanada el Presidente instó a decenas de chicos a corear la consigna PRO “Sí se puede”, gendarmes y policías reprimieron a los manifestantes en las calles, con palos y carros hidrantes. Hubo decenas de heridos, entre ellos el concejal rosarino del Frente para la Victoria (FpV) Eduardo Toniolli.