Bandera en la derecha, la mano izquierda de techito para tapar el reflejo del sol, Rodolfo miraba para todos lados en busca de una señal. “Debe ser allá, Marcela”, le dijo a su mujer, “¿no ves que un montón de gente va para allá?”. El matrimonio, que venía “de caminata” desde el final del Metrobus de 9 de Julio -donde los dejó el colectivo-, no sabía dónde quedaba Comodoro Py. Allí era el punto de encuentro al que acudían “para reclamarle a la Justicia corrupta que ya no puede seguir haciéndose la boba, que tiene que actuar y poner presos a los ladrones que saquearon al país de una buena vez”, puntualizó la mujer a la espera de que su esposo le diera indicaciones sobre hacia dónde seguir camino. Estaban por cruzar la avenida Antártida Argentina cuando se encontraron con otra pareja de sesentones. “Sí, es allá, vamos juntos”, los invitó Norberto, de chaleco Cardón. El motivo de su participación en la concentración convocada mediante una viral campaña en redes sociales en la que colaboraron algunas pocas figuras políticas como Elisa Carrió, fue el mismo para ambas parejas y la mayoría de los participantes. “Los jueces deben dejar de ser cobardes. Vinimos con este frío y en pleno feriado a demostrarles que se puede tener coraje y enfrentar a la corrupción kirchnerista”, explicó la esposa de Norberto, de su mano, bien abrigada con tapado de piel.
Hubo organización entre los “autoconvocados por una justicia independiente”, aseguró Teresa antes de negarse a seguir charlando por considerar “infiltrados” a los trabajadores de este diario. A diferencia de Rodolfo, ella sí sabía dónde queda el edificio en donde funciona la justicia federal a cargo de investigar “las causas de corrupción y robo a la patria”. “Un grupo de nosotros hace rato que venimos a Comodoro Py todos los martes para pedir a los jueces que acaben con la corrupción, a pedirle a los jueces de bien, no a los corruptos, a los que la propia Justicia tiene que echar. Con Justicia es la única manera de lograr la paz”, alcanzó a argumentar Teresa. Cuando se la consultó sobre los jueces a los que dirigía el reclamo, respondió “a todos los que no son como (el juez federal Claudio) Bonadio, que está peleándola solo. A él solo le pedimos que ponga fecha del juicio oral contra Cristina”.
Teresa llegó al núcleo de la concentración que ocupó las dos manos de la avenida frente a la fachada de los tribunales y duró una hora, con ese “montón de gente” que Rodolfo vislumbró desde la avenida Antártida Argentina. Arribó “en bandada” desde la estación de trenes de Retiro, previo recorrido en el tren Mitre, que la trajo desde el norte del Conurbano. Una lástima que no se haya cruzado con Gegé, “porteña de Congreso”, ataviada en una pechera de tela blanca grafiteada con consignas en contra de “la corrupción k” y en reclamo de “justicia independiente”, y muy segura de tener conocimiento de “cómo se soluciona esto”, en referencia a “la tragedia que tenemos como país”. “Dividiendo la provincia de Buenos Aires en dos y convirtiendo el conurbano bonaerense en un espacio verde”, le explicó a un grupo de hombres y mujeres mayores, como ella, que habían hecho un parate entre el himno nacional y cantitos de “co-bar-des, co-bar-des”, “la-dro-nes, la-dro-nes”, “cóm-pli-ces, cóm-pli-ces”. Jorge, uno de ellos se vio interpelado. “¿Y qué hacemos con los que viven ahí?”, en el conurbano, quiso saber. “Los devolvemos a su país, si son todos de Bolivia y Paraguay”, resolvió Gegé con una sonrisa franca en el rostro recargado de colorete naranja.
El reclamo por una “justicia independiente” que se repitió en varios carteles improvisados de los asistentes a la concentración la sobrevoló desde lo alto, impreso en un globo blanco y azul con letras negras. El eje de la convocatoria, el pedido a los jueces para que “investiguen y metan preso a los corruptos”, hizo foco en unos pocos nombres en la calle: “Fuera Gils Carbó”, cantaron los asistentes en alusión a la procuradora general. “Cristina, Cristina, chorra y asesina”, idearon luego, aunque no todos lo entendieron del todo. “¿Cómo chorra y argentina?”, se preguntó una señora dudosa de sumarse al gingle, que enseguida perdió fuerza. “Asesina, Zulema. Asesina”, le respondieron. Entre los vitoreados, figuraron el ex fiscal Alberto Nisman, para quien dedicaron tres “presente, ahora y siempre”, y Carrió, quien agitó la movilización los días previos desde las redes sociales. “No dejemos sola a Lilita, acompañémosla”, gritó una mujer, inaugurando dos o tres vueltas de “Lilita, Lilita, Lilita”. La diputada no estuvo presente. Se fue de vacaciones a Brasil.
Durante la hora que duró la concentración, el himno nacional sonó al menos seis veces. Comenzaba alguien de improviso y enseguida prendía en quienes agitaban banderas argentinas alrededor. Un grupo dedicó una de las repeticiones al edificio en donde funciona la Justicia Federal. Varios asistentes agitaban los brazos con la vista puesta en los Tribunales y cada dos o tres estrofas interrumpían la letra del canto nacional para gritar “corruptos”, “abran las puertas, déjennos entrar”, en pleno olvido de que ayer fue feriado. Alguien avisó del detalle, pero no fue razón suficiente: “Seguro que se fueron a seguir a la loca a Sarandí”, en referencia al acto de la ex mandataria en el Estadio de Arsenal. La mayoría sabía que Fernández de Kirchner lanzaba su espacio político ayer, a la misma hora que ellos pedían a la Justicia que la encarcelara. “No nos tenemos que ir de acá hasta que la yegua no haya terminado de hablar, por favor controlemos eso”, le pidió Cristina, casualmente, a sus amigas. CFK terminó casi a las 16, pero Cristina y sus amigas ni se enteraron. Un rato antes emprendieron la retirada en busca de una confitería. “Por acá no hay nada, che. Que raro que los jueces no tengan dónde tomar un café”, se lamentó.